Capítulo I: ¿Muertos Vivos?

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Leon
Me llamo Leon, soy un policía novato de 21 años y sirvo para el "Departamento de Policía de Raccoon City". Estoy transcurriendo mis primeros días como cadete en la policía local y ya me han adjudicado mi primera labor.

Minutos después, le informan al novato por vía telefónica acerca de una ola de asesinatos que habrían sido acontecidos en los suburbios de la gran ciudad, horas atrás. Sin más rodeos, Leon debía estar allí lo antes posible para investigar los misteriosos eventos.

Luego de unas largas horas conduciendo en el Jeep, y con la aguja del indicador de gasolina casi rozando la reserva, llegué a la ubicación programada en el GPS.
Me asignaron como acompañante a una joven llamada Claire, la cual no me había dirigido la palabra en todo el trayecto. La muchacha se había empeñado en contemplar el exterior a través de la ventanilla del automóvil, haciendo uso de su brazo derecho como sostén para recostar su cabeza. Las inquietas sombras deformaban sus facciones, y, cada tanto, se detenía a mirar hacia atrás y volvía a apoyarse sobre el húmedo cristal... lo repitió desmesuradas veces y fue acaparando de a poco mi atención. Se la notaba muy paranoica, parecía como si algo de ahí fuera le preocupase.
—Hey chica, ¿te encuentras bien?
—Eh, sí, me siento genial, de hecho. Estoy un po-poco nerviosa, tu sabes, todo se siente raro desde que partimos de la comisaría.
—Tranquila, estamos juntos en esto. Por cierto, es la primera vez que te asignan a un caso de tal calibre, ¿verdad? Me quedé contemplándola mientras ella dialogaba; sus ojos eran azules como el mar, su cabello colorado, y sostenía una expresión neutra al mirarme. Ella no sabía nada de mí, y yo no sabía nada de ella, me sentía raro y cómodo a la vez, era una sensación difícil de explicar, definitivamente quería saber más sobre la chica pero supuse que no era el mejor momento.
—Si, es mi primera vez, y por lo que me han informado también la tuya. <Saber que no era la única novata en esta mierda me tranquilizaba, me hacía ver menos inútil, o al menos eso sentía>
Nos encontrábamos en un sombrío descampado envuelto por nubarrones grises donde una nauseabunda neblina abundaba por sobre todo el entorno, y justo delante de nuestras narices, un largo y frondoso sendero nos daba la bienvenida con los brazos abiertos, rodeado por altísimos pinos por los cuales se reflejaba el destello de la luna llena.
Claire se detuvo para apreciar la bella luna y me acerqué a ella de una manera ingenua.
— Oye, ¿te sientes mejor ahora? le pregunté recostando mi brazo derecho sobre el tronco agrietado de un pino.
— De hecho, sí. Adoro la luna llena y los lugares tan pacíficos como este.
Definitivamente no estaba de acuerdo con la chica, el lugar era terrorífico de cojones y daba mala espina. Una extraña sensación de inquietud puso mi cuerpo en alerta; se me erizó la piel y mi corazón comenzó a bombear más fuerte. Respiré hondo y me adentré en el camino de mala muerte señalizado por crujientes tablas de madera colocadas en forma horizontal. Desenfundé la Matilda y la recliné sobre mi pierna derecha. Aceleré el ritmo y me puse en cabeza, Claire iba detrás de mi empuñando una flamante Browning semiautomática de 9mm, con 2 cargadores extras sujetos a su chaqueta color carmesí. Las inquietudes sobrevenían al avanzar, el eco de nuestros pasos y el soplido del viento resonaban en el abandonado y confuso sendero, acompañado de túrbidos gruñidos, que según la joven, eran emanados por algún animal que se encontraba detrás de los pinos secos color café que teníamos a nuestros lados. No sabía bien si aquello me tranquilizaba o empeoraba más la situación, pues no contábamos con que hubiera presencia de animales extraños cuando nos apuntamos a este trabajo. Lo único que teníamos esclarecido era que no nos encontrábamos solos en aquel ya no pacífico sendero.
Sosteniendo la linterna con mis temblorosas manos, me acerqué dando pasos firmes y pequeños hacia donde yacían los arbustos. Alcé ligeramente la barbilla, y al mirar más allá del penetrante reflejo de la linterna, visualicé una silueta inquieta, propia de una mujer, la cual reposaba sobre el pastizal de una manera muy peculiar por no decir extraña.
Impulsado por mis corazonadas pensé en acercarme para echarle una mano cuando Claire me tomó firmemente del brazo. La miré, pero ella estaba concentrada en aquella mujer. La analicé con detalle y me percaté de que se encontraba en un pésimo estado; su piel estaba pálida, con un tono verdoso. Gracias a la luz de la linterna pudimos apreciar un profundo corte de punta a punta que emanaba sangre profusamente desde su cabeza. Lo más aterrador fue el hombre calvo semi-desnudo que devoraba su cadaver salvajemente. Di un pequeño paso hacia atrás, tragando saliva, y Claire se detuvo en seco al asimilar la situación, quedándose completamente inmóvil. Dirigí el foco de la linterna hacia su rostro, a lo que la pelirroja me ojeó velozmente y se colocó detrás de mí; puse mi esmero en actuar con una fingida calma frente a ella, pues no quería quedar como un cagado con la chica, así que decidí enfrentar a lo que sea que estuviese detrás de aquel matorral. Con el corazón palpitando con fuerza y las pupilas dilatadas, me arrimé hacia los arbustos...
El hombre me miró reflejando sus ojos blancos; la piel del turbio sujeto estaba desgarrada y parecía podrida, su comportamiento se asemejaba al de un animal hambriento. Al tipo le costaba caminar sin perder el equilibro, este se acercaba hacia mí tambaleándose. Su hedor se hacía más presente en cuanto se acercaba.
Estaba a un metro de distancia de mi posición cuando trastabilló sobre los pastizales donde descansaba un tronco corroído. Sin dudar un segundo más, tomé coraje y le disparé un proyectil de lleno sobre su pecho, provocando que este soltase un gemido lastimoso y quedara convulsionando sobre el suelo. Pero... ¡El hijo de puta seguía vivo! se acercó hacia mi a rastras e intentó tomar mi pierna. Mis gritos se perdían entre los suyos.
¡Bang, Bang!sonaron los disparos en aquella noche de otoño.
Leon, ¡A un lado! —gritó Claire a modo de advertencia, y desprendió varios fogonazos certeros por la boca de su Browning que perforaron el cráneo del errante, concluyendo con la "muerte" de aquel cadáver ambulante.
¿Dónde aprendiste a disparar así? —pregunté de forma curiosa en un intento de saber más sobre la muchacha. Claire no dijo nada y dirigió su dedo trémulo hacia los pastizales; la comprendía, ambos estábamos alarmados.
Con un nudo en el estómago, caminé indeciso hacia los pastizales, y me percaté de que la mujer ya no estaba ahí. Un mal presentimiento me obligó a darme la vuelta, a destiempo, ya que ésta sorprendió a Claire con la guardia en bajo, causando que la pelirroja pierda el control y caiga sobre el húmedo forraje. Por suerte la chica supo como reaccionar y contraatacó con una patada poderosa desde el suelo, provocándole a la mujer un desvanecimiento instantáneo. No quería quedarme fuera de la escena y me acerqué eufóricamente para hundir mi navaja en su blando y nauseabundo cuello, del cual salió disparado un chorro de sangre de textura pegajosa que se derramaba lentamente por la manga de mi cazadora de cuero.
¡Genial! Mi chaqueta favorita está repleta de sesos, dije en un tono exagerado, a lo que Claire reaccionó tomándose la cabeza con su mano derecha —da las gracias de que salimos vivos de esta, estuvimos muy cerca de palmarla. Ambos suspiramos y nos miramos el uno al otro con un gran sentimiento de triunfo.

Claire
Leon fue el primero en ponerse en movimiento. Yo, por otra parte, todavía estaba sintiendo el subidón de adrenalina debido a la situación digna de una película de Hollywood que habíamos experimentado hace unos segundos. No podía creer lo que mis ojos habían visto. ¡Se la estaba comiendo, por el amor de Dios! Apreté los ojos y me obligué a calmarme.
Vamos Claire, no es buena idea quedarse, créeme.
Abrí los ojos y lo ví mirándome con una mezcla de amabilidad y cuidado. Asentí y lo segui hasta el Jeep. Al menos, hasta lo que quedaba del Jeep...
¿¡Qué carajos le hicieron a mi Jeep!? La reacción de Leon podría haber sido bastante graciosa si no necesitáramos aquella chatarra para salir cagando leches de este horrible lugar.
—¡Es sólo un rasguño! Solté irónicamente para burlarme del aspecto de su coche.
<Leon miraba su vehículo desde todos los ángulos posibles, agarrando con fuerza su preciado cabello mientras se maldecía a sí mismo una y otra vez.>
La noche estaba oscura y digna de una película de terror, las linternas de por sí no iluminaban lo suficiente. Un escalofrío me recorría constantemente la espalda pero el crujir de las hojas secas bajo mis botas de trabajo me mantenía sosegada, pues siempre me había gustado caminar sobre ellas desde que tengo memoria. Debía de haber escuchado a mi hermano cuando me aconsejaba: "Claire, este tipo de trabajos no son lo tuyo, tú no perteneces a este mundo, deberías de enfocarte en tus estudios". Creo que tenía razón, lo mío eran las motos y viajar sin rumbo a donde yo quisiera... pero ahora estaba aquí, y debía terminar lo que había empezado, ese también era uno de sus consejos y no iba a decepcionarlo al cien por ciento.
Tenía que haber un camino de salida cerca de nuestra posición, según las coordenadas que indicaba el mapa desplegado sobre el capó abollado del Jeep. Este podría llevarnos directo a la carretera, donde si todo salía bien, nos comunicaríamos con el Departamento de Policía, ya que no había señal dentro del puto bosque. Creíamos tener un plan de respaldo por si el primero fallaba; este consistía en esperar a que algún coche frenase y nos alcance a la ciudad, sí, no nos lo creíamos ni nosotros.
Comprobé por tercera vez el móvil, pero seguía sin tener cobertura. La única opción viable que encontré, muy a mi pesar, fue recorrer el terreno y maldecir cada cosa que se topara con mis botas marrones.
Leon estaba sacando sus pertenencias del Jeep mientras no paraba de quejarse. —deja de llorar como un bebé, tenemos que ponernos en marcha si no queremos terminar siendo una deliciosa cena de caníbales, dije en tono de burla.
No esperé a ver si me seguía. Agarré firmemente la linterna con mi mano izquierda, y utilicé mi otra mano para empuñar la pistola.
Cada tanto se escuchaba el graznido de un ave, o el incómodo sonido que emanaban las pisadas de una ardilla, como si corriera de un lado a otro quebrando las ramas secas que yacían en la tierra. Admito que tuve que hacer acopio de todo mi autocontrol para no saltar y gritar como una loca. Al menos me mantenían despierta a pesar de que me estaba muriendo de sueño, anoche no había podido pegar los ojos por culpa de los nervios.
Leon estaba muy callado, lo que originó un sentimiento de culpa en mi interior. Era consciente de que lo había tratado mal desde un principio, un poquito, con mi indiferencia y sarcasmo, y él en cambio, se había mostrado amable conmigo. Me di la vuelta, dispuesta a hablarle y disculparme pero mi compañero ya no estaba.

Resident Evil: ObscureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora