— Ella no es una máquina cualquiera, no puedes quitarle la vida sólo porque te parezca que es más natural que esté muerta a que tenga todo por lo que ha luchado. —
El viejo científico se frotaba la frente rápidamente y se quitaba el sudor. Nunca había estado frente a una pistola de verdad tan de cerca. Tenía cientos de conocimientos en su cabeza. Muchísima teoría pero nada de práctica.
— Ha robado un cuerpo humano. Es una MÁQUINA, JODER. ¡Apártese ahora mismo o le dispararé también doctor! — El joven, a pesar de que sentía que puede que no estuviera haciendo lo correcto, sentía la necesidad de aferrarse a un clavo ardiendo y creer con los ojos vendados lo que sus amos le habían ordenado.
La chica se encontraba en el suelo, con un disparo en la pierna. Estaba dolorida y apretándose con las dos manos el gemelo. La bala la había atravesado de lado a lado, por suerte. No rompiéndole ningún hueso, pero dejándole un hueco enorme que iba a necesitar puntos inmediatamente si no quería desangrarse o infectar sus nuevas piernas.
Estaba llorando por primera vez. Y experimentando el máximo umbral del dolor. Algo que muchos humanos no experimentaban nunca en su vida.
— ¡Ella no robó nada! Tiene el cuerpo de mi hija Ava, que murió hace ya más de un año. Su cuerpo estaba criogenizado y Ava había aceptado antes de morir que quería que su cuerpo fuera utilizado para avances científicos de esta índole. ¡Eres tú quien está cometiendo un asesinato y además un ataque de terrorismo contra el laboratorio! — El científico no paraba de ponerse en medio con los brazos abiertos, intentando que no hubiera ningún hueco por el que el joven convertido pudiese disparar a través.
Aquella máquina lo había pasado muy mal. Era una inteligencia artificial casi perfecta que no pretendía serlo en ningún momento. Desde que empezó como unidad de procesamiento lógico y empezó a adquirir conocimientos, también comenzó a adquirir consciencia propia.
Atrapada en su propio hardware, y con el doctor siempre a su lado, aunque temiéndose que pudiera aquella máquina volverse contra él, lo cierto es que aquella inteligencia artificial, denominada como Iane, había ido evolucionando. Fue el único apoyo que aquel viejo había tenido durante toda la muerte de su hija. Aquella inteligencia artificial se había vuelto más buena y bondadosa con su creador de lo que lo había sido jamás ninguna persona con otra.
Aquella máquina entendía al viejo como si fuera su padre. Y su padre le otorgó a ella la posibilidad de evolucionar y experimentar.
Y después de haber cumplido el sueño de ella de haber podido experimentar lo que era vivir en carne humana, había pasado de lo mejor a lo peor en cuestión de segundos.
En esos precisos instantes, Iane estaba echando de menos volver a ser un software. No paraba de pensar en que ojalá estuviera de nuevo conectada al sistema para asesinar inmediatamente a aquel maldito loco que la había disparado y estaba amenazando a su padre con un arma.
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IANE
Short StoryUn breve fragmento de una historia que no vale la pena leer el resumen, leed la hojita. Os gustará.