Trampa Inesperada

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Es Sábado y al parecer es un día libre para que cada quien haga lo que le plazca. Las cortinas de mi habitación son translúcidas, por lo tanto, el amanecer hace que me despierte muy temprano y luego no puedo conciliar el sueño de nuevo. Me levanté muy temprano y aunque no tenía nada que hacer, me arreglé y luego tal vez podría salir con los chicos a conocer un poco mas la universidad. Mientras despertaban, me dediqué a escuchar música y descargar algunos juegos en mi celular.

Eran las 10:00am y mientras yo estaba aburrido, esperando a que Morgan y Thomas despertaran, ellos solo parecían dormir mas profundo con cada minuto que pasaba. Traté de dormir de nuevo en el sofá de la habitación y mi teléfono sonó. Un número desconocido.

—¿Hola?
—¿Peter?— respondió.
—Si, ¿Quién es?— pregunté intrigado.
—Hablas con Dante, ¿No reconocías mi voz?
—No, disculpa la pregunta, pero... ¿De dónde sacaste mi teléfono?
—Morgan me dio tu número, espero no te moleste.
—Claro que no.
—Acabo de despertar, ¿quieres que hagamos el recorrido hoy?— preguntó Dante.
—Por mi no hay problema, ven en cuanto estés listo.— le dije.

Como era de esperarse, por fin dejaría de ser el novato que tiene que permanecer en la aplicación oficial de la Universidad, para poder con dificultad llegar a mis salones de clase. Después de 10 minutos en los que casi logro dormir de nuevo, la puerta sonó. Guardé mi teléfono, tomé mi mochila y abrí la puerta. Mi mochila casi hace parte de mí, guardo allí todo lo que necesito; es un poco pesada, pero mis hombros ya están acostumbrados a cargarla. Vi a Dante con unas gafas oscuras y una sudadera.

—¿Qué cuentas Pete?

¿Pete? Nunca nadie me había llamado así, incluso creí que se refería a otra persona. De alguna u otra manera, no me molestaba que se refiriera a mi así. Pensé por un momento, en que me gustaría ser llamado así por todos.

—El día está muy soleado y no te controlaste con los tragos anoche ¿Seguro que quieres hacer el recorrido hoy?— dije, pensando en la migraña que le iba a causar exponerse al sol, después de haberse embriagado la noche anterior.
—No hay problema, no es la primera vez que tengo que salir luego de unos tragos— respondió Dante.
—Ok. Entonces, vamos.

Dante asintió. Bajamos al sótano y luego de presumir todos los autos que le daba su padre, escogimos finalmente un auto. Un hermoso y costoso Ferrari 488 Spider de color rojo. El auto que cualquier joven quisiera para presumir con sus amigos y conseguir chicas. Entré al auto y un aroma a vainilla invadió el ambiente y por un momento envidié la vida de Dante. Se ve feliz, su padre tiene mucho dinero y su popularidad en la universidad... Todo se ve perfecto en su vida.

—Es mejor que te sostengas, Zeke no merece ir a menos de 50 kilómetros.— Presumió Dante.
—¿Zeke?— pregunté en un tono burlón.
—Con tantos autos, marcas y referencias, lo mejor es ponerles un nombre personalizado ¿No crees?
—Tiene sentido.

El sonido del motor cuando puso el auto en marcha, disparó la alarma de varios vehículos del sótano pero al parecer ya todos estaban acostumbrados. El recorrido inició y con solo salir del sótano, varias chicas hacían movimientos con su cabello y saludaban a Dante. Él se dedicaba a sonreírle a algunas y compartir su número con otras.

—Mira Peter, es simple: La universidad prácticamente se divide en cuatro partes. Al norte, encuentras todas las facultades. Al sur, encuentras los bares, lugares de ocio y entretenimiento como cine, algunos establecimientos para bailar y otros con una gran cantidad de juegos. Al este, encuentras los dormitorios de todos los estudiantes y las oficinas de los directivos. Por último, al oeste encuentras los sitios para comer y las tiendas de ropa. Obviamente son las mejores marcas, sabes que somos hijos de personas poderosas o por lo menos con dinero suficiente para poder pagar por esto.
—¡Suena como un paraíso, Dante!— exclamé emocionado.
—Bienvenido al gran sueño Peter. Ahora que te expliqué, es hora del recorrido.

Fuego ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora