Prólogo.

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Una noche oscura y sola, era unos de los días en los cuales no se veía alguna alma vagar en los pasillos oscuros llamados calles.

Era un apartamento, segundo piso, número seis, eran dos jóvenes los cuales habían decidido mudarse juntos e iniciar su vida en libertad, chicos que se habían conocido en los inicios de la preparatoria, llevaban un rato de ser cercanos, aunque algunos pensaban que era demasiado pronto para que dieran ese paso, pero ellos negaban y decidieron hacer todo lo contrario; que grave error habían cometido.

Los problemas vienen y van, pero cuando se hacen frecuentes el ambiente comienza a ser insano, discusiones las 12 horas que tenían, pues el resto eran estudios y dormir, varias veces uno no dormía en la habitación por los problemas que le generaba ver el otro. Pero ese día fue distinto, la discusión fue más halla a lo que aparentemente era rutina de todos los días, el primer golpe apareció del más alto al más bajo de estatura, el delgado cuerpo del receptor cayó al suelo dando pequeños saltos sobre su trasero al impacto contra el piso, ambos rostros reflejaron cierto asombró, el joven que estaba sobre el suelo tenía su mirada sobre el contrario, cuando sus ojos comenzaron a brillar y cristalizarse por las lágrimas que querían escapar de los ojos comenzó a descender el rostro, bajando su mirada y plantándola en el suelo tapizado de madera, "Te odio", esas dos únicas palabras aparecieron en el silencio de la habitación del reducido lugar, el más alto intento acercarse pero al notar los ligeros puños ajenos sabía que tenía que alejarse para no lastimar más al ajeno, sin una sola palabra salió de la apartamento.

Los minutos pasaron en aquel lugar, el llanto era aparente en aquella habitación, lo único que se podía escuchar, reflexionando en que es lo que había escuchado, ¿qué era lo que había dicho en su arranque de ira?; al igual que el contrario se encontraba en el final de las escaleras, pensando en que era lo había hecho, sin error alguno era el que peor había actuado, decidiendo en la oscuridad que era lo que mejor que se podía hacer, hasta que escuchó una voz interrumpir el silencio de ese lugar, provenía de arriaba, llevó su vista a lo que lo llamaba y ahí lo vio, el joven a quien había golpeado de esa manera tan irracional lo llamaba por su nombre, aclamando por finalizar esas tontas y sin sentido discusiones y a cambio de eso un simple mino que consistía en rodear su cuerpo con los brazos, un abrazo, pasaron unos cuantos momentos sin recibir respuesta, decidió hacer algo por su cuenta y caminar hacia su adverso, cuando estuvo debajo del área de escaleras, a sólo pasos dio un respiro fuerte y camino acortando la distancia entre ambos a lo que el más alto respondió con un empujón para alejarlo y correr a la calle para alejarse nuevamente, a diferencia de la escena de unos momentos su contrario lo siguió, a pocos pasos de la orilla de la banqueta freno en seco para gritar el nombre contrario, que no cruzará la calle, demasiado tarde captó la petición, los huesos de sus piernas eran golpeados con cierta fuerza y cuando dio el primer parpadeo ya estaba su cuerpo sobre el aire y una superficie plana y fina, un auto acababa de golpear su cuerpo, atropellándolo, lo que cayo contra el pavimento fue primero su espalda, sintiendo y escuchando como sus huesos se quebraban, su cuerpo estaba tirado en medio del cruce, su mirada se posó sobre el cielo oscuro, no habían estrellas que acompañaran la vista, con pesadez movió su cabeza de donde había corrido, su compañero de habitación tenía su móvil contra su oído a la par que se acercaba con el rostro asustado y aparentemente tembloroso cuerpo, dejo caer su peso contra las rodillas y se acomodó a un lado, tomó la mano ajena con cierto cuidado para que la apretara, veía el rostro, los labios ajenos se movían pero él no escuchaba nada más que un sonido parecido al que queda tras disparar con francotirador, pero si podía responder con fuerza al agarre de las manos, después de unos segundos comenzó a ver borroso, su fuerza bajaba, hasta que sus ojos se cerraron y dejo de sostener la mano adversa, antes de caer escucho "Resiste maldita sea, no me dejes."

Caminos Cruzados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora