Capítulo treinta y dos.

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Desperté con las sacudidas de Newt cuando la noche ya había caído. 

Aturdida y con una rara sensación vació trate de despejar mi mente. Aquella imagen fugaz de un niño y que mi cerebro la haya clasificado como hermano no hacía más que confundirme. Tal vez no se trataba de nada, en realidad. Estaba tan concentrada en Luke y en el hecho de que mi trato hacia él había tomado un rumbo fraternal que no me extrañaba que mi cerebro hiciese relaciones como aquellas. Quizá el niño al que vi fugazmente se trataba de nadie en especial. Tan solo una cara de las muchas que me imagino alguna vez vi. 

-Larcha. --Escuché. Enfoque mi mirada en la figura que tenía delante de mí. Por la oscuridad no podía ver abiertamente de quien se trataba. Luego de que mis ojos se acostumbraron a la penumbra, caí en cuenta de que era Minho. --Come. --Añadió, arrojando una manzana. La atrape antes de que se golpeara contra el piso. 

-Gracias. --Murmure. Minho seguía mirándome, por lo cual arqueé una ceja. --¿Puedo ayudarte en algo? 

-Estoy esperando a que muevas tu trasero. Todos están esperando fuera. 

-Iré en un minuto. 

Minho no se movió, se cruzó de brazos y lanzó un suspiro. 

-¿Sabes? aunque no lo parezca, estamos en peligro mortal y tenemos algo de prisa por salir de este maldito lugar. 

-Me da la sensación de que no estas sirviendo de guardia exactamente por eso. --Masculle. Le di un mordisco a la manzana y pase por delante de él. Fuera estaba fresco. Los Habitantes, con Jorge y Brenda esperaban a unos metros de la choza. Minho me siguió. -¿Me haces de guardia porque temes que ellos se me lancen encima?--Inquirí, lanzando una mirada a Jorge y Brenda. 

Minho revoleó los ojos al cielo, pero ya fuera, con la luz de la Luna cayendo sobre nuestras cabezas, noté que se sonrojaba. 

-No te creas tan importante, Shanks. Eres como cualquier otro Garlopo...

-¿Pero...?

-Pero ellos no se fían de ti y yo ya no me fio de ellos. Probablemente ellos saben porque los detestas y, si resulta ser toda cierta tu teoría y ellos son de CRUEL, tal vez intenten acabar contigo, para que no des más problemas y los dejes al descubierto. 

Mire a Minho con cara de pocos amigos. 

-Ya me has salvado la vida en varias ocasiones. Deja mi propia seguridad en mis manos. Creo que te ahorraré más problemas.   

-Somos un maldito equipo. --Me espetó. --Todos nos cuidamos. 

Minho me lanzó una última mirada severa y luego se alejó, llamando la atención de los demás. Todos nos reunimos en torno a él. 

-El refugio no está a más de dos días de viaje. Si mantenemos el paso que llevamos hasta ahora, llegar a él será pan comido. 

-Shank...--Farfulló Sartén. --No utilices la comida como referencia. Haces que me ruja el estómago. 

-Con un poco de suerte habrá comida ahí. --Murmuró Thomas. --Comida de verdad. No como las porquerías de tu cocina. 

-¿Estamos seguros de que nos devolvieron Tommy y no a un impostor?--Preguntó Newt, con una sonrisa desganada. --Este no es Tommy. Tommy no conoce lo que es el humor o las bromas. 

-¡Basta de tonterías!--Gritó Minho. --Reserven su energía para el camino. Vamos, andando. 


Mientras caminábamos, lentamente los picos de las montañas se iban transformando en sombras de formas irregulares, que aumentaban de tamaño mientra nos acercabamos. Durante la marcha, no se escuchaban demasiadas conversaciones. En el frente, íbamos Minho, Newt, Luke y yo. Solo Newt y Minho intercambiaban una breves palabras cada cuando, sobre la ruta que seguíamos. Luke se mantenía con la mirada fija en las montañas, mientras que yo solo observaba el suelo árido, con mi cabeza trabajando sin parar, dándole vueltas a todo los que nos acontecía y lo que nos depararía. Detrás de nosotros iban Thomas junto con Brenda y Jorge, detrás de ellos los demás Habitantes. 

Nuestra marcha duró horas. Horas de silencio y de el mismo paisaje, las mismas montañas y nuestro alrededor escaso de vida. Sin embargo, cuando los primeros indicios del amanecer pintaron el cielo de azul profundo, cuando las estrellas comenzaban a apagarse y como nos sucedía a menudo, repentinamente algo cambió. 

Nuestros ojos, acostumbrados a lo repetitivo del paisaje, notaron inmediatamente que algo fallaba. 

A mitad de camino de la montaña y en el lugar en donde nos encontrábamos, una figura apareció, aparentemente de la nada. Noté que se trataba de una chica por sus andares, luego pude apreciar su largo cabello, de un negro intenso. Se acercaba a nosotros a paso rápido. Escuché un jadeo. 

-Teresa. --Murmuró Thomas. 

Abrí los ojos de par en par. Me dirigí a Newt. 

-¿Esa Teresa?

Newt asintió. 

-Si es esa Teresa, ¿podrías explicarme porque viene hacia aquí con expresión de odio y una...vaya, una vara de madera con un cuchillo atado? 



La Recluta A-0. PRUEBA DE FUEGO. [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora