Capítulo 50 - Remeras de chico y yoga con el perro.

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*Azul P.O.V's*

Antes de que siquiera pudiera tomarme una foto con un fan, o incluso antes de que pudiera darme cuenta, estaba en la camioneta otra vez. Con mi dolor de cabeza, y Ross a mi lado.

Nos llevaron hasta un gran hotel, donde apretadamente, nos hicieron subir hasta el sexto piso.
Me empujaron a mi y a Ross dentro de una habitación, y cerraron la puerta. Gruñí.

Me senté en una de las dos camas de la habitación, masajeandome las sienes. Ross intento abrir la puerta pero estaba cerrada con llave.

- Siento que al firmar ese contrato le vendí mi alma al diablo. - Bromeó él, pero yo así lo pensaba.

Recorrí con la mirada el cuarto. En la mesa de noche, entre ambas camas blancas, se divisaban dos teléfonos celular. El mío y el de Ross, supuse.

Tomé mi celular, que no veía desde antes del juego de esa mañana, cuando me lo quitaron.
Sin pensarlo dos veces, marque el número de Bel, mientras que Ross revisaba las otras partes de la habitación.

Nadie atendió del otro lado de la linea, debí suponerlo, le habrían quitado el móvil.

- ¡Mira esto! - Masculló el rubio, desde el armario. Si, se había metido en el armario.
No pregunten.

- ¿Qué? - Respondí desde la cama, sin ganas de levantarme.

- ¡Mi guitarra! - Volvió a gritar, con notable emoción.
Salió del armario con una gran guitarra acústica.

- No es MI guitarra, mi guitarra eléctrica, pero es una de las mías. - La abrazo. - Te extrañe, bebé. - Y beso el puente de la guitarra.

- Ah, genial. - Bufé, enterrando la cara en la almohada.
Yo estaba completamente sucia. Barro en la ropa, que ya se había secado gracias al tiempo, el pelo enredado, el amoretado lugar donde la sanguijuela se me había pegado...
Me picaba el estomago, y al meter la mano por adentro de la camiseta descubrí hierba, largas tiras verdes de pasto.

- Voy a ver si hay un baño por aquí. - Dijo el rubio, dejando la guitarra sobre la cama desocupada.

La habitación era grande, y a pesar de la estación, fría.
No había televisión, pero si teléfono de línea. Un armario enorme, lleno de ropa y diversos accesorios. Y dos puertas que quien sabe a donde daban.

Ross entro por la puerta de la derecha, para volver segundos después. El no tenia mejor aspecto que yo, embarrado, y de pronto, las facciones de su cara parecían haberse comprimido hacia adentro por la preocupación que estaba segura que escondía.

- Balcón. - Comentó, dejando esa puerta abierta y pasando hacia la otra. - ¡Lo encontré! ¡Un baño! - Masculló.

- Ni para tanto, solo son dos puertas, no es un gran descubrimiento un simple baño. - Bufé, levantandome de la cama.

Había manchado el acolchado blanco con el barro de mis calzas y todos los restos pegados a mi de cuando caí en el río. Me importaba muy poco, a decir verdad.

Estaba revisando la ropa del armario, buscando algo cómodo para cambiarme (luego de que pudiera darme una ducha, puesto que en esos momentos era Ross quien lo estaba haciendo), cuando escuché dos golpes claros en la puerta.

- ¡Alistados en 20 minutos, Rozul! Les toca dar entrevista. - La tediosa voz de Pia resonó por todo el pasillo. Su voz titubeaba, como si sintiera algún remordimiento por lo que estaba haciendo.

Los juegos de la fama {R5}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora