Capitulo único

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Si no fuera por esta enfermedad que me está matando, estaría contigo allá afuera, donde el sol deslumbra y donde puedes sentir el viento chocando contra tu cara. Pero no puedo, y por mas que quiera no podré, el cáncer está a punto de alejarme de ti.

Hace casi ya un año que me diagnosticaron esta maldita enfermedad. Al principio me fue duro el aceptarlo, no quería hacerme los tratamientos, no quería ver a nadie, con suerte salía de casa, y cuando lo hacía era para beber mi bien amada cerveza.

Un día en el que estaba particularmente ebrio tú llegaste, me tomaste y sin delicadeza alguna me tiraste a una bañera llena de agua helada, provocando que la borrachera se me fuera de inmediato.

Y cuando esta se fue, el corazón se me partió al verte ahí, a mi lado llorando, tratando de que las lagrimas dejaran de salir.

-Liz, no llores- saqué una de mis mojadas manos y la pose en tus húmedas mejillas- ya no llores.

-No estoy llorando estúpido- gritaste, pero no rechazaste mi tacto- es sólo que... Solo que.

En ese momento comenzaste a llorar sin tapujos, yo a pesar de estar mojado te abrase, te escondí en mi pecho.

Ese mismo día me hiciste prometerte que comenzaría a hacer los tratamientos. Aún recuerdo que después de eso comenzaste a darme sartenazos por haber estado así de ebrio.

....

Cuando comencé los tratamientos aún estaba reacio a ellos, a veces no me tomaba las pastillas y las dejaba tiradas ahí, solo hasta que tú llegabas y me obligabas a tomármelas.

- Gilbert, tomate las malditas pastillas- me gritaste uno de los tantos días que no me las tome.

- No quiero, saben mal- yo estaba detrás del sofá por mera protección.

- Gilbert- me miraste sería- me prometiste que te las tomarías.

En ese momento, en tus ojos se pozo un velo de tristeza. Mi pecho, al verte de ese modo se apretó, así que no me quedo de otra que tomarme la condenada pastilla, todo para apoder ver una sonrisa de parte tuya.

....

La quimioterapia comenzó, la primera vez fue horrible, vomite muchas veces, el mundo me daba vueltas y vueltas, pero lo único que de mantenía fijo, eras tú, tú imagen a mi lado, sosteniendo mi mano.

-Oh mon ami, te ves terrible- esa vez Francis y Antonio fueron a verme.

-Cállate idiota- le respondí antes de vomitar otra vez.

- Como esperas que se vea- dijo Antonio- se ve como cuando va por la tercera botella de cerveza.

-Nunca tanto, ha estado en peores- dijo Liz con una sonrisa.

Esa sonrisa fue como el mejor analgésico que me podrían dar. Por unos momentos sentí que las náuseas se iban y que los mareos paraban, mi mente, por un instante se fue a tiempos remotos, cuando ambos éramos felices y sin preocupaciones por lo que vendría en el futuro.

....

Producto de los tratamientos mi cuerpo se ha hecho débil, apenas puedo caminar sin que me duelan los huesos, un resfriado cualquiera me manda al hospital.

- Mi cabello se ha comenzado a caer- dije mirándome al espejo.

-Eso no importa, ya crecerá cuando te recuperes- me diste un beso en la mejilla. Sin saber que mi blanco cabello nunca más volvería a crecer, porque nunca me recuperaría de esto.

Siempre Estuviste AhíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora