- ¡No! -chilló ella- Mi apellido se pronuncia MSATGENZ
El adulto la miró con simpatía y entre risas le contestó:
- Bueno Sofi, tené en cuenta que muy fácil de decir no es.
Sofía entrecerró los ojos, parecía cansada y además estaba enojadísima.
- ¡MSATGENZ!
Marcel se descolocó al ver qué enojada estaba, en cierto modo eso lo asustó. Para calmarla le siguió el juego:
- A ver... MSA... ¡TGENZ!, ¡Msatgnez! - sintió por fin expresarlo bien.
La niña sonrió, giró en sus propios pies y se alejó dando saltitos. Él respiró profundo, aliviado, lo había conseguido.
Sofía se fue a dormir y su papá a terminar con un trabajo.
Ya en su escritorio miraba los planos y sacaba cuentas pero no se concentraba.
- ¿Por qué no sé pronunciar mi apellido?, se repetía.
Empujó la silla y así terminó su día.
Se despertó relajado, bajó las escaleras y besó a su hija.
- Hola Pa - sonrió ella.
- Hola Sofi, ¿Cómo está mi vidita?
- Re bien. ¿Papi...?
- ¿Sí?
- ¿Cuándo vas a pronunciarlo bien?
Marcel sintió un puntazo bajo la nuca.
Pestañó fuerte tres o cuatro veces.
- ¿Valentina? ¿Dónde...? ¿Qué pasó?, ¿Es un hospital?
- Te desmayaste amor, el doctor ya viene.
- ¿Qué? ¿Por qué me desmayé? - dijo desconcertado- ¿Viene a ver qué me pasó?
No sin sorpresa Valentina le dijo:
- Amor, hace ya una semana que estás acá.
Él no lo creía y no recordaba la razón.
Llegaron los médicos, era su primer despertar y había que tener cuidado.
Ya estabilizado le contaron lo que le pasó.
Al saber que se desmayó frente a su hija de inmediato preguntó por la pequeña. La respuesta fue que ella lo había tomado con calma, que la misma Sofía fue quien le avisó a su madre.
Con todo Marcel no lograba recordar nada de esa mañana.
Al siguiente día tuvo una invitada especial.
- Mirá quién está aquí amor. - detrás de su esposa apareció Sofía.
- ¡Hola papi!
Corrió a abrazarlo pero él no correspondió, tocó a la niña friamente, casi de manera formal; su mirada estaba puesta en la mujer.
Valentina sacó rápidamente a Sofía de la sala.
- ¿Qué pasa? - le preguntó a su marido.
Ante la respuesta ella casi tuvo un mareo.
- ¿Quién es esa chica?
- ¡Marcel!, ¡es Sofía!
- ¿De qué hablás Valentina?, Esa no es Sofía.
Valentina insistió hablándole lenta pero seriamente: - Marcel... ella es tu hija.
- ¿Qué pasa acá? Yo sé quién es mi hija, ¿Cómo no voy a reconocer a mí hija? ¡¿Qué pasa acá Valentina?!
Llegó el doctor e intervino antes que ella pudiese reaccionar.
- Hola Marcel, soy el doctor Honner, tuviste
un traumatismo por exceso de estrés.
Con respecto a tu pregunta, es muy probable que al desmayarte frente a ella no la recuerdes, de ahí también la pérdida de memoria.
El médico le daba todas las explicaciones técnicas, Marcel cerraba los ojos y se contenía, dejó que hable, pero cuando terminó...
Abrió los ojos de golpe: - ¿¡¡Cómo no voy a recordar a mí hija!!? -insistió- ¿¡Está loco!?
El profesional trató de armonizarlo: - Marcel esto es común, le pasa a la mayoría tras un trauma; no tenga miedo, esté calmado, y con paciencia todo va a aparecerle de nuevo.
Dio por terminada la conversación, y le hizo una seña a Valentina para que se retiraran de la sala dejando reposar tranquilo al confundido hombre.
Marcel abriendo los ojos comenzó a pensar dialogando muy por lo bajo en su interior:
- No es Sofía, ¿por qué me traen otra persona? ¿Qué pasó Marcel? - se preguntaba.
Trataba de recordar pero mientras más lo intentaba menos lo lograba.
Claro que recordaba a su hija; pelirroja, enormes ojos azules. Eso le bastaba para no confundirla - se decía -, ¡confundirla! Cómo voy a confundir a mi hija. ¿Qué pasó Marcel?, la chica que trajeron acá tiene el pelo negro y ojos color café, su único parecido es... la piel muy blanca. ¡Pero por favor! -Gritó en su interior.
¿Qué pasó? Se repetía una y mil veces.
Valentina entró, él la tomó de la muñeca al verla: - Valentina, explicame qué pasa por favor.
No fue un pedido sino una orden.
- Marcel, no pasa nada, tuviste un desmayo y un golpe fuerte. Yo sé que es muy duro pero ya la vas a recordar.
Marcel se movió tratando de sentarse.
- Valentina esa chica es morocha, tiene ojos marrones ¡¡Sofía es pelirroja!!
- ¿Qué? - dijo ella.
Valentina prendió el velador.
- Amor estás todo transpirado, creo que tuviste una pesadilla.
Se tomó la cara con la mano y se dejó caer en la almohada.
- Sí, por Dios, fue horrible.
- Bueno ¿estás bien? - él asintió- ya pasó vida. Son las seis, ¿Te levantás o te quedás un ratito más?
- Ahora voy - dijo ya calmo.
Bajó las escaleras muy alegre; vio a su pelirroja hija y la abrazó tanto y ella sorprendida lo abrazó mucho más.
- ¡Hola Papi!
- Hola amor ¿Cómo estás?
- Re bien ¿Vamos al cole?
- Sí, ya vamos vida.
Salieron de la casa, Marcel la miraba por el espejo retrovisor y recordaba el sueño; sonreía por dentro, ¡qué locura! - pensó. Y que bien se sentía ahora.
- Ponete el cinturón Sofi - le dijo.
Valentina lo miró y le sonrió, lo acarició preguntándole si se encontraba bien. Él respondió con una sonrisa.
Dirigiéndose a la madre, la niña preguntó suspi- cazmente:
- Mami...
- Sí Sofi, ¿qué pasa?
- ¿Por qué papá no sabe pronunciarlo bien?
Marcel sintió algo en su nuca.
- ¿Pronunciar bien qué cosa vida?
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El Nombre De Mi Hija
RandomNo! -chilló ella- Mi apellido se pronuncia MSATGENZ El adulto la miró con simpatía y entre risas le contestó: - Bueno Sofi, tené en cuenta que muy fácil de decir no es.