Capítulo I "Raúl Rizik"

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No soy alguien de sentimientos, ni mucho menos empático, no me gusta relacionarme con las personas a mi alrededor aunque mantengo una educación firme heredada de mi madre y perfeccionada por la educación que hoy gozo. Crecí hasta mis 7 años en un humilde barrio del sector de Herrera en Santo Domingo, pero luego nos movimos por casi toda la ciudad, pasé una gran parte de mi vida mudándome de un lado a otro y por eso he llegado a conocer a muchas partes de mi ciudad. Tuve que ser quien soy pues aunque para muchos cambiar tanto es una forma de crear una especie de entrenamiento para relacionarse con muchas personas. Por mi peso y mi apariencia tuve que crear una especie de mecanismo de defensa en el cual me sentía feliz, si a eso le podíamos llamar 'Felicidad', siempre estuve fuera de contexto y vigilaba todo el comportamiento de los demás desde mi perspectiva, desde mi burbuja.


Al salir de los que muchos llaman "Los años dorados" iba a entrar a un nuevo mundo al que pensé que me llenaría de ganas conocer, la universidad era una nueva oportunidad para comenzar, una nueva oportunidad para enseñarle al mundo quien es Raúl Rizik.


Pues ahí estaba yo, tres años después siendo el mismo de siempre, era conocido por muchos por mis notas elevadas y mi desenvolvimiento en la práctica médica, pues por alguna razón la medicina se me daba muy bien, aunque mis sueños fuesen otros.


Estoy perdidamente enamorado de una muchacha de mi clase de Sociología Urbana y aunque nunca sabré el porqué a los médicos les dan ese tipo de materia siempre pienso que es una forma de sacarnos más dinero. Me encuentro en una universidad de mucho prestigio y todos aquí gozamos de muchos lujos que en mis visitas a otras universidades nunca he visto, pero aun así no tomé esta por decisión propia ya que fui obligado y ¡SI! Aún en el siglo XXI existen personas que son obligadas a una universidad y una carrera.


Las clases normalmente duran entre cien a ciento veinte minutos como mucho, pero para mí solo duran quince pues me encontraba siempre perdido en el pelo dorado y virgen de aquella muchacha.


Ahí está como siempre, tan hermosa y perfecta como Dios se esmeró en crearla, en verdad que aunque ella no pueda escuchar mis pensamientos me encantaría agarrarla y... ¡CLARO! Soy interrumpido por su perfecto novio que se encuentra a su lado, parecen dignos de una portada de revista la cual debería decir 'Raúl no estás ni cerca de ser como nosotros'.


Termina la clase y tengo que estudiar mucho, pues aunque en lo que tengo planeado no hace falta, hoy no puedo dejar ningún cabo suelto, debo seguir los días como siempre pasan, así nadie sospechara que algo pasa o pasará. Simplemente todo debe ser perfecto, nada de preguntas ni nada de señales y de este modo será como lo he planeado.


He terminado de estudiar y me percato de que es un poco tarde son casi las 9:00pm y tengo que llegar a mi casa a dar el último paso de mi plan y sin más me sumo en mi tan amada música, es el único lugar en donde me pierdo por completo. Estoy en paz por muchos minutos, pero toda mi paz se pierde por completo cuando tengo que entrarme en el grandioso sistema de transporte público que goza mi país.



- ¡FERIA! ¡FERIA! Vamos para arriba muchachones que hay espacio.

Así grita el cobrador de la guagua a la que voy a abordar y cuando me percato de que no hay espacio...

- Compai ¿Y yo?

- Súbete ahí, hasta allí que pal' de gente se desmontan.

De nuevo en la puerta, pues es que en este país y siendo un peatón, debes perder tu dignidad como persona educada, ya que te puedes encontrar con todo tipo de persona y el único consejo que te puedes dar tu mismo es mantener la tolerancia y la tranquilidad. Y cuando hablo de dignidad es que hasta la que tienes como hombre debes perder pues subido aquí y con el cobrador a mis espaldas que te da tanto cariño al son del movimiento de la guagua en este momento.

AtrapadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora