During Sleep

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La primera vez que pasó fue después de la ceremonia de purificación.

A Yukine no le gustaba recordar esa noche. Ni tampoco las acciones que le llevaron a ella. Cometer esos pecados bajo la excusa de ya estar muerto era algo de lo que realmente se arrepentía. Más al ver todo el dolor que tuvo que soportar Yato por su culpa. El hecho de haber tenido que ser encerrado por tres shinkis, casi convertirse en un ayakashi y haber hecho tanto daño a todos ya le hacía sentirse mal. Por eso no pudo evitar lamentarse toda la noche y todo lo que le restaba de "vida" si hacía falta.

Pero pasó.

Esa noche horrible pasó, la ceremonia de purificación con ella y las interminables disculpas de Yukine también. Las sonrisas de Kofuku y Mayu, las miradas compasivas de Kazuma y Daikoku, el abrazo de Hiyori y la mano de Yato en su pelo le hicieron saber que al fin había terminado. Lo decidió en ese momento. Que debía hacerse responsable de sus errores y arreglarlos, que quería estudiar y devolver todo el dinero que había robado. No se imaginaba que esas decisiones harían que su actual amo y Hiyori lloraran de emoción más tarde. Aunque no le dió importancia, porque desde esa noche había decidido seguir a Yato por voluntad propia. Aún si tenían que vivir como vagabundos durmiendo en cualquier santuario ajeno que encontrasen. Él le había dado un nombre y una razón para "vivir" ¿Qué menos que proteger a ese intento de Dios y luchar junto a aquel inútil?

No supo cuando pasó, ni siquiera estaba consciente en aquel momento. Pero había acabado durmiendose en el suelo del salón. Los dueños de la casa habían ido a despedirse de los shinkis que les habían ayudado y Hiyori se había ido hace un rato. No estaba prestando atención a lo que estaba haciendo Yato, solo se tumbó un momento para descansar. El simple hecho de haber estado toda la noche en la ceremonia de purificación gritando y llorando ya era razón suficiente para que cerrara los ojos casi al instante de tumbarse.

No sabía cuanto tiempo pasó allí, tal vez minutos o tal vez horas. Solo era consciente de que ni Kofuku ni Daikoku querían despertarle, de Yato no tenía ni idea. Se despertó durante un momento y fue consciente de donde se había dormido, no abrió los ojos. Podía escuchar las voces de la diosa de la pobreza y su shinki en el salón, pero no prestó atención a lo que decían. Más bien se estaba esforzando en averiguar qué era la calidez que sentía a sus espaldas.

Allí tumbado, Yukine podía sentir como su consciencia desaparecía de nuevo para volver a caer dormido. Pero sentía un peso raro en su cuerpo, algo que no podía identificar. Algo cálido que reposaba en su espalda y por alguna razón también en su costado. Se removió inconscientemente hacia esa calidez y sintió una respiración a sus espaldas. No se molestó en preguntarse quién o qué era, bien porque en aquel momento estaba demasiado cansado o bien porque esa persona ahora le apretaba más contra él mientras dormía. Su respiración le hacía cosquillas en la nuca y estaba casi seguro de que era su brazo lo que estaba enroscado alrededor de su torso para mantenerlo quieto. Aunque debería agobiarse e intentar zafarse de aquel agarre, hizo todo lo contrario. Tal vez porque quería volver a dormirse o porque esa otra persona no le molestaba en absoluto.

-Que monos, deberíamos echarles una foto.- Dijo Kofuku con entusiasmo.

Lo último Yukine lo escuchó sin darle la más mínima importancia. Simplemente se acomodó y dejó de pensar para seguir durmiendo como si nada. Aunque recuerda que lo último que pensó antes de volver a dormirse era que olía realmente bien.

Cuando despertó seguía en el salón y ya era bien entrada la noche. Lo único diferente que notó fue que ahora tenía un sábana cubriéndole y ahora Daikoku era el único que estaba en la habitación. El hombre le miró cuando se levantó y notó que le sonrió mientras se frotaba los ojos. No sabía que hora era y tenía la sensación de que se olvidaba de algo importante, aunque no podía recordar el qué. En el jardín se escucharon las voces de Kofuku y Yato hablando de algo. Hasta que la voz de su maestro sonó repentinamente emocionada.

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