capítulo único.

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Sus manos le dolían por el frío, estaban heladas y sus bolsillos no le proporcionaban el calor que necesitaba. Recordaba que su madre antes de salir le había dicho que se abrigara, pero Jimin no había hecho caso a ello y ahora se arrepentía.

Le gustaban los días nevados, pero el frío no. Y menos cuando salía sin un abrigo. Jimin soltó unas maldiciones dirigidas al momento en que se le había ocurrido salir a penas con un polerón ligero.

Para un niño de 14 años como Jimin, los días nevados significaban diversión por doquier con sus amigos, pero lamentablemente Jimin no conocía a nadie de por ahí. A penas hace una semana se había mudado a esa nueva ciudad con su madre y no había hecho ningún amigo aún. Pero aún así, quizo salir a dar una vuelta para pasar el rato. Conocía un parque cercano, recordaba haberlo visto a través de la ventana del auto en que había llegado por primera vez a esa casa gigante en la que ahora vivía. Decidió dirigirse allí, quizá encontraría algo en que entretenerse.

Cruzó la última calle que lo separaba de su destino, y por fin llegó. Soltó un suspiro, medianamente sorprendido por la nuve de vapor que salió de su boca al hacerlo, el frío era demasiado al parecer. Miró a su alrededor, el lugar estaba desierto, las resbaladillas se encontraban frías, húmedas y con mucha nieve encima, al igual que la mayor parte del lugar. Lo único que se veía más decente eran los columpios y Jimin optó por ir a uno. Se balanceaba lentamente mirando como pocos autos pasaban por la calle de enfrente, nada parecía interesante.

Un estornudo hizo que Jimin saltara en el asiento, su nariz le avisaba que al día siguiente se encontraría enfermo, con un resfrío severo, pero el niño ni siquiera le prestó demasiada atención al asunto.

-Hey, ¿Estás bien?

La voz de otra persona a su lado hizo que Jimin diera otro brinco. Miró y se encontró con un chico observando atentamente su rostro mientras el se recomponía por el susto. Exhaló el aire que tenía retenido y asintió con la cabeza, el otro sonrió levemente.

-¿Te importa si me siento contigo? - Jimin negó con la cabeza y el chico rubio se sentó en el otro columpio. - Soy YoonGi. Min YoonGi, ¿Cuál es tú nombre?

-Jimin. Park Jimin. - Jimin suponía que tenía su misma edad o quizá era un poco mayor, pero por lo que había observado, YoonGi no tenía más estatura que él. Así que su instinto le decía que estaba en lo correcto.

YoonGi comenzó a balancearse repetidamente en el columpio. Y Jimin hizo lo mismo.

-¿Qué edad tienes?- Preguntó el rubio a su contrario mientras seguía moviéndose en el juego infantil.

-Catorce. - Respondió Jimin. Sentía que los labios se le congelaban. - ¿Y tú?

-Quince.

No fue mucho lo que hablaron, pasaban los minutos y lo único que se escuchaba era el chirrido de las cadenas que sostenían el asiento. Jimin ya no aguantaba más el frío y se soltó un segundo de la cadena para pasar su mano por sus labios, en un vano intento por quitar la incómoda sensación helada de ellos, pero terminó por perder el equilibrio y prácticamente salió volando. Aterrizó de cara en la nieve soltando un gemido de dolor. Pensó que el otro se burlaría de él por ser tan torpe, pero aquéllo no ocurrió. YoonGi se desprendió rápidamente del columpio y fue a verificar si su nuevo conocido se encontraba bien.

-¿Te has hecho daño? - Jimin creía que sí, porque su mejilla ardía y supuso que tenía un rasguño en ella. - Ven acá.

YoonGi le tomó de la mano para levantarlo del suelo, le sacudió rápidamente la ropa y lo llevó a la banca más cercana del lugar, sentándose con él. A Jimin se le salieron un par de lágrimas al descubrir que tenía un dolor más agudo que el de su mejilla, encontrando así su pantalón roto en la zona de la rodilla y viendo ahí, unas heridas que sangraban levemente. No pensaba que había sido grave, pero dolía de igual forma. El rubio notó que Jimin estaba llorando y no supo que hacer.

-Hey, hey, no llores ¿Te duele mucho? - En realidad, Jimin si lloraba porque le dolía, pero parte de ese llanto era porque la vergüenza le estaba invadiendo por dentro. Asintió para despistar. - Debes tener más cuidado.

El mayor le dio un pequeño golpe en la cabeza con su mano. De lo cual se arrepintió después al ver que el otro lo miraba aún con los ojos llorosos y las mejillas con un leve color rosado.

-Lo siento. - YoonGi le tomó de las manos, sintiendo que estaban tan frías que fácilmente podían confundirse con cubitos de hielo. Las puso entre las suyas y las acercó a su boca, exhalando levemente su cálido aliento allí para intentar calentarlas. Hasta ahora no había notado que Jimin iba vestido solamente con un poleron ligero, imaginó que se estaba literalmente muriendo por el aire helado que en ese momento pasaba.

Jimin dejó de llorar.

Se olvidó de todo lo que había pasado sólo por esos segundos. Se olvidó de su caída, de sus pequeñas heridas y también del pequeño dolor que estás le causaban. Sintió, a pesar del clima espantoso, un calor agradable en sus mejillas y también en sus manos, gracias a YoonGi. Aunque, le parecía un tanto extraño que él, aún desconocido, estuviera haciendo ese acto tan. . . ¿Cómo decirlo? Amable.

-No hace falta que hagas eso. - Susurró Jimin. Su voz a penas salía de su garganta por la vergüenza que aún tenía en su sistema. Pero el mayor no tomó atención a lo que había dicho, una vez más dejó que el tibio aire que emanaba de sus labios cayera en las manos menudas del chico. Y cuando Jimin por fin sintió que ya no hacía falta que YoonGi siguiera haciendo eso, retiró sus manos levemente y las metió a sus bolsillos. Ambos sonrieron avergonzados.

-¡Yoon, nos vamos! - El grito de una mujer a lo lejos logró hacer el ambiente menos tenso. YoonGi suspiró y miró al chico a su lado, quien aún miraba el paisaje a su alrededor, sin tomarle mucha atención a que él debía irse.

-Bueno, Jimin, ha sido un gusto conocerte. - El rubio se inclinó hacía Jimin y dejó un pequeño beso en su mejilla, el menor sintió que su rostro se ponía cada vez más tibio. - Espero que podamos ser amigos.

-Lo mismo digo, YoonGi. - Quizo hacer lo mismo que el mayor, ni siquiera sabía por qué, pero pensó que esa sería una buena forma de agradecer el gesto que había hecho hace un rato. Jimin se inclinó hacía el mayor, pero YoonGi había movido su rostro demasiado rápido. Sus labios terminaron juntos. El más pequeño se separó de inmediato, con los ojos muy abiertos, y YoonGi por fin se paró de la banca y se despidió moviendo su mano en dirección a Jimin mientras caminaba.

Ambos se dirigieron por diferentes caminos. Felices de alguna manera y con las mejillas rojas a más no poder.

《7 años después.》

Un pequeño estornudo había hecho brincar a Jimin, quien estaba afuera de su universidad esperando por alguien para ir a casa. No pensó que ese día haría tanto frío, pero ahora incluso estaba nevando. Los pequeños copos de nieve caían sobre su cabello y su abrigo, haciéndole estornudar una vez más. Probablemente tendría un resfriado otra vez, como siempre pasaba en las epocas frías por ser tan despreocupado.

-Nunca cambiarás.

Su mano había sido tomada por otra persona, YoonGi le miraba sonriente haciendo que el mismo Jimin también sonriera. El, ahora chico de cabello color celeste, tomó ambas manos del menor y repitió la acción que había hecho cuando lo había conocido. Jimin rió y beso a YoonGi en los labios para después caminar juntos bajo la nieve que caía lentamente. Estaba de más decir que lo que había dicho YoonGi hace siete años se había cumplido, claro que eran amigos pero ahora esa relación había pasado a noviazgo y los dos estaban tremendamente felices de haberse encontrado.

A Jimin le gustaban los días nevados, pero el frío no.

Quizá ahora la nieve le gustaría más, porque le recordaba a su persona especial. Frío y pálido, de carácter fuerte, pero hasta él podía ser cálido sólo con Jimin.

《FIN.》

-' Snow ♡ yoonmin '-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora