Capítulo 4

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Otra mañana de resaca se presentaba para la ojiverde. Qué pereza le daba la vida. Qué pereza le daba tener que ir al supermercado a por más ginebra y a la ferretería a por una soga. Hoy era el día en el que Lauren por fin se iba a morir.

Repitió su anodino ritual de siempre, ducha, chándal, deportivas, coleta, supermercado y esta vez, ferretería. Lauren compró una soga larga y resistente que terminaría alrededor de su cuello en cuestión de horas.

Llegó a su casa y sacó la cuerda de la bolsa. Era gorda, resistente y bastante larga. Lauren se rio porque pensó que esos también eran atributos de un pene. Desvió esos pensamientos y volvió a centrarse en lo que estaba haciendo, en esos momentos se sintió muy contenta de haber pertenecido a los Scouts e hizo un perfecto e impecable nudo. Pasó la soga por encima de la viga del salón y llevó el otro extremo hasta su cuarto, atándolo a la pata de la cama de matrimonio que tiempo atrás había compartido con Tom. Hizo una prueba, tirando con todas sus fuerzas de la cuerda y no se movió, ni la cama tampoco. Genial.

Puso la cafetera a calentar y se colocó su vestido y sus medias negras. Inmediatamente el café silbó y quitó la cafetera del fuego. Se sirvió una taza, le echó azúcar y se acercó hacia una de las pequeñas ventanas de su salón. Contempló la calle desde el 5º y vio el edificio feo y gris que estaba enfrente del suyo, posiblemente ese era el segundo edificio más feo de toda la ciudad, el primero era el suyo. Miró un rato más por la ventana apurando su café y cuando lo terminó se subió a una silla y ajustó la soga alrededor de su cuello. Cerró los ojos, pensó en su miserable vida y saltó de la silla.

A nadie le gustaría leer que fue el final de Lauren Jauregui y puedo aseguraros que no lo fue. Con el peso del cuerpo de Lauren la soga arrastró la cama de matrimonio hasta casi la puerta del dormitorio y la soga descendió, haciendo que Lauren tocase de puntillas el suelo de su piso mientras se ahogaba malamente. Una arcada sonó fuertemente y Lauren logró apoyarse bien y quitarse la soga. Qué fracaso. Se miró en el espejo de la entrada y vio que tenía en el cuello una gran marca roja con forma de la cuerda. Le dolía mucho y no podía respirar con normalidad. Se apoyó en el sofá y descansó un minuto hasta que logró recomponerse.

Vale, no había salido bien, pero no pasaba nada, solo tenía que ajustar de nuevo la cuerda y volvería a intentarlo, dejaría la cama donde estaba y haría el nudo otra vez, usando menos cuerda. Era fácil. Esta vez nada se movería, solo su cuerpo con un suave balanceo cuando perdiese la conciencia para siempre.

Lauren hizo lo propicio y volvió a subirse a la silla. Pensó que quizá debería dejar una nota, ¿pero qué iba a poner? y mejor aún, ¿a quién iba a ir dirigida? Quizá Camila se merecía una nota. No, si ahora se bajaba de la silla retrasaría otra vez el momento y ya llevaba bastantes días que no lo lograba. Justo cuando Lauren iba a saltar, los nudillos de Camila repiquetearon en la puerta.

"Mierda, mierda, mierda", pensó Lauren. La chica cogió la soga de la viga y bajó corriendo de la silla, dando un traspié y cayendo al suelo, pero se levantó como pudo y se dirigió hasta la puerta de su dormitorio, ocultado toda la cuerda debajo de la cama. Se apresuró a buscar un pañuelo y se lo puso para ocultar la marca que le había dejado la soga en el cuello. Se apañó el vestido y abrió la puerta, un poco sofocada.

-¡Lauren! Qué bien que estés en casa. –Dijo Camila con una sonrisa radiante. "Me gusta su sonrisa", pensó Lauren calmándose un poco.

La pobre chica de ojos verdes no pudo entender por qué se había bajado de la silla, por qué no simplemente había saltado y se había ahorcado. Quizá prefería hacerlo tranquilamente, sin saber que Camila estaba al otro lado tocando a su puerta mientras ella se quitaba la vida.

Con la muerte en los talones [Camren Mini-fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora