Sigo conduciendo. Mi casa no está lejos pienso. Todo el mundo está abarrotando las calzadas. Los soldados apenas pueden con la muchedumbre. Oigo un disparo. Otro. Otro más. Pierdo la cuenta. Siluetas oscuras decoran el suelo de la calzada. Manchas rojas, solo veo manchas rojas. Aparco el coche en medio de la carretera. Estoy harta de seguir oyendo disparos. Salgo a toda prisa y abro las vallas con mi tarjeta. Entro rápidamente. Veo el cuerpo de una niña rubia tendido en la calzada, mi cabeza da vueltas, mis pies están fallando. Corro hacia ella, me arrodillo y cojo su pequeño cuerpo inerte en mis brazos. Sus ojos están abiertos, mirandome asustada. Su pecho está rojo. Una herida de baja el atraviesa el costado. Grito ayuda. Nadie me hace caso. Le digo a una señora que mantenga su cabeza arriba, me hace caso y me dirijo enfurecida hacia los soldados culpables de esta masacre.
-¿Qué coño está pasando aquí?-grito, mis ojos son un reflejo de la ira en mi pecho- ¡Quiero una maldita explicación!
Los soldados se ríen de mí y me apartan, ignorándome completamente. Se acabó. Cojo al primer soldado que tengo delante y arremeto contra el con un puñetazo en el estómago que lo deja aturdido. Agarro su brazo y lo retuerzo hasta su espalda. Crac. Roto. Los otros soldados me miran impresionada.
-¿Me vais a responder ahora señores?
Un soldado rápidamente levanta su pistola en mi dirección y antes de que me de cuenta tengo una bala en el hombro. Todo es rojo. Me caigo al suelo por la impresión. Qué cruel ironía. Otro soldado le regaña y le dice que llame al hospital. Uno me recoge del suelo, me resisto y grito pero me propina una patada en el costado. No veo nada. Siento que me esposan, mi hombro izquierdo palpita de dolor cuando doblan mi brazo hacia atrás, me desplomo en el suelo por segunda vez , dos soldados cogen mis brazos y me levantan arrastrando mis pies, tengo tanto dolor en el brazo que me nubla la vista, solo veo puntos negros.
Cuando abro los ojos estoy en un coche negro. Mi mirada se fija inmediatamente en la pobre niña rubia que sigue en el suelo. Esta vez sus ojos están cerrados. Una lágrima de ira se derrama por mis mejillas.-Traigan a la niña de la Calzada- digo, pero me ignoran. Mi ira podría romper un edificio entero. Elevo la voz-¡He dicho que traigan a la niña!
-No-dice tajantemente el soldado que tengo al lado.
Intento protestar otra vez pero alguien me pone un pañuelo en la boca. Grito. Y duermo.
Me despierto aturdida en una habitación blanca de hospital. El estúpido soldado me drogó para que durmiera. Y la niña de la calzada. Recuerdo su pequeño rostro inerte, pálido , su mirada de terror...Quiero matar a alguien en estos momentos. Intento levantarme pero en seguida me reitero. Me duele todo. Recuerdo mi herida de bala y me encuentro con mi brazo izquierdo vendado sujetado por un pañuelo que envuelve mi cuello. Levanto mi camiseta para vez mi costado. Todo está lila, moretones envuelven casi toda mi cintura. Mis muñecas también están un poco moradas, por las esposas supongo. Alguien abre la puerta y bajo mi camiseta rápidamente escondiendo mi barriga. James entra y corre hacia mi cama. Parece preocupado y aliviado.
-Joder Ross, ¿Qué mierda has hecho esta vez?
Le miro impresionada. No tenía ni idea de que se preocupara tanto. Agarra mi rostro con sus manos y traza círculos en mi mejilla con su pulgar derecho. Me siento muy aliviada, increíblemente aliviada de que James esté aquí.
-Habían disturbios en las calzadas de mi calle y simplemente eché un vistazo...
-Cuéntale eso a otro idiota-me mira un poco enfadado- no me puedo creer que atacaras a un soldado y le rompieras el brazo. ¿Sabes en cuantos líos te vas a meter por eso?
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Dispara
Teen FictionSiglo XXVI, el mundo está consumido por el caos y la desesperación. El único objetivo de la sociedad es conseguir un futuro favorable para todos. La Tercera Guardia se hace cargo del poder para restablecer la paz y la estabilidad que todos sus habi...