El camino a casa fue aún más largo que el de ida a la discográfica, aunque con los auriculares puestos y mirando la carretera se le hizo al menos un poco soportable, cerrando los puños cada vez que sus ojos se desviaban hacia el espejo y se obligaba a dejar de hacerlo, devolviéndolos a la carretera. Cuando el coche aparcó junto a la puerta, Arthur bajó y cerró la puerta a su espalda, justo al mismo tiempo en que Sam sonreía falsamente a la palabrería de Victoria y no pudo evitar reír al quitarse los auriculares y escuchar el tema de sus palabras. ¿Cuánto tiempo podría aguantar Sam una conversación sobre bolsos y zapatos?
Los ojos rasgados lo captaron y le sonrió con burla, dando media vuelta y entrando en casa con regodeo y las manos en los bolsillos.
-Estamos a punto de servir la cena. -Gustav le sonrió amablemente y Arthur le respondió de igual manera- Oh, bienvenida, señorita Green.
-Sí, gracias. -soltó con desprecio y le dejó el bolso sobre los brazos, tirando de la muñeca de Sam, que puso los ojos en blanco mientras la seguía al comedor.
Arthur frunció el ceño, cogiendo el bolso de los brazos de Gustav y caminó hasta el perchero, con intención de dejarlo colgado, sin embargo, miró hacia otro lado disimuladamente y lo dejó caer en el suelo. Gustav lo miró divertido y Arthur se llevó un dedo a los labios.
-Ha sido un accidente. -supo que Gustav iba a decir algo, posiblemente que eso no estaba bien, y por eso lo cogió del brazo y tiró de él hasta el comedor- ¿Qué hay para cenar?
-Hamburguesa.
Su estómago gruñó con hambre mientras se dejaba caer en su silla, frente a Sam y Victoria, que jugaba con los dedos de Sam, ignorando los bufidos del que creía su novio.
-Mayordomo. -chasqueó los dedos para llamar su atención como si fuera un perro, cosa que lo molestó tanto que abrió la boca y si no hubiera sido por la mirada de Gustav, le hubiera soltado unas cuantas cosas a la tonta rubia engreída- Yo con una ensalada tengo suficiente.
-De acuerdo.
Gustav hizo una reverencia y se fue, dejándolo cruzado de brazos. ¿Una ensalada? La miró fijamente, de arriba abajo, asintió para sí mismo y suspiró, recordando que se trataba de una modelo, de una chica que medía casi lo mismo que Sam y estaba más delgada que él mismo.
-Bueno, Arthy. -si ya odiaba como sonaba de boca de Sam, dicho por Victoria era simplemente horrible, igual que su mirada, tan falsamente amable que le daba asco- ¿cuántos años tienes? ¿quince?
Sam se rió y Victoria pareció orgullosa de ello, aunque también confusa y se sorprendió mucho cuando Arthur contestó.
-Diecinueve.
-¿En serio?
-Sí. -su irritación hizo gracia a Sam, que volvió a reír y aunque posiblemente no sabía cuál era la gracia, Victoria también rió, demostrando con sus gestos lo orgullosa que estaba de haber hecho reír a su novio.
Arthur puso los ojos en blanco y no fue la última vez que lo hizo en el poco tiempo que, por suerte, duró la cena. Dejó que Victoria se llevará consigo a Sam al sofá y les deseó buenas noches en un tono que quiso sonar falso pero que logró conseguir hacer amable, bostezó sin sueño y subió las escaleras, con ganas de ponerse los auriculares y darse un baño muy largo y relajante, cosa que hizo en cuanto llegó, hundiéndose en la bañera llena de agua caliente y sales de frutas.
Todo el cuerpo se le relajó en el largo tiempo que estuvo ahí dentro, tarareando lo que llegaba a sus oídos, dibujando cosas en el agua con un dedo, sin pensar en nada que no fuera la letra de la canción que oía. Cuando sintió que ya había pasado tiempo suficiente, salió lentamente, se secó con pereza y enrolló una toalla alrededor de su cintura.
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Hasta que el cuerpo aguante
Teen FictionArthur es un chico normal, con diecinueve años y estudiando en la universidad más barata de Londres, su único sueño es triunfar en la música. Pero su vida cambia cuando su madre se casa con el padre de Sam Lee, un arrogante cantante al que todos cre...