Ruptura

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—¿Por qué no vendrás a cenar?— alejé levemente el teléfono de mi oreja— descuida, ya me acostumbré... No insinúo nada, simplemente has dejado que el trabajo te quite la vida personal... Olvídalo... No... Hasta luego— colgué.

Ricardo ha sido mi novio desde hace cuatro años, siempre había sido atento hasta que recibió la oferta de trabajo en ese despacho contable. Innumerables veces me ha dejado plantada y como esta noche, termino cenando y viendo una película asolas.

Me dejé caer en el sofá, comencé a ver la película, perdí el apetito pero el sentimiento ganó terreno en mí, no pude evitar llorar por la frustración de sentir un "noviazgo ideal" irse al demonio día con día. Con lágrimas apresadas bajo los párpados y un dolor irritante en la garganta dormí...

Desperté de manera abrupta, el corazón gritando fuertemente y el pecho en movimientos bruscos debido a mi acelerada respiración. Creí ser víctima de un mal sueño, pero la ventana estaba totalmente estrellada, aprecié una gran almohada de humo negro... muy cerca. Una explosión se había efectuado a unas cuantas cuadras de mi departamento. Sin pensarlo encendí la televisión en busca de respuestas ante semejante suceso. El canal de noticias me daba estática.

Otro estruendo nació en la calle externa del edificio, me asomé por la ventana, como vivía en el segundo piso pude apreciar con tal claridad el accidente, un vehículo azul se estrelló en la casa de enfrente. Con rapidez salí del edificio y me dirigí al vehículo. El piloto gritaba, ahogado en sangre, quise por dios que la agonía del hombre fuera por el choque, pero la realidad fue otra... Desde el asiento trasero, una niña devoraba la garganta probablemente de su padre. Suspiré, al parecer fuerte, la niña me dirigió la mirada rojiza, sentí el infierno en sus ojos. La sangre le desbordaba por la boca, con una bestialidad imponente comenzó a golpear el cristal, estrellarlo poco a poco. Me miraba. Me deseaba. Ansiaba desgarrar mi garganta.

Corrí hasta mi edificio pero me detuve en seco al ver a mi vecina estar parada en la puerta principal, me veía con el mismo infierno que la niña del vehículo. Emitió un grito muy agudo y casi ensordecedor, se echó a correr hacia mí. Seguí mi instinto y comencé a correr, a lo largo de la desierta calle. Doblé a la derecha unas cuantas cuadras más delante, honestamente perdí la cuenta, sólo podía concentrarme en huir de la señora Sofía.

Di con una de las principales avenidas, era todo un caos. Los vehículos atropellaban a la gente que huía de los caníbales endemoniados. Gente comiendo gente. Dándose las espaldas, pateándose y golpeándose entre sí. Gritos, chillidos de llantas, estruendos de choques. Un auto se volcó, un hombre, tras romper el cristal salió arrastrándose. Continué mi carrera, siguiendo a la multitud a través de una calle angosta. Un hombre golpeaba con rudeza a una mujer que se protegía dentro de su vehículo, se lo robó y aceleró, inútilmente pues chocó en una gasolinera de enfrente provocando una explosión devastadora para quienes se encontraban cerca.

Dos de ellos comenzaron a seguirme específicamente a mí, la gente simplemente continuaba corriendo, aquellos que estaban en interiores veían desde sus ventanas, escondidos en las cortinas y cobijados en obscuridad. Nadie se ayudaba. Literalmente, estaba sola. Continué corriendo. Estaba tan enfocada en no morir que no me di cuenta en qué momento el asfalto se convirtió en tierra y césped. Caí por un pequeño desnivel natural, rodé colina abajo. Me torcí el pie fue un dolor demasiado fuerte, ahogué el grito. De no ser por ese accidente, no sé si pudiera seguir con vida. Me arrastré con rapidez hacia un arbusto, mismo que utilicé como cobertura.

—¡Pero capitán! ¡Es una niña!

Escuché por detrás, con lentitud por temor a ser descubierta, me giro. Un hombre alto carga a una pequeña niña, aproximadamente diez años. Un policía les apunta con un rifle, mismo que tiene una linterna. La luz yace sobre la pequeña. El hombre intenta negociar. El policía levanta el rifle.

—¡Carajo!— grita el hombre girándose en busca de protección antes del disparo

El hombre cae llevándose a la niña consigo. El policía gana pasos hacia ellos, apunta al hombre quien yace en el suelo a unos metros de la niña. Un disparo más. Un tercer hombre ha intervenido.

No hay mayor dolor que el de ver a un hombre, derrumbado y con un terrible llanto, el dolor a flor de piel. El tacto. Tener a tu hija muerta entre brazos...


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⏰ Last updated: Jan 10, 2016 ⏰

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The Last of Us: Amanecer.Where stories live. Discover now