Deberes + Compromisos

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Disclaimer: Hetalia Axis Powers pertenece a Hidekaz Himaruya.

Advertencias: Temática slash (hombre/hombre). Diferencia de edad (6 años).

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—Me gustaría seguir trabajando aquí.

Dije nada más entrar a la cafetería de Francis y verlo tras el mesón, leyendo una revista.

Levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos. Luego una disimulada sonrisa apareció en sus labios.

—¿Estás seguro?

—Si no, no estaría aquí.

—¿Lo has hablado con Rómulo?

—Sí, no ha puesto objeción alguna.

—¿Y Toño?

—Pues lo verás más seguido por aquí.

Francis no ocultó más su sonrisa y dejó la revista a un lado para luego acercarse a mí.

—Ya veo quien es el que lleva la relación —dijo y me guiñó un ojo. Sentí mis mejillas enrojecer—. Pues bien, bienvenido entonces.

Colocó ambas manos sobre mis hombros, con firmeza. Yo asentí con decisión también.

—Ahora, hablemos de algunas cosas, como tus horarios, tu sueldo y bla bla.

Ambos fuimos hasta una de las mesas del lugar, nos sentamos y comenzamos a conversar.

A pesar de que actuara con seguridad, por dentro estaba muy nervioso, pero feliz a la vez porque esto había resultado bien.

La verdad no sabía que esperar, porque simplemente en la mañana me había levantado y pensado: sería bueno seguir trabajando en la cafetería, ydespués de clases me hallaba aquí, frente a la puerta con las manos temblorosas y sin saber si lo que estaba haciendo sería bueno o malo.

Pensé que las cosas buenas superaban en cantidad a las cosas malas, por ello fue que entré. Y de momento no me estaba arrepintiendo.

Luego de pasar la tarde con Francis, hablando de contratos de trabajo y otras cosas relacionadas, cuando tocó cerrar la cafetería caminamos juntos hasta la estación de metro.

—Recuerda hablar de esto con Rómulo. Es mejor que esté informado.

—Ya lo sé.

—Bueno, si no lo haces tú, lo haré yo de todas formas.

Entrando a la estación nos tuvimos que separar.

—Nos vemos la próxima semana —dijo con una sonrisa.

Nos despedimos y cada uno se fue por su lado.

Ya en el vagón del metro y estando sólo, dejé escapar un largo suspiro. Fue la primera vez en todo el día en la que me sentía realmente relajado.

Saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Antonio con la nueva noticia. Por suerte me respondió de inmediato, felicitándome y diciendo que se sentía orgulloso de mí y otras bobadas más.

Cuando llegue a casa le conté al abuelo que me había ido bien en lo de Francis y me felicitó de igual manera. Feliciano estaba sentado viendo televisión, como siempre, por ende también escuchó.

—Cuando te paguen debes invitarme a salir —dijo sin despegar la vista del aparato.

—Ya quisieras.

—Si, nos debes invitar un helado al menos —apoyó mi abuelo. Le dediqué una mirada de molestia, a lo que él sólo sonrió divertido— ¿Qué días trabajas? —preguntó.

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