Sober

1.6K 197 80
                                    

Debían ser alrededor de las dos en la madrugada, Harry había salido a un bar y no se fue de ahí hasta que estuvo lo suficientemente ebrio como para olvidar todos sus problemas, lo necesario para olvidar un poco quién era. Sabía exactamente a dónde ir, sabía que a él le gustaban sus visitas. Él estaba enamorado de sus caricias y sus palabras, y poco a poco Harry también comenzó a enamorarse de esa hermosa mirada azul.

Llegó a la calle y caminó a lo largo de ella hasta encontrar el edificio, llegando a tambalear un poco pero sin caer. Presionó el botón correspondiente y esperó por una respuesta o el ruido del seguro de la puerta abriéndose. Sabía que estaría despierto, a él le gustaba el silencio después de la media noche, se lo había confesado alguna vez, decía que lo tranquilizaba, pero que también podía hacerle pasar malos momentos, donde comenzaba a pensar todo de más, rompiéndose poco a poco. Había sido testigo de ello y a menudo debía ayudarle a reconstruirse. En realidad era algo mutuo, había momentos en los que Harry se sentía completamente perdido y aquel chico había sido su rescate en todos ellos.

—¿Quién? —respondió la bocina por fin.

Su voz se escuchaba cansada, como si hubiera tenido un largo día, o tal vez era la noche que lo atormentaba.

—Déjame entrar. Ya sabes quién soy.

El seguro se abrió y pasó por la puerta. Las escaleras parecían revueltas e iban para todos lados, pero logró llegar al tercer piso, al departamento doce, ahí donde podía sentirse totalmente en paz, ahí donde podía esconderse y protegerse de su vida real y las toxinas que enfrentaba a diario y de las que intentaba escapar.

Bueno, tal vez no siempre.

La puerta del departamento estaba abierta, el rubio estaba sentado en el sillón viendo alguna película antigua en la televisión, con un pantalón para dormir y una playera de manga larga. El rizado lo observó fijamente mientras cerraba la puerta, pero el rubio no le había dirigido la mirada aún.

—¿Niall? —lo llamó, esperando alguna reacción de su parte.

Era la primera vez que lo encontraba viendo una película, sabía que no le gustaba ver la televisión solo. Normalmente estaba todo oscuro y se tumbaban en la cama, dejaban las palabras fluir y se dejaban llevar por los deseos de sus cuerpos. Nada de pensar, sólo vivir en el momento... Pero ahora estaba viendo la televisión.

—¿Ahora ves telenovelas? —dijo en un intento de hacerle reír, pero eso no sucedió.

—Es una película —respondió cortante el ojiazul.

Sabía que algo estaba mal, siempre lo recibía contento, con cálidas caricias y besos hambrientos. Pero no hoy. Se sentó junto a él, pero Niall no respondió con ningún gesto, sólo la mirada fija en la pantalla. Intentó tomar su mano, acariciándola antes de entrelazar sus dedos, pero el rubio la retiró rápidamente.

¿Qué demonios le sucedía? Harry frunció el ceño y lo analizó. Estaba completamente relajado, con la mirada al frente y la luz de la pantalla iluminando su blanco rostro. Sus ojos estaban fijos en la televisión, pero sabía que no estaba prestando atención a nada de lo que aparecía en el aparato.

—¿Sucede algo malo? —Esta vez intentó acariciar su mejilla, pero el resultado fue el mismo que anteriormente, tomó su mano y la lanzó lejos—. ¿Amor...?

—No me llames así —escupió.

Sus palabras lo golpearon de la nada y Harry lo miró sorprendido. Nunca le había hablado de ese modo, nunca con tanta... Frialdad.

—¿Qué demonios te sucede, Niall?

Esta vez, los ojos azules de Niall chocaron con los de Harry, de un hermoso color esmeralda. Harry había mirado los ojos del rubio millones de veces y sabía que nunca se cansaría de hacerlo, pero aquella era una mirada que nunca había visto jamás. Las emociones se revolvían en ellos como torbellinos que le dificultaban descifrar su expresión en blanco pero a la vez de todos los colores.

Sober ; narry osDonde viven las historias. Descúbrelo ahora