SALON32

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"Y entendiesen que es que todos merecemos bien.  Que no existe una persona que no la deba de tener.  Ya que somos circunstancias que nunca elegimos ser"
               -Beret

Cumplir la mayoría de edad suele ser el sueño que tienen muchos mimados a los que sus padres les prohíben cosas con frecuencia, esperan ser "libres", ser reconocidos por su nombre; al cumplir la mayoría de edad dejas de ser "la hija de la señora de la quinta calle" o "el hijo del empresario" pasas a ser tú, tus logros, tus fracasos y tus sueños, o eso sería lo ideal. Ellos esperan una nueva vida en la universidad, conocer a alguien, enamorarse, tener un carro, formar un hogar y una familia, o en otros casos ser unos viajeros sin rumbos, sin frenos. Yo no sé qué esperar de esta nueva etapa, porque es la única que conozco, la etapa en la que tus padres te dejan. Crecer en un orfanato tiene sus ventajas, aunque estas quedan casi invisibles frente a las adversidades que trae este estilo de vida. Cualquiera creería que las personas frente a un orfanato están llenas de amabilidad y comprensión, tal vez sea así, tal vez soy alguien sin suerte , porque de eso no conocí nada.
Elena, ese era el único nombre que recordaba, un día entre sueños se me fue revelado, en ese instante creí que podría haber recordado a mi madre, fue el día que conocí la ilusión, pensé que tal vez no me abandonó, pero a veces es mejor no esperar nada, evita desilusiones.
Elena fue una madre adoptiva, según el reporte de la madre superiora, a la cual odie durante toda mi estadía en el orfanato, era una joven pareja en la que ella era estéril, me adoptaron durante seis meses o tal vez un poco menos, yo tenía tres años, al principio no tenía grandes recuerdos de esa experiencia, pero ahora tengo algunos bastantes claros.
Luego de tantos años, y con mucha madurez encima, sigo sin entender por qué alguien devolvería a un bebé, pero ¿Cómo juzgarlos? No serían los primeros que me abandonaron.
Mi señora madre lo hizo a penas nací, y por lo que tengo entendido ni ella ni yo sabemos quién puso el esperma. La madre superiora, que se auto nombraba la madre de todos nosotros, decía que debíamos amar a nuestros padres, que eran buenas personas que nunca tuvieron la intensión de dañarnos, era una extraña manera de inculcar el amor, prácticamente era un mandato, una obligación. Si la superiora tenía razón, que nunca se la daría, y existe un ser superior que nos cuida, nos ve y sobre todo, según ella, nos escucha desde arriba, espero que todas mis peticiones hacia mi madre le hayan servido, es la vida que ella escogió para mí, o tal vez es la vida que yo escogí para ella.

En un orfanato pegado a la religión como en el que estuve, la época más trabajosa del año era Navidad, en realidad, a partir de la quincena de diciembre ya estábamos en ojos de todos, era la temporada en que en vez de "la bajada de reyes" se daba la bajada de los candidatos, me atrevería a decir que conocíamos más personajes de la política que los estudiantes de derecho, los cuales se mostraban amables y dadivosos, llenándonos de regalos, siempre frente a las que no podían faltar, las cámaras de televisión, mientras más habían, mucho mejor.
El premio a los más felices de la noche era compartido por los personajes políticos, los periodistas y las monjitas del orfanato. En cuanto a nosotros, cada año era una experiencia agridulce, no era del agrado de nadie acercarse a un sujeto que nunca habíamos visto, y ser lo más cariñosos posibles, culminando con lo peor de la velada, "cerrando con broche de oro:el coro de los niños junto a nuestros amigos políticos que vinieron a alegrar nuestra Navidad" citando a la vieja superiora que dirigía el espectáculo , eso sí, la recompensa por nuestra hipocresía no era nada despreciable, juguetes a control, mucha ropa y comida; esto podríamos agregarlo a la pequeña lista de cosas para mí positivas aprendidas en el orfanato: "El fin justifica los medios"

Aunque la Navidad no era para nada buena, nada se compara a los cumpleaños, siendo aún más específicos al cumpleaños número doce, recuerdo la noche que apague las doce velas junto a dos niños y tres niñas, cosas de orfanato. Cumplir doce significaba dejar de ser adquirible, en mejores términos, dejabas de ser deseable, eran muy escasas, por no decir nulas las veces que una pareja se acercaba a adoptar a un niño mayor de doce, tu nivel de ternura moría a esta edad, tan simple y cruel como eso.
Siento que ascender siendo un huérfano es más complicado que sobresalir entre mimados de una escuela privada, ser huérfano es como ser el pobre mayor, careces de recursos, careces de educación, careces de amor.
Es deducible mi falta de simpatía con todo ese ambiente, durante años busque la forma de salir de allí, con más de doce inviernos encima supe que mi única opción, era la más difícil, esforzarme por conseguir una beca en la universidad de la zona y salir de este mundo, tuvieron que pasar ocho años para lograr mi admisión, ocho años en los que decidí que la mejor opción era negarme, negar quién era, no comentar de donde vengo, o que en realidad no sé de dónde provengo, he vivido con el rechazo de la gente desde mi primer día, siento que merezco un nuevo comienzo.
Hace dos semanas que esperaba este día, no sé si son nervios, nunca había esperado con ansias nada antes, pero evaluando que por la mañana comí en cantidades industriales, podría decirse que estoy experimentando ansiedad, o al menos eso asegura Google.
La ciudad es bastante pequeña y podría atreverme a decir que tenue, la mayoría de días amanecen grises y se mantienen fríos hasta caer la noche, una noche en la que se ven las estrellas envueltas en contaminación, es el foco de la industria de la región, con bastante población pero pocos puestos de trabajo según las noticias, aquí nadie tiene su trabajo asegurado y todos lo defienden a capa y espada, dispuestos a quemarse las manos al ponerlas al fuego, por lo que siempre encontrarás mucha gente apurada en cualquier calle, y más a esta hora, en la que se juntan los niños que van a la escuela, los empleados que van a esclavizarse, los borrachos desempleados que vuelven a casa, porque para la bebida nunca falta, una mentalidad bastante deplorable , y yo, elemento de el último grupo, universitarios. El cuarto que me asignó el estado se encuentra a una hora a pie de la universidad, cuarenta y cinco minutos con un poco de trote entre avenidas y, según me he informado, está a veinte minutos en carro, aunque claro esto no debería ser de suma importancia sabiendo que el estado no cubre el transporte, parece que al dejar de pertenecer al orfanato no hay más blanca Navidad para ti.

   La sala de recepción de la universidad es bastante pequeña y deprimente, una pequeña calefacción, una radio vieja y un escritorio de madera que es ocupado por un caballero bastante joven y atractivo,  al cual se me ha hecho imposible no mirarle durante los últimos minutos.
-¿Puedo ayudarte?- hasta el tono de su voz parece haber sido hecho justo y exclusivamente para el
-Vengo por el horario
-Así que tú eres "la beca de este año" del orfanato.
-Si, quisiera pedirte de favor que no comentaras mi procedencia, es algo que prefiero ocultar por el momento
-Me confundes un poco, pero no haría algo con lo que no estuvieras conforme- es todo un caballero, no me sorprendería  saber que tiene a muchas chicas con sus ojos puestos en el
-Te lo agradezco
   Luego de responderme con una sincera sonrisa se voltea a revisar los documentos en las gavetas de su escritorio, un sonido interrumpe este momento como sacado de película
-Discúlpame un segundo- Se retira de la recepción con el teléfono en mano, al caminar un poco por la sala me doy cuenta que es más que una radio vieja, están las fotos de todas las promociones de la universidad, separadas por facultades. Fijo mi vista en lo que espero sea mi futuro cercano, las promociones de mi facultad, una de las más reconocidas pero a su vez más exigentes de la institución, no era extraño ver que al principio de la carrera empiecen más de quinientos estudiantes y terminen solo ochenta, los exigentes son los que logran sus objetivos.
-Con qué quieres ser médico, es un camino complicado, espero que te adaptes rápido y logres terminar bien, muchos de los profesores parecen gruñones al principio, te recomendaría que los aproveches y les hicieras caso en todo, ellos tienen algo que no tiene precio, experiencia. Recuerda que la obediencia te condenará al éxito.  Por cierto, mi nombre es Jorge y si necesitas algo estaré dispuesto a escucharte-cuanta amabilidad, ¿me estará tirando onda ?- no sólo soy el recepcionista de la universidad, se podría decir que esto lo hago para conocer mejor a cada uno de los estudiantes desde su llegada, también soy el consejero- eso explica la amabilidad-y mi primer consejo sería que te apures, ya van a empezar la primera jornada, salón treinta y dos, clase de historia, el profesor no espera a nadie.
-Muchas gracias-y otra vez se despide con esa sonrisa sincera.
Siento que alguien más entra en la habitación, una niña fija sus ojos en mi, es bastante pequeña y lleva su cabello castaño bien trenzado. Veo como me observa de pies a cabeza y me sonríe con una sinceridad que pude reconocer al instante.
-¡Papa!-A pesar de su juventud, Jorge ya era padre, podría agregarlo a mi lista de amores fallidos, que buena forma de empezar la universidad.
El famoso salón treinta y dos se encontraba al final de la universidad por lo que tuve que correr un poco, era el salón más grande de la institución, en el solo se dictaba la clase de historia, y solo era usada por un profesor.
Me recibió un viejo canoso de semblante serio y amargado, sentí todas las miradas puestas en mí, y aunque me atrevería a decir que el salón estaba colmado por al rededor de trescientas personas, yo solo pude fijar mi mirada en esos enormes ojos azules, ocultos tras unas gruesas gafas, será un año interesante.

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2018 ⏰

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