Se han Ido

5 0 0
                                    


   A finales del año dos mil catorce y principios del año dos mil quince se escuchaban rumores de una de las peores guerras en la historia de la humanidad. Sin pensar que ha habido tantas guerras, el problema de esta sería, los tantos avances tecnológicos que nos llevarían a un caos. No fue hasta mediados del año dos mil quince que se declaró la guerra total, y con esta se declaró el final de los tiempos como los conocíamos.

   Cuando se declaró la guerra, el mundo enloqueció por completo, la tasa de suicidios era tan alta, que ya había ciudades declaradas inexistentes. Todavía recuerdo que en ese día, estaba yo trabajando en el techo de un local, me habían pagado una buena cantidad por tapar unas filtraciones, y de repente, un grito, tan amargo que dejo todo en silencio.

- ¡Se declaró! ¡Se acabó todo! ¡Santo Dios ¿Pero qué han hecho?!

   Comencé a ignorar lo que estaba pasando, simplemente pensé, otro loco más suelto. Termine rápidamente mi trabajo, quería volver a casa, con mis hijos y mi mujer, que aunque era una amargada, la amé muchísimo. Cuando terminé el trabajo, recogí mis cosas, mi caja de herramientas, me pagaron y el dueño me despidió llorando.

- Algo debe parar esto, alguien ¿Pero quién?

   Con sollozos seguía hablando solo, me largue. Cuando me fui, me detengo frente a una tienda de antigüedades, y es ahí que entiendo todo. Tienen un televisor prendido en un noticiero local donde es entonces que la periodista oficializa, la declaración de una guerra a nivel mundial. Es en ese momento cuando entiendo todo, entiendo él porque de la locura, salgo corriendo a mi casa y me encuentro con lo peor que nunca había pasado.

- ¡A la mierda todo! No viviré en un mundo así.

   Un hombre se lanzó y justo cae su cuerpo frente a mí. Desarmado como las piezas de un rompecabezas, por lo que se era un veterano, muchas una pierna y un brazo eran falsos, su cara pego al suelo, la sangre era demasiada, huesos, la gente alrededor como buitres y yo no hice más que vomitar. Eran como bacterias, la gente estaba buscando una salida, de camino a mi casa, pude ver ese suicidio, un hombre pegando le un tiro en la cabeza a otro y unos niños abandonados a su suerte, todo en menos de una hora. Y lo que me esperaba en mi hogar.

- Los niños...

  Mi mujer se encontraba desolada, sentada en una silla dando la espalda a la puerta y mirando desde un espejo esperando quien llegaba. Entre a la casa y ella lloraba, los niños.

- Se los llevaron, se llevaron a los niños, Arturo se los llevaron, dijeron que, ellos se habían inscrito ¿Pero cuando? 

   Todavía recuerdo sus lágrimas, nunca la había visto así, mi mujer es de esas mujeres con carácter de hombre, de macho, de cabrón, que no se deja de nadie, ni de mí. Verla así, fue lo que me hizo entender que no solo algo andaba mal, sino todo. ¿Dónde estarán mis hijos? me pregunte y aún me lo sigo preguntando.

(Toc...Toc...Toc alguien toca)

Emiliano: Soy yo, Emiliano

Arturo: Anda, entra. ¿Qué paso?

Emiliano: Arturo, nos tenemos que mover, nos localizaron otra vez y ahora sí que no tenemos, muchas opciones, los chicos me mandaron a preguntar que vamos a hacer.

Arturo: ¿Pero al menos saben quiénes son esta vez? ¿Están seguros que son los hombres de Barcaza?

Emiliano: No, pero no queremos correr riesgos, la última vez perdimos siete buenos hombres.

Arturo: No tenemos otra opción Emiliano, ahora mismo no estamos en posición de huir, di a los hombres que preparen sus armas, a las mujeres que entren a las cabañas con los niños, tendremos que esperar, y ver qué puede pasar. Saldré en un momento.

Emiliano Esta bien Arturo, les diré, pero no creo que estén contentos con esta decisión.

Arturo: Las decisiones las tomó yo, sino fuese por mí, muchos de ustedes estarían muertos. Nos quedamos.

(Emiliano se va a hablar con los hombres)

Emiliano: ¡Escuchen todos! Se ha decidido que nos quedaremos, preparen sus armas, municiones, no se atacara hasta estar seguro que es nuestro enemigo, recuerden que podrían ser refugiados como alguna vez lo fuimos muchos de nosotros.

Casta: Pero, nos estamos en la misma situación de hace algunos meses, la mayoría de la gente ya anda en comunas, ya tienen bandos, no podemos permitir que se infiltren entre nosotros.

Emiliano: ¡Calla, mujer! Las mujeres estarán en las cabañas con los más pequeños, en esto no tienen nada que opinar.

Casta: A ti, te salvo el cuello, la mujer que ahora está ahí dentro con Arturo y que a causa tuya, se está muriendo. No tengas la desfachatez de mandar a quedar en silencio a una mujer, como si tu fueses capaz, de proteger a una, no me mandes a quedar con los brazos cruzados, cuando soy más fuerte que la mayoría de estos hombres.

Emiliano: Eso, díselo a Arturo.





Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 07, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Solo Un GolpeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora