Soñando contigo cómo todas las noches.

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Me encontraba metida en lo más profundo de mis pensamientos. Mi madre llegó a mi lado con un vaso de agua y una pastilla para que pueda dormir. Desde hace un rato estoy despierta y son las tres de la mañana. No quería y tampoco necesitaba dormir, sólo pensar.

—Skyler, querida —pronunció mi madre, y con una seña hizo que extienda mi mano para colocar la pastilla encima de ésta—. Tómate esto, ¿entendido? —Asentí con la cabeza—. Después acuéstate. Ya vendré a verte luego.

Salió de mi habitación. Sólo pude susurrar un "al fin". Necesitaba estar sola y pensar en lo que había soñado.
Exacto.
Soñé con él.
Pero aún no logro asimilar por qué ocurrió lo que ocurrió esta vez. Soñé que no conocía a Josh, que él a mí sí, pero yo a él no. Me preguntaba cosas como "¿te acuerdas de mí?"... ¿Por qué?
Recuerdo que antes de caer profundamente dormida, sólo pensaba en el hermoso mirar de Josh.
Pero terminé en un bosque muy bonito, estaba acostada haciendo figuras con las manos, y a mi lado, había un chico muy apuesto, sin duda, era él.
Tenía los ojos ligeramente cafés, con un toque verdoso. Algo así como avellana. Y era muy blanco, su piel era pálida pero bronceada. Y su sonrisa, su sonrisa era preciosa, ¡y ni qué decir de su risa! Su cabello se encontraba despeinado y su mirada tierna e infinita. Tomó mis manos para crear un corazón, las suyas formaban la otra mitad.
Y me besó, después de unos instantes de haberme mirado.
Pero mi reacción no es la que esperaba, por alguna razón me separé de golpe. Al parecer a él también le resultó extraño, porque tomó mi mano nuevamente y preguntó con delicadeza pero firme:

—¿Me recuerdas?

Y es ahí donde todo comienza a dar vueltas.
"¡Es él! ¡Es Josh, estúpida!", me grito una y otra vez. Pero mi subconsciente se niega.
Y desperté.
Al parecer la pastilla es buena, ya que, aunque no quería dormir, causó un efecto inmediato y pide conciliar el sueño fácil.
Abrí las sábanas y me arropé con estas.

{...}
<<¿Puedo ir a tu casa?>> decía el mensaje de Josh.
<<Sabes que sí. Sabes que puedes venir cuando se te antoje.>> respondí.

En tan sólo unos segundos ya se encontraba tocando el timbre, y no voy a mentir, yo estaba pegada a la puerta esperando su llamado.
Le abrí y sin invitarlo, él pasó. Lo miré un tanto ofendida por tal falta de educación, aunque, claramente, lo hacía bromeando.

—¿Qué veremos hoy? —No hay respuesta de mi parte— ¿Skyler? —sigue revisando las películas y yo sin contestar— ... —me mira—, ¿qué pasa?

—¿Cómo te atreves a entrar así? Entiendo que estés invitado para cuando quieras, pero ten por lo mínimo un poco de respeto hacia mi casa —le solté, aguantando la risa.

Él se lo tomó muy mal.
Dejó las películas donde estaban y me miró con vergüenza, me apartó la mano de la perilla de la puerta, negó con la cabeza, y salió, cerrando la puerta consigo.
Me asusté, y abrí de golpe.
Entonces lo vi parado, muriéndose de la risa.

—¡Hubieras visto tu cara! —se burla.

—Ay, cállate. O de verdad que te dejo fuera.

Se calmó enseguida y pasó.
Regresó a la misma cosa de hace un rato, tomó DvD's y comenzó a revisar uno por uno.

—Ésta se ve buena —y la asentó sobre la mesa— ... Ésta igual. —la puso con la otra— ¡Y Ésta se ve mejor!

De un manotazo apartó todas las posibles opciones para ver, dejándolas regadas por el piso.

—Más te vale que recojas esto después —me río.

—Claro.

Y puso la película.
¡Qué mejor opción que un montón de zombies!
Sin duda Josh lo disfrutaba, pero en mi caso, estaba más aburrida que nunca. Él se la pasaba gritándole al televisor, más que nada a los protagonistas, como si estos fueran a escucharle. No había más que tres personas luchando contra un Apocalipsis zombie y una de esas tres, era una chica (para mí mala suerte muy guapa y de buen gusto para Josh). Este se limitaba a mirarla y contemplarla en cada oportunidad que tenía, cosa que terminó por enojarme y comencé a gritarle obseninades a ella, así como él lo hacía con los demás.

—Hey, Hamilton, tranquila. —me dijo— No puede escucharte, ¿sabes eso? —se aguantaba la risa.

—¡Oh, claro! —me golpeo ligeramente la cabeza—. Ademas me olvidaba que tengo un amigo el cual le grita a los demás protagonistas, pero a ella no porque es súper guapa y encima la defiende.

Sí, estaba enojada.

—¿Celosa, corazón? —pregunta divertido.

—Para nada.

Una sonrisa diminuta apareció en su labios, y seguimos sin hablar hasta donde recuerdo, porque caí profundamente dormida.

«Corría sin parar y él me seguía detrás mío, gritaba mi nombre infinitas veces mientras reía a carcajadas. Me detuve sólo para observarlo, pero no estaba. Mis ojos se abrieron como platos y mis pupilas se dilataron a tal punto de dar miedo. Entonces sentí unas manos rodeando mi cintura y girándome para poder verle.
—Estás preciosa.
Me sonrojé, y una tímida sonrisa inundó su rostro.
Tomó mi mano y caminó conmigo a una bella pradera, era primavera y los dientes de león no hacían más que hacerse presentes en el momento. El brillante color amarillo del sol me representaba renacimiento y junto a Josh, la promesa de que la vida no es tan mala.
Me sonrió.
Y fundimos nuestros sentimientos en un inocente beso.»

Encontré mi cabeza reposada en el hombro de Josh y me levanté un poco para poder observar. Su cabeza la tenía hacia atrás con la boca ligeramente abierta, su brazo rodeaba mi espalda, cogiéndome por el hombro.
La película había terminado al parecer.
Miré el reloj y aún era temprano.
Mis padres no llegaban y eso me hacía sentir bien.
Me recosté de nuevo en su hombro pensando en la maravilla de sueño que tuve esta vez y no en la casi pesadilla de anoche. No podía quererlo más que ahora, mi amor por él ya era infinito.
Unas lágrimas recorren mis mejillas, cayendo en el pantalón de Josh, como es de esperarse, mi nariz comienza a escurrir causando algo de ruido y junto con eso, él se despierta.

—¿Pasa algo? —pregunta preocupado pero medio dormido.

—Nada importante —respondo, tratando de fingir una voz más o menos normal.

Josh se incorpora, se sienta bien y me abraza ahora con sus dos brazos.

—Dime, ¿qué pasó?

—Es sólo que soñé con nosotros.

—¿Y eso es malo? —hizo una mueca. Y no de asco, no de desagrado, ni de incomodidad, más bien de preocupación.

—No —mi voz era apenas audible—, claro que no —buscaba las palabras correctas—. La verdad es que fue fantástico.

Suspiró aliviado.
Nos acomodamos de nuevo dispuestos a dormir otra vez.
Pero antes de caer en un profundo sueño, le dije:
—Estaba soñando contigo, cómo todas las noches.

Y cuando me acomodé de nuevo, tuve la leve sospecha de que sonrió ante mi confesión.


Te quiero; más de lo que debería. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora