Prólogo

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La primera vez que Caroline vio a Hunter fue en un soleado día de principios de Septiembre. El campus universitario de Boston rebosaba vida, es decir, la hierba estaba repleta de jóvenes estudiantes aún con la huella del verano grabada en sus rostros. Había muchas otras personas allí pero una vez sus ojos se posaron en él no pudo apartar la mirada.

Su cabello rubio oscuro estaba peinado hacía atrás y la luz del sol se reflejaba en sus gafas oscuras, mientras, apoyado en su motocicleta, parecía esperar a alguien. Sus masculinos manos, que sobresalían de una chaqueta de cuero negro, sujetaban una un cigarrillo y la otra el manillar izquierdo de la moto. De su boca salía una bocanada de humo.

Caroline volvió a la realidad cuando el golpe de un chico con prisa hizo que se le cayera la carpeta que llevaba en las manos, resonando con un golpe seco. El desconocido no se disculpó. Ella se apresuró en recoger sus cosas y aceleró el paso para no llegar tarde a la primera clase de psicología del semestre, girando de vez en cuando su cabeza para deleitarse con la imagen de ese misterioso chico.

"Psicología 1, prof. Keith Davis, aula 402, módulo 3, Facultad de Ciencias" rezaba su horario, el cual había consultado no una sino quinientas veces. No quería usar la palabra a la ligera, pero empezar la universidad, y además en un lugar tan alejado de su hogar, le había provocado algo de ansiedad. Y con algo quería decir que la primera noche en la habitación de la residencias estudiantil se la había pasado con los ojos abiertos como un búho, clavados en el techo.

Nada más entrar en el aula se dejó caer en uno de los asientos más céntricos, en la punta de una fila, contenta de no haberse perdido por segunda vez en los tres días que llevaban de clase, y esperó a que el aula terminase de llenarse para sacar su netbook del bolso. El asiento a su lado se había quedado vacío, así que colocó sus cosas allí.

Se sentía agradecida por el hecho de que nadie parecía conocer a nadie y pocos habían empezado a establecer conversación con sus compañeros de asiento. Habría sido un ataque para sus nervios escuchar los susurros y risas ahogadas de la gente estando ella sola presionada contra la pared del aula.

Cuando ya quedaban pocos asientos que ocupar en las filas delanteras –ella sabía tan bien como cualquiera que cuanto más avanzaran las clases menos gente iba a acudir y que los que lo hicieran seguidamente, ocuparían los asientos del final– y parecía que solo faltaba el profesor, entró él.

Todavía llevaba la chaqueta de cuero negro, cosa que extrañó a Caroline, ya que si fuera aún hacía un calor típico de Agosto, en el interior era incluso más notorio. Eso destacaba todavía más por encima de los pantalones cortos y las camisetas de tirantes que parecía llevar el resto de gente. En una mano llevaba un casco, y las gafas de sol que antes usaba estaban en esos instantes colgando del cuello de su camisa blanca.

Le seguía un chico de piel morena y el cabello levantado en un tupé poco engominado, más alto pero de alguna manera con menor presencia que él.

Ambos llevaban pantalones negros arrapados a la piel y Caroline no sabía si el calor que sentía se debía a la atracción que el chico de la cazadora despertaba en ella o en una reacción de su cerebro al ver ropas que abrigaban tanto, aunque las llevasen otras personas.

Los dos chicos se sentaron al final de todo de la clase, dejando así un hueco de dos filas entre ellos y las personas más cercanas, y cubriendo con sus cosas el mayor espacio posible. Ella se planteó que con su imagen, bien podrían ser de los que se reclinaban en las sillas y colocaban los pies cruzados encima de las mesas, pero al parecer no llegaron a ello.

Sabía que no estaba siendo disimulada al observarles, pero le consolaba saber que no era la única. No centró sus ojos en la pizarra hasta que el profesor llamó la atención de todos encendiendo el proyector.






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⏰ Last updated: Jan 02, 2016 ⏰

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