30. Esto es una locura (I)

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Mis pies eran incapaces de quedarse quietos. No podían estarlo ni un segundo. Se movían en todas las direcciones, caminaban por si solos, arriba, abajo, derecha e izquierda. El teléfono sonaba en mi oreja pero nadie lo cogía. Había colgado unas cuantas veces y segundos después había repetido la llamada, pero Carly no cogía el teléfono. Necesitaba hablar con alguien, necesitaba saber qué es lo que estaba sucediendo. ¿Porque cuando pensaba que todo estaba normal, volvían a aparecer nuevas preguntas en mi vida? Porque no podía disfrutar como una chica normal y salir por allí con mi amiga o novio. ¿He dicho novio?

Cuando aquella palabra rondaba por mi cabeza, una especie de cosquilleo invadía mi cuerpo unos instantes y luego desparecía. Es raro, pero me hacía feliz. Cosas así solo se sienten de vez en cuando.

Cansada de dar vueltas por el pasillo decidí sentarme en el sofá y volver a repetir la llamada. Sonó una vez, dos y cuando ya estaba a punto de colgar, alguien cogió el teléfono:

— ¡Hola! – Una voz dulce y aguda era lo que me esperaba, pero lo que me pareció escuchar fue una voz profunda, densa y grave a la vez. – ¿Todo bien, pequeña?

¿Pequeña, me acaba de llamar pequeña?

Mi cuerpo no se pudo no hacer efecto al escuchar aquellas palabras y en pocos segundos, este estaba acalorado.

— Ha...Hales – Soné un poco entrecorta al principio. De hecho mis manos empezaron a hacer cosas raras y mis labios no podían dejar de sonreír. Idiota. – Bueno...

— Eso no suena a mucha seguridad. ¿Qué sucede? – Antes de que pudiera acabar, él ya me había cortado.

— No es que este mal, en realidad ahora mismo tengo casi todo para estar bien. Aunque hay un vacío dentro de mí, que es inevitable, pero estoy bien. Te tengo a ti, a Carly y a Víctor. No podría pedir más. Pero, hay un pequeño estado de insatisfacción dentro de mí.

Tomé un suspiro y seguidamente sonreí de satisfacción. No iba a negarlo, el hecho de que le haya contado esto a una persona que estaba empezando a conocer y a querer me hacía sentir mejor. Más fuerte, siendo claros.

— Hay veces que las cosas tienen que ser así, ¿no crees que es un poco injusto que todo salga bien? – el sonido de su sonrisa travesó mi oído desde el otro lado de la línea. – Ahora mismo tienes que disfrutar de las cosas buenas que tienes, que llegará un día que se agotarán.

Dicho esto el silencio se apodero de la situación unos cuantos segundos y de repente, cuando estaba dispuesta a decir algo, escuché la voz de Carly.

— Bueno pequeña, piensa en lo que te he dicho. Nos vemos mañana que la loca me está quitando el... ¡Hola! – En un instante la voz cambió por la de Carly.

— ¿Que te estaba contando el tonto de mi hermano? – preguntó entre risas.

— Pues aconsejando, si se puede decir así.

— ¿Sabes? Es la primera vez que le escucho hablando de una manera tan cursi. – Tras aquellas palabras un empecé a escuchar un ruido extraño desde el otro lado de la línea. – Perdona, es que Hales me ha tirado un cojín.

Entonces estallé a risas.

— Que par de locos.

Estuve hablando con ella un buen rato, contándole las cosas que pasaban en estos momentos por mi cabeza, como nos había ido el picnic que ella misma había organizado...

En un momento sentí que sin Carly yo no era nada. Cada día que pasaba y la notaba cerca de mí me llenaba por dentro. Hasta ahora, tal vez no haya valorado tanto lo importante de una amistad. Sin duda, sin ella yo no era nadie.

Una carta para Melanie (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora