Saturday

283 37 1
                                    

Calum observó fijamente el reflejo que el espejo le devolvía; pasó ambas manos por su cabello e intentó que la frustración por ser la última noche en suelo californiano y algo más, que no llegaba a descifrar, se le notara en el rostro.

Los rayos de luz de luna entraban por la ventana que estaba abierta de par en par; por ésta entraba un suave sonido a música.

Aquel día, lo habían pasado juntos en la playa, como si fueran una pareja normal.

Aún Calum no le decía que debía volver a Nueva York al día siguiente; sentía que si se lo decía, lo que había ocurrido esos días, desaparecería, como un sueño. Pero sabía que tenía que decírselo en algún momento.

Por eso, cuando Victoire comentó que esa noche la playa estaría dando una fiesta, pensó que ese sería el momento adecuado para decirle que esa sería la última noche que compartirían juntos.

Sacudió la cabeza, apartando cualquier tipo de pensamientos, y solamente dejó uno solo: el disfrutar de la noche con aquella chica.

Salió de su habitación y bajó a la recepción del hotel, en dónde se encontró a Victoire. Una sonrisa se posó en su rostro al verla ahí; no iba a mentir que estaba sorprendido de verla ahí, enfundada en un simple vestido corto pero voluminoso, de color azul claro.

Se acercó a ella y la saludó con un casto beso en los labios, que ninguno de los dos se lo venía venir; Calum se separó rápidamente y se rascó la nuca, nervioso ante lo que había hecho y esperaba a la reacción de la castaña.

Victoire simplemente se limitó a tomar su mano y entrelazar sus dedos, con un leve rubor en sus mejillas.

—Tengo que decirte algo—le dijo al oído, para que ella pudiera oírlo por sobre la fuerte música.

Dejó de bailar para poder prestarle atención. Él le señaló con la cabeza la orilla de la playa, donde no había casi nadie de gente, y en dónde podían hablar con tranquilidad.

Tomó la pequeña y suave mano de su acompañante y la guio fuera de la multitud.

Sabía que era el momento adecuado para decirle que mañana ya se iba, que nunca más se iban a ver, ya que ella, al igual que él, había venido simplemente de vacaciones.

Pero no pudo.

Cuando aquellos ojos verdes lo observaron detenidamente, ansiosos de una respuesta, él se limitó a decir:

—No sé cómo ocurrió ni cuando, solo sé que no quiero perderte.




Seven days; chDonde viven las historias. Descúbrelo ahora