El renacer de un héroe - El despertar

Primer encuentro

Un tintineo resonaba por toda la habitación, era un ruido infernal que se repetía monótonamente con el objetivo de despertar al dueño. Un reloj despertar temblaba sobre una mesa de noche justo al lado de la cama, cansándose de intentar cumplir su labor continuaba incansable hasta que tuviese efecto alguno. La habitación, aunque poco iluminada por los rayos del sol que se filtraban por la ventana, mostraba un gran desorden con montones de ropa tirados sin dirección alguna. Del armario colgaba un chaleco azul arrugado y desgastado, detrás de este se encontraba perdigados por toda la puerta recortes de periódicos varios. Todos y cada uno de ellos indicando la desaparición de seis investigadores así como fotos suyas.

La habitación de madera de roble se abrió hasta detenerse contra la pared, una señora no más de los treinta años entro con aspecto cansado, su cabellera era ondulada hasta los hombros y de un tono rojizo oscuro. Se acercó al despertador y presionando la parte superior lo tranquilizo, y seguidamente empezó a empujar suavemente el bulto que yacía en la cama, inmóvil e indiferente ante el mundo.

—Alex, hora de despertarse, el desayuno está listo— Explicó la señora con un tono amable, pero en su respuesta encontró un farfullo incompresible, lo que la llevo a suspirar y volver por donde había venido. Cruzando por el marco de la puerta, antes de doblar por el pasillo la señora soltó unas palabras.

—Le avisare al profesor que ya no quieres ser entrenador y que cancele tu cita de hoy— Con una cara triunfante y maliciosa, desapareció por el pasillo.

El bulto que yacía en la cama creció hasta el punto que las sabanas que lo cubrían volasen por los aires, un chico de cabellos oscuros y corto pero alborotado en pijamas negras salió de sobresaltado. Comenzado a saltar de la cama para recoger las ropas necesarias para cambiarse y cruzar la puerta por la cual se había ido la señora. Unos pantalones oscuros, camisa blanca y el chaleco que colgaba del armario fue toda la ropa que eligió antes salir de la habitación y despidiéndose con mano en alto de esta. Tras la puerta había un pasillo que conectaba a unas escaleras que guiaban al piso de abajo, donde terminaba justamente en la entrada de la casa y girando a la derecha de esta, el comedor y la cocina.

El lugar era pintoresco, un comedor de cristal con algunas sillas de caoba decoradoras era la primera parada, más allá se encontraba la cocina que tenía vista libre al comedor, unos cuantos utensilios y un refrigerador era lo que se podían apreciar desde las lejanías. No muy lejos de estás se encontraba la señora de la casa vistiendo un delantal y transportando unos platos repletos de comida hasta la mesa. Cuando divisó al muchacho, le sonrió y le invito a la mesa para su ración diaria de alimentos.

—¿Ya sabes que Pokémon elegirás? — Preguntó la señora, estaba cortando con desinterés unos vegetales en su plato mientras veía al chico.

—No, el profesor aun no me ha mostrado nada, será hoy que lo vea.

—Recuerda que será el compañero que estará contigo toda la vida, elige el que más te guste pero no te precipites— Aconsejó ella antes de notar que la puerta de entrada sonaba. Delicadamente se levantó de su asiento y fue a revisar de quien se trataba, pero aun si llegar ya alguien estaba hablando del otro lado.

—¡Alex! ¿Estás despierto? Ya tenemos que irnos donde el profesor.

Como respondiendo con naturalidad al llamado, termino apresuradamente los últimos alimentos de su cuarto y se dirigió corriendo a la puerta no sin antes de despedirse de su madre. Una vez afuera, un chico un poco más alto que Alex, de cabello castaño y ropas verdosas algo claras arriba y azul pálido abajo. Se saludaron mutuamente antes de que Alex se desviara un poco y fuese a visitar una caseta que se encontraba en el jardín de su casa, dentro de ella dos criaturas cuadrúpedas de aspecto canino y de pelaje bicolor, entre gris por la parte inferior y negro en la superior donde en este último el pelaje era más espeso, decidieron saludar al chico.