Capitulo 1

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La alarma empezó a sonar a las seis de la mañana. Tengo que hacer el esfuerzo para poder terminar las clases, ya que queda un mes de clases. Me siento en mi cama y bostezo, estiro mis brazos y mis piernas, me paro y dirijo al baño.

El espejo refleja una yo muy agotada por la secundaria, cuarto año no es fácil y los profesores se pusieron más que exigentes.

Mis ojos marrones están como apagados gracias a las grandes ojeras que tengo, mi pelo castaño claro parece la melena de un león. Lavo mi cara, mis dientes y me maquillo, me pongo corrector de ojeras, rímel, un poco de brillo en los labios y me peino.

Me coloco el uniforme del colegio que consiste en una pollera gris de tabletas, una camisa blanca con una corbata bordo, medias bordo, zapatos marrones y la campera bordo con el nombre de la escuela por detrás de la espalda "Ipet 252 Singapurg".

Salgo de mi habitación y camino por el pequeño pasillo de mi casa que solo tiene unos pocos cuadros de mi madre y de mí –ya que vivimos solo nostras dos- y entro a la cocina. Como siempre, mi mamá no está y me ha dejado el desayuno preparado. Mi mamá trabaja más de ocho horas en el pequeño hospital del pueblo para poder mantener la pequeña casa y familia que tenemos, solo nos tenemos la una a la otra.

Tomo mi te con las galletitas con mermelada y voy en busca de mi mochila que deje en mi habitación.

Mi habitación es el único lugar en toda la casa donde hay más vida, las paredes son de color rosa, aun conservo unos animales de peluches en estanterías en la pared, mi cama al frente de la ventana, mi escritorio en frente de mi cama y mi pequeño ropero blanco al lado de la puerta.

Miro por última vez mi habitación antes de salir y encaminarme por el bosque para llegar a la secundaria.

Mi rutina diaria incluye caminar por unos quince minutos y pasar el bosque que separa mi casa del pueblito. Mi casa es una vieja cabaña de mi abuelo, mi mamá no pudo conseguir una casa en el pueblo y lo único que nos quedo fue la casa de mi abuelo –que sabe dios a donde estará- hace mucho que no lo veo y que mi mamá no habla de él.

Llego al colegio apenas toca el timbre y entro apresuradamente para formar y saludar a los directivos.

— Buenos días alumnos –saluda el director a coro con la vicedirectora.

—  B-u-e-n-o-s d-i-a-s –respondemos todos a coro.

—Un aviso importante que les queremos dar es que tendrán un nuevo compañero, se llama Xavier y ira a sexto año —informa el director.

Como es un pueblito chico, somos muy pocos, tanto que en sexto año son solo dos chicas y tres chicos contando a Xavier. Todos somos amigos y compañeros sin importar la edad o el curso.

Xavier es un chico alto, su pelo es morocho, y lo que más me llamo la atención son sus ojos. Nunca había visto unos ojos así, eran tan raros y hermosos a la vez. Son de color ocre con unas pintitas verdes. ¡Lo que será ver esos hermosos ojos de cerca!

El chico nuevo se dio cuenta que me lo había quedado mirando y por eso me sonrió, le devolví la sonrisa y luego de eso entramos a nuestros respectivos salones.

En mi salón somos dos chicas y dos chicos. Marisa, mi mejor amiga y luego están los gemelos Juan y Julián. Somos el único cuarto año en toda la secundaria, luego hay un solo primero, al igual que un tercero, un quinto y el único sexto a donde Xavier va.

Los ojos de aquel chico no me dejaban pensar, es tan lindo, pero sus ojos lo son mas, nunca había visto unos ojos de ese color, y yo que pensaba que el color verde en los ojos era el más raro, ¡ja!

ShiftersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora