¿Es esto una confesión?

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Era domingo, no había nada que hacer al menos yo, Mei tenía que terminar algunas cosas del consejo estudiantil, siempre tenía trabajo nunca podemos hacer nada juntas; ella estaba sentada en el sofá, su pelo estaba recogido en un moño para que no la estorbase, yo me encontraba sentada casi delante de ella leyendo alguna de las revistas de mamá, de vez en cuando echaba un vistazo por encima de las hojas para ver a la morena trabajar, no lo podía evitar, ¡iba provocando!, llevaba una de mis camisetas holgadas y esta mañana no llevaba pantalones, a ese ritmo no llegaría al lunes viva; todo iba bien, Mei no se había percatado de que la espiaba hasta que alguien llamo a la puerta, fui a abrir para que la chica de ojos violeta no se distajera de sus tareas, nada más abrir la puerta algo se abalanzo sobre mi y acabe tirada en el suelo.

¡¡Yuzu!! – grito una voz que no reconocí hasta que abrí los ojos

Matsuri, ¿Qué haces aquí? – la dije con un poco de enfado

Mis padres se fueron de viaje de negocios y me sentía muy sola en casa – la chica de pelo rosa puso una gran sonrisa pero no la duro mucho – Hola Aihara – al oír eso se me helo la sangre, me di la vuelta y vi a Mei mirando seriamente, sin dudarlo un momento me levante del suelo.

Hola Matsuri, cuánto tiempo – dijo la morena de forma cortante – Yuzu, iré a tomar un baño, ¿podrías preparar la cena? – hizo como se la pelirosa no existiera

Sin problema Mei, como se queda Matsuri tendré que ir a comprar algunas cosas – justo en ese momento la pelirosa se engancho a mi cintura – Yo voy contigo, sino me aburriré – asentí, vi como Mei ponía una expresión de decepción y entro al baño, cogí la cosas y fui con Matsuri a comprar; durante ese tiempo no pare de darle vueltas a esa expresión, seguro que había desaprovechado mi única oportunidad, seré tonta; estábamos ya en el portal, le di las llaves a Matsuri para que abriese por mí, llevaba demasiadas bolsas.

Yuzu, solo lo voy a decir una vez – la pelirosa sonrió – estoy aquí para robarte a Mei – en ese momento mi cara parecía un cuadro y ella se percato – llevas mucho tiempo y aun no has intentado nada asique he decidido atacar.

Casi se me caen las bolsas de la compra, entre en casa todavía con la cara del susto y deje lo que habíamos comprado encima de la mesa de la cocina, una mano se movió delante de mío, eso hizo que saliera del trance, enfoque la vista y lo primero que vi fueron los ojos violetas de Mei, mire más abajo y me fije en que solo llevaba una gran camiseta que la cubría hasta la mitad del muslo, estuve a punto de desmayarme, lo ha vuelto a repetir - seguiré haciendo el trabajo del consejo, avísame cuando este todo listo – asentí con la cara roja como una tonta; tuve que aguantar cuarenta minutos viendo a Matsuri intentando seducir a Mei, quiero mucho a esa pelirosa pero en ese momento no se me ocurría otra cosa más que lanzarla la sartén; al fin acabe de cocinar y las llame, intente que Mei se sentara lo más lejos de Matsuri pero ella se pegaba con una lapa, durante toda la cena estuve poniendo buena cara para que ninguna de las dos notaran mis celos, la cena duró más de lo esperado debido a que Matsuri no deja en paz a Mei ni a mí, no hacía otra cosa que lanzarme miraditas.

Yuzu, me gustaría tomar un baño, ¿puedo? – dijo la pelirosa con cara de niña buena

Sin problema, luego te daré ropa para cambiarte – en ese instante oí como un plato se rompía, di la vuelta y vi a Mei cubierta de curry, he de admitir que estaba para comérsela, bueno a eso no estamos, la di un trapo para que se limpiase – Matsuri no vayas al baño aun, iré contigo para quitarme el curry del pelo – al oír eso me pareció ver como mi alma se iba por la ventana, no reaccione a tiempo y la morena y la pelirosa ya estaban en el baño, lo único que podía hacer era esperar y rezar, rezar mucho para que Matsuri no hiciera de las suyas; tardan mucho – dije en mi mente, solté un soplido y me dirigí al baño, iba a hurtadillas, no quería que pensaran que las estaba espinado, lo primero que vi nada más abrir la puerta hizo que la cerrara de inmediato, Matsuri le estaba dando un beso en la mejilla a Mei y Mei sonreía, no me molesto el beso sino que sonriera, nunca ha sonreído cuando yo la besaba, suspire y respire profundamente, menos mal que ellas no me vieron, voy a hacer como si nada hubiera pasado, eso, no he visto nada – me repetía una y otra vez en mi mente.

Fui a la habitación, me cambie y me metí en la cama, habían sido muchas emociones por hoy, solo quería que fuese lunes y nunca pensé que diría esas palabras; ya estaba casi dormida cuando sentí que alguien se metía en la cama, ilusionada me di la vuelta pensando que era Mei y para mi decepción era Matsuri, se había acoplado por que la otra cama estaba rota, me volví a dar la vuelta para ocultar mi ceño fruncido. Eran las 2 A.M. y no podía dormir, solo pensaba en si Matsuri la estaba abrazando o al revés, necesitaba salir urgentemente de esa habitación, fui a la cocina para beber algo de agua y vi que se me había olvidado recoger los restos del plato roto, empecé por los trozos más grandes y por desgracia me corte con uno, ¡bien! No me podría ir mejor el día, no le preste importancia y seguí recogiendo hasta que una silueta se pare delante de mí y me ayudo a recoger, reconocería esa piel pálida, no se trataba otra que de la chica con los ojos violetas en los que tantas veces me había perdido, escondí mi sonrisa entre mi rubia melena, ¡¿Esconderme por qué?! ¡Yuzu reacciona!

Yuzu a veces pienso que eres tonta de verdad – dijo mientras sostenía mi mano llena de sangre por el corte – tienes que curar eso.

No es necesario, no es nada, estoy bien – aparte la mano y seguí recogiendo pero no puede, ella me agarró de la camiseta y me arrastro hasta el baño.

Esa respuesta no me vale, si no lo haces tú lo hare yo – dijo de forma tajante y ante eso no me podía oponerme, daba miedo.

Una vez en el baño me señalo la banqueta que teníamos detrás de la puerta para que me sentara mientras ella buscaba las cosas, yo la hacía caso como si fuera un soldado raso, tras un rato Mei se sentó en mis piernas y empezó a curarme el corte, mi mente tenía un gran dilema, centrarse en que Mei estaba a escasos centímetros de mi o el dolor que daba el agua oxigenada cada vez que tocaba la herida, fue una gran batalla pero se decidió por la segunda opción y así fue hasta que se acabo la tortura, gracias Mei, voy a seguir recogiendo y cuando acabe vuelvo a la habitación – la cogí de la mano para que se levantase pero se queda ahí quieta – si no los recogemos alguien se podría volver a cortar, vamos Mei levan... - la frase se corto, la razón no era otra que un beso de aquella chica, me dejo totalmente descolocada y a la vez no, era difícil de explicar.

Yuzu Aihara realmente eres muy lenta – me volvió a besar pero la separe.

Como dices, soy lenta asique necesito que me expliques que pasa – me sentí realmente mal por parar aquello.

Usar tu ropa, que Matsuri esté aquí, el baño, el curry, todo eso fue obra mía para ver qué harías pero ya veo que no hay forma de que reacciones – dijo mientras mantenía la mirada.

Baje la cabeza – todo esto fue por tu culpa – mi voz empezaba a tomar un tono de enfado, la morena se asombró un poco – no sabes lo mal que lo he pasado, y todo esto para que me fije en ti – la cogí de los hombros y la levante para que estuviésemos a la misma altura – tu eres la tonta si aun no te has dado cuenta de que no hago otra cosa.

Después de eso el silencio se hizo, pesado y tenso, como si todo se fuera a romper si una de las dos hablaba, eso hizo que algo viniera a mi mente, Mei se había declarado de forma indirecta o solo me lo parecía a mí, la mire a los ojos buscando esa respuesta pero no encontré nada, me separe de ella y me disponía a salir por la puerta y volver a la cama pero ella me agarró y me abrazó.

Claro que me doy cuenta, por eso hago tantas estupideces – su voz temblaba – muchas veces he querido abrazarte pero no he podido por miedo – me abrazó más fuerte – no sé cómo expresar esto.

Me di la vuelta para rodearla, quería que se calmara – a mí también me ha pasado y se la forma perfecta para tu problema.

¿Cuál? – su voz estaba a punto de quebrar

Solo necesitas dos palabras – puse mi mejor sonrisa – y son estas...

"Te quiero"


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