Capitulo 1

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-¡Ayuda!- me escucho decir

Trato de acercarme,pero es inútil no sirve para nada, estoy inmóvil, viendo la peor escena de mi vida, como todo se desmorona debajo de mí. Sus rostros son inexistentes para mí, irreconocibles.

- Ya cállate,¡maldita sea! - gruñe el que se encuentra atrás de mí y pone un pedazo de tela entre mi boca

- ¡Oh diablos!, tu puedes dar más que eso- gruñe el que se encuentra entre mis piernas como un maldito animal

Despierto con el corazón latiendo como el de un colibrí. Las punzadas  de dolor en mi sien son más que evidentes, siento que la piel me quema con sus sucias manos encima de mi cuerpo lleno de sudor. Me levanto de mi cama y me quedo observándola en la esquina de mi recamara, llega a mi mente todo y voy al baño, tomo el frasco de pastillas que están en mi lavamanos y me tomo con un poco de agua de un vaso cerca de este,la pequeña pastilla llamada "Prozac" , la que me ayuda a no rendirme, pastilla la cual he tomado durante ya hace un tiempo.

Camino de regreso a mi cama  me recuesto en ella, observo el techo pintado de blanco  y con dos manos marcadas en él. Cierro los ojos y pienso en que estarán haciendo otras personas en diferentes partes del mundo, las diferentes horas además de la de aquí. Pienso en una mujer peleando por su país en Siria,en una mujer que acaba de dar a luz a su pequeño, a un hombre arrodillado a los pies de su madre que yace muerta, niños jugando, una pareja peleando, y otra que quizás estén teniendo sexo salvaje; existen un millón de posibilidades en las cuales pensar.

Despierto con los rayos del sol en la cara, no quiero salir de aquí. Me tapo cara con la cobija y en menos de lo que canta un gallo mi alarma suena para avisarme que tengo que levantarme y que no me puedo quedar aquí todo el tiempo, tengo que seguir. Me lavanto y bajo las  pequeñas escaleras hacia la cocina.

Me sirvo un poco de café en una taza, y un pedazo de pan. Y vuelvo a mi recamara.

Me tomo mi café mientras escribo en el pequeño cuadernillo, el cual me ha dado mi doctora, para escribir que sueño cada día o como me siento o si recuerdo algo.

Al terminar de escribir y de tomar el café, voy a tomar una ducha con agua caliente.

Después de ducharme me dirijo a mi armario, elijo una blusa de manga larga rayada con un pantalón negro y botas. Me recojo mi castaño cabello en una coleta y me pongo un poco de crema en el rostro junto con el cuerpo y me visto. Ya vestida me pongo un poco de delineador y rímel en las pestañas, tomo mi chaqueta de cuero, las llaves de mi pequeña Harley y mi mochila.

Bajo las escaleras a toda velocidad por que ya se me hace tarde. Salgo de la casa poniendo el seguro rápidamente, me monto en la pequeña Harley y salgo a toda velocidad hacia el "The childrens home of Pittsburgh" , estaciono mi moto en la parte de afuera y toco el timbre de casa. Una  monja de ya bastante edad, abre, la cual yo conozco desde hace ya bastante tiempo.

-¡Oh Amalia!-chilla.

-Hola María, ¿Cómo has estado?- le pregunto.

- Oh hija con demasiados niños pero bien, pasa... pasa que se la han pasado preguntado por ti-dice

- Ya voy, ya voy- Entro y María va a mi lado pasando por el pequeño pasillo ante de entrar a la sala de estar donde hay niños lleno de aquí para allá. Una pequeña llamada Alice voltea, su mirada y la mía se juntan entonces ella grita.

-¡Amalia!-chilla y corre hacia a mí, yo la atrapo en mis brazos y le doy vueltas; cuando menos me lo espero tengo a 5 niños más a mis pies mientras otros corren hacia mí- lo cumpliste, cumpliste tu promesa.

-Sabes que yo nunca las rompo o ¿no es así? – les pregunto mientras dejo en el piso a la pequeña de Alice.

-Tu nunca las rompes- dice Joshua un niño de tan solo 7 años que habla más claro que yo.

-Claro que no-les digo  todos me abrazan- ¡Venga! a leer un par de libros,

Después de estar entre juegos, risas y libros. Voy con María que ha esperado 2 horas por hablar conmigo.

-Amalia ¿Cómo has estado?

-Mucho mejor María, he dejado de tomar el medicamento porque solo hace que las cosas empeoren, ya no sé qué hacer no se adónde me va a llevar todo esto, no entiendo cuál es el sentido.- las lágrimas caen por mis mejillas

-¿Sabes? - dice y pone su mano en mi mejilla- Todo pasa por una razón, solo por una razón.

Salgo de la casa-hogar y me dirijo a mi pequeña Harley, voy de camino a casa recordando las palabras que me dijo Maria "Todo pasa por una razón", es algo que siempre me han dicho, pero nunca he encontrado la razón para toda esta mierda. Me detengo abruptamente al escuchar una voz que me grita:-¡Alto!

Reaccionó al darme cuenta que ya marcaba el alto y los autos que estaban cruzando iban a toda velocidad, si no hubiera sido por la persona que grito, mi cuerpo estaría mas que mallugado en una bolsa de evidencia. Volteo a los lados, en un Audi R8 se ve un chico asomado en por la ventana.

-¿Te encuentras bien? -Reconozco  la misma voz que me grito hace unos segundos, pero sin menos pánico.

-Si no hubiera sido por ti estaría por todos lados aplastada, gracias.- le grito gracias al sonido de los demás carros.

-A sido un placer salvarte la vida- dice el chico con  gafas de sol en sus rostro.

No me da tiempo de decirle otra cosa pues el semáforo ya ha cambiado a verde y los carros de atrás me están pitando como locos por lo desesperados que son.

El Audi y mi Harley aceleran al mismo tiempo pero en diferentes direcciones, el Audi sigue hacia delante y yo doblo hacia la izquierda.

AmaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora