Capítulo 1

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Esta historia me vino a la cabeza durante mis vacaciones en un camping. Entre eso, la gran obsesión que tengo por Bechloe, y mi imaginación hiperactiva, era cuestión de tiempo que algo se me ocurriera. Es la primera vez que escribo algo sobre PP así que espero haber captado bien las personalidades y todo eso, si no, mis más sinceras disculpas.

Estaba originalmente planteado como un one-shot pero el fanfic me convirtió en su esclava y decidí dividirlo en tres partes para que no se hiciera demasiado largo. Narrado desde el punto de vista de Beca siempre. Las citas a la derecha que empiezan todos los capítulos, al igual que el título, pertecenen a una canción de Christina Aguilera: Hurt.
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You told me how proud you were but I walked away

If only I knew what I know today

I would hold you in my arms

I would take your pain away

Thank you for all you've done

Forgive all your mistakes

- ooo -

Abre los ojos y parpadea para enfocar la masa uniforme de color carne que tiene pegada a la cara. Poco a poco, con la luz grisácea que se cuela a través de las mosquiteras, logra...

Espera. ¿Mosquiteras? ¿Dónde...?

Oh.

Los recuerdos acuden en tropel a su todavía demasiado dormido cerebro, aturdiéndolo con un bombardeo continuo de sonidos, colores e historias inconexas. Las Bellas han ido a un retiro espiritual perdido en medio de la nada; o, mejor, han sido arrastradas a un retiro espiritual perdido en medio de la nada por una insistente pelirroja bajo la promesa de que eso es lo que necesitan para fortalecer los lazos que las unen, salir de ese mal trago y, ya de paso, ganar el Campeonato Mundial de Acapella.

Pero, ¿sinceramente? No es que les dieran elección alguna. Cuando a Chloe Beale se le mete algo en la cabeza, no existe fuerza en este mundo capaz de evitar que lo consiga.

Uh-oh. «Código rojo, Beca». Esa masa uniforme de color carne pegada a su cara se está moviendo y aire caliente choca contra sus mejillas. Se frota los ojos para volver a la realidad y lo primero que ve son unos labios. Unos labios finos, carnosos, de un rosa pálido, ligeramente entreabiertos y curvados en una dulce sonrisa. Prácticamente llevan un cartel de neón que ordena a Beca a mirar y cortocircuita la conexión entre cerebro-músculos.

Entonces, como si estuviera observándolo todo sumergida bajo agua, los labios se mueven y la sonrisa se ensancha, sacando a relucir dientes blancos como perlas. «Qué cliché», piensa. Saca la cabeza a la metafórica superficie y sus oídos se destaponan. Comienzan a llegarle sonidos: el ruido del aire fuera de la tienda de campaña, los pájaros cantando, los ronquidos de Flo, Amy la Gorda murmurando algo, las respiraciones sincronizadas de diez personas. Ha estado en muchas situaciones similares como para saber que le han hablado y no ha prestado atención alguna. No necesita que alguien se lo diga, directamente lo sabe. Es por eso que su mirada se despega a duras penas de los labios que la han hipnotizado y se desliza por unos rasgos ya conocidos hasta tropezar con unos ojos azules que brillan, divertidos. Y por billonésima vez desde que Chloe Beale se le acercó en la feria de la universidad con un folleto de las Bellas, no puede evitar preguntarse cómo demonios se pueden tener unos ojos tan azules y no ser un extraterrestre.

- ¿Huh? - pregunta, la voz ronca y espesa por el sueño.

La amplia sonrisa de la pelirroja se ensancha todavía más, de esa forma que solo adquiere cuando algo que sospecha demuestra ser cierto.

And I've hurt myself (by hurting you)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora