Roto

2.2K 123 12
                                    

Oikawa:

No puedo dormir.
Mi espalda ya está rota.
Mi ojos ven borroso.
Puede que por las lágrimas,
o porque ya sencillamente se han agotado, como el resto de mi cuerpo. Mucho esfuerzo desechado.
Mucho dolor que nunca se cura, porque comienza otro.
Mis brazos tiemblan y mis dedos comienzan a hibernar.
Ya no los siento, se han congelado.
Pero el tiempo no, nunca para.
Y yo no puedo seguir el ritmo, todo lo que empieza se acaba,
nada dura lo suficiente.
Por primera vez en mi vida, ya no tengo ganas de luchar.
Ni por mí, ni por nadie más.
Solo quiero que se acabe todo.
Necesito descansar de verdad.
Necesito.
No estoy bien.
No lo estoy.
Hacie tiempo que mis deseos de mejorar me consumen, quiero más, siempre más, y nunca he parado, hasta ahora.
Todos los días.
Más alto.
Más rápido.
Más fuerte.
Todos las noches.
Llorando.
Cayendo al suelo.
Derrotado.
Y es tan triste.
Y me siento tan triste.
Porque no mejoro.
No consigo mis metas.
Y sólo, sólo quiero que reconozcan mis méritos.
Nada más.
Quiero ser capaz de ganarlos a todos.
Quiero ser el mejor por una vez.
Nunca lo he sido.
Nunca puedo serlo.
Los odio a todos.
Siempre hago creer que pueden confiar en mí y que juntos nos haremos con la victoria, pero en realidad, ni yo creo que pueda ganar.
Por qué no puedo ser mejor.
No quiero seguir así.
Tengo que parar.
Tan sólo diez minutos y olvidar el mundo.
Porque no estoy bien.

-

A la mañana siguiente, Oikawa se levantó como todos los días, a la misma hora, pensando en lo mismo. Pensando que sólo era otro día más, otro maldito día más, que le arrastraba y destrozaba hasta llegar la noche.

-Buenos días, Oikawa.- la voz de Iwaizumi le hizo sonreír, no era una sonrisa real, pero pudo articular sus labios para imitar una.

-Iwa-chan! ¿Hoy te has puesto perfume?.- preguntó inconscientemente con su característica impertinencia.

-Mmm puede, qué más da.. .- apartó la mirada a punto de sonrojarse.

-Sí, que más da, ninguna de las chicas va acercarse a olisquearte.- hacer rabiar a Iwaizumi era una de las pocas cosas que le mantenía consciente, comenzó a reirse, pero cada carcajada le golpeaba por dentro del pecho.

-Serás idiota, te voy a.. .-Sonó el timbre para entrar en clase, cortando la probable agresión de parte de Iwaizumi.

Las clases se le hacían eternas.
Mientras su mirada estaba perdida en algún rincón del aula, su cabeza no dejaba de calcular la forma de aguantar en pie todo el día.

Llegaba la hora del entrenamiento.
Al mirar el polideportivo no sabía si se encontraba bien o mal.
Pero sabía que quería seguir jugando, hasta el final.

Su protector en la rodilla ya no era su único refuerzo, pues sus codos y hombros estaban cubiertos también.
Sabía que si Iwaizumi veía sus marcas, lo regañaría.

El entrenamiento acabó.

-Oikawa, ¿has acabado de ducharte? ¡Devuélveme el champú!.- Iwaizumi entró en su ducha sin reparo, pues no había nada que no hubiera visto antes.

-Oikawa.. .- Iwaizumi se quedó atónito. Su rostro esbozó una expresión entre horrorizada y preocupada.- Oikawa.. ¿qué has hecho?

RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora