Caminas al cuarto de baño, te miras al espejo, tu rostro, tus labios quemados por las tazas de café y los cigarrillos, tu rostro mal rasurado sientes repugnancia por ti, te lavas con agua como esperando que con eso baste para que tus facciones se corrijan, no eres tú, no eres lo que ella conoció, no eres de verdad.
Te preparas, te pones tu único traje, tú segunda piel ese traje negro tu única familia, con el que has vivido todas tus aventuras, sales y comienzas a caminar, solo a caminar esperando llegar a alguna parte, no sabes a donde, solo a caminar, tratando de escapar de alguna manera elegante de todos tus problemas, finalmente enciendes un cigarrillo -ya bajo el efecto de pastas- , e inesperadamente llegas a un parque que a primera vista no reconoces, pero es ese parque, aquí estuviste antes, aquí estuvieron, aquí la trajiste, te sientas en tu banca, la que es tuya por conquista y no por derecho, contemplas el lugar, cubierto por hojas, la recuerdas te desesperas, te tallas los ojos y el rostro, para entonces ya te habrás terminado tu primer cigarrillo y al encender el segundo ya detrás del humo virgen del cigarro, la ves, esta frente a Ti, la ves perdidamente, tratas de ver sus ojos , de enfocarte en alguna parte de su cuerpo pero no puedes, ella comenzara a hablarte pero no logras descifrar los sonidos que emanan de sus labios, de pronto estás reviviendo tus memorias en ese parque, cuando te das cuenta ya terminaste el segundo cigarrillo y tras la última exhalación, así como se disipa el humo su imagen se va. Pero no lo permites, la comienzas a llamar de nuevo
-No alto espera... espera
Y lo sientes, ese tirón, esa fuerza que te arrastra de nuevo al mundo real y tras un parpadeo el mundo toma su forma habitual y la gravedad te reclama otra vez. Perdido, te levantas y vuelves a casa, a esa habitación pequeña que no has limpiado hace días, solo caes en el sofá, y entre sabanas golpeas esa botella vacía, te pones a recordar, que fue de ti, como terminaste así, pero el timbre de tu celular rompe tu concentración...
- hola , Johan como estas viejo.....?
- ham bien, quien es ?
-soy yo Oscar, escucha pensé que a esta hora ya estarías sobrio
-que quieres?
- ya no te desesperes, veras hoy habrá una fiesta y tienes que ir
- ya veré
cuelgas sin darle oportunidad que responda, y te levantas , buscas con calma pero aun así desesperado una botella, buscas en la despensa, sobre el refrigerador inclusive en el horno de la estufa pero no encuentras nada, ya hiciste otro desorden en la cocina, te derrumbas con la espalda en el muro y caes, comienzas a lamentarte... a llorar, buscas un culpable pero cada investigación mental apuntan a Ti, solo a Ti , tu eres el culpable de tu vida, la mente maestra del crimen perfecto de arruinar tu vida y piensas en que ni siquiera mereces hacerte la victima, solo te quedaras dormido en el suelo de tu cocina por dos horas, abrirás los ojos, te levantaras usaras el auto, ese que casi no te gusta usar pues prefieres usar el transporte publico ya que le da un poco mas de emoción a tu vida, conducirás, hasta llegar a un centro comercial, pero el dilema moral en tu mente continua, seguir o parar, beber o no, no importa lo que hagas, siempre termina igual. Recuerdas que tienes una fiesta con Oscar, conducirás con una mano en el volante y la otra en la botella de vino tinto que ya llevaras a la mitad, es vino, tu única adicción después de aquella droga que te abandono, pero el vino, el néctar de el demonio, el consolador eterno que sorbo tras sorbo te separa un poco mas de la realidad, llegaras ala fiesta, mas temprano que tarde encontraras a Oscar,
-ey Johan si viniste
- si, escucha traje algo de beber y...
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El lujo de perder neuronas
Teen FictionHe llegado a tal punto en la tierra, en el que ser diferente es una enfermedad para la sociedad