treinta y ocho . final

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―Despierta. ¡Despierta, por el amor de Dios!

Louis gritó enfurecido y empujó a Harry hasta que éste estuvo a punto de caer de la cama.

―Tengo sueño―refunfuño el joven de ojos azules.

―Tenemos que irnos―dijo Harry con tono exasperado. Estaba sentado en la cama, con una camiseta vieja cubriéndole el torso y la mirada perdida deambulando por la habitación, analizando cada rincón y cada detalle.

―Vuelve a dormir. No son ni siquiera las seis de la mañana...

―Louis, ha ocurrido algo.

―¿De qué estas hablando? ―musitó su compañero, adormilado y casi perdiendo la consciencia.

―No te duermas. Tenemos que ir a Tonbridge.

―Estás soñando, Harry.

―No estoy soñando. Creo que te ha ocurrido algo―entonces se levantó de la cama y se puso unos pantalones, buscó sus botas y se calzó, entonces tiró toda la ropa de Louis al suelo hasta encontrar su abrigo.

Louis abrió un ojo y se volvió en la cama.

―¿Qué quieres decir con "creo que te ha ocurrido algo"?

Harry se detuvo. Abandonó los últimos botones del abrigo y clavó su mirada verde sobre Louis.

―Estamos muertos.


***


Estaban en un tren, probablemente uno de los primeros que ese día salían hacia Tonbridge. Ambos se encontraban enfundados en sus chaquetas y abrigos. Harry tenía un tic nervioso en la pierna y Louis terminó de frotarse los ojos antes de hablar. No había tenido tiempo de lavarse la cara porque Harry lo había sacado de la habitación del hotel tan rápido que ni siquiera había tenido tiempo para asimilar que no estaba en casa.

Llevaba una semana con Harry, aislados del mundo, porque hubo demasiada presión sobre ellos desde que apenas eran unos adolescentes. Se conocieron cuando prácticamente eran niños, y cuando crecieron, se enamoraron. Harry le confesó su amor a Louis y no mucho más tarde, en una acción recíproca, Louis le susurró al oído que Harry era su mariposa, y que gracias a él había encontrado la libertad. Por aquella razón, Harry llevaba una mariposa tatuada en el vientre, y cada noche antes de cerrar los ojos, era Louis quien la acariciaba.

Eso mismo había hecho la noche anterior, un momento muy agradable y gesto muy dulce, sí, pero el despertar había sido todo lo contrario, y Louis aún procesaba el hecho de que se encontraba en un tren a las seis de la mañana en dirección a Tonbridge, un pueblo donde nunca antes había estado.

―Estamos en el tren. Ahora, por favor, ¿puedes explicarme a que ha venido todo eso de que estamos muertos?

―Lo he visto mientras dormía.

―¿Has visto el qué, exactamente?

―Parecía tan real...

Harry tenía la mirada clavada en un punto uniforme y vacío frente a él. Louis tuvo que sacudirlo para que reaccionara.

―Creo fue un sueño pero...

―No. No, no, no... ¡Harry, estamos en...!

―Lo sé, ya lo sé. Es una locura. Permíteme que no te cuente lo que he visto. Ha sido lo más maravilloso y horrible que he experimentado en mi vida, pero sea lo que sea, me pide que vaya hasta allí.

Mariposas Perdidas | Louis & HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora