PARTE VEINTIOCHO

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Subimos a la azotea de la enorme casa de Mink para ver las estrellas. Tenía varios telescopios instalados en una pequeña parte del techo que daba la posibilidad de encontrar paz ahí en los sillones que tenía acondicionados. Nos sentamos juntos y dejamos que la suave brisa nos quitara el calor.

Me tomó de la mano y la apretó fuerte, me giré para verlo y encontré en sus ojos la tristeza de quien recuerda un pasado doloroso.

Le sonreí y correspondió, pero no alejé de su mente lo que lo perturbaba.

Recargué la cabeza sobre su hombro y el pegó su cachete sobre mi cabello. Era muy bonito el lugar, el cielo estaba despejado y la luna brillaba muy intensa sobre nosotros. Me sentí tranquilo como hace muchísimo no lo sentía. Relajé los músculos de mi adolorido cuerpo y traté de despejar mi mente de todo lo que estaba pasando a mi alrededor.

Me quedé dormido.

Era fácil estar con Mink, no me sentía presionado y menos me embargaba el miedo de verlo. Su compañía era grata y siempre me trataba con educación, me daba mi lugar y jamás me trató como los otros dos lo hicieron, como un pedazo de carne.
Estaba pagando por mi, sí, pero al menos tenía más consciencia sobre lo que yo pienso y quiero.

Me despertaron sus besos en la cara. Su aliento era tibio y su colonia olía bastante varonil.

Me retorcí en la cómoda cama antes de abrir los ojos, estaba muerto de cansancio y el tiempo que hubiera dormido no era el suficiente, necesité más.

Abrí los ojos y el brillo del sol me deslumbraron, ya era de día. Tallé mis ojos para visualizar la estancia, era su cuarto pensé, la cama era enorme y tenía un closet del tamaño de la pared.
Me senté y lo busqué con la mirada, no había nadie.

¿Fue un sueño el beso que me despertó?

Me levanté y miré dentro del baño, se veía el piso mojado y ropa sucia.

—¿Mink? —lo llamé.

Nada.

Volví a llamarlo pero un ruido de afuera de la habitación me alertó. Se escuchaba un murmullo.

Abrí la puerta y salí siguiendo la voz. Llegué a lo que parecía un estudio, la puerta estaba abierta, me asomé y lo vi sentado en una silla de oficina bastante lujosa dando la espalda a la puerta.

—¡Maldita sea! ¿No puedes dejar de insistir? Ya estoy harto de ti, tendré que ponerte una orden de restricción. Olvida lo que pasó y entiérralo en ese marchito corazón que tienes...

Ví que colgó y al mismo tiempo aventó el celular con violencia a la pared que tenía frente a él. Me asusté, desde donde estaba podía escuchar su agitada respiración.
Caminé de regreso a la habitación antes de ser visto.

¿Que fue todo eso?

Me senté en la salita que había en el cuarto y marqué al número de N.

Sonó varias veces antes de contestar.

—¿Estas bien? —preguntó —. Anoche ya no llamaste. ¿No te pasó nada malo?

Me sorprendió saber su preocupación.

—Tranquilo. Dormí en la casa de Mink, llegaré más tarde y ten calma, estoy perfectamente bien.

Suspiró a través del auricular.

—No tardes, quiero que todos cenemos juntos.

"Está bien" alcancé a decir antes de colgar.

Me quedé quieto viendo la pantalla del celular, pensando.
Nunca le he preguntado a Mink sobre algo más que no fueran trivialidades de su vida, no ha contado gran cosa de su pasado y ni yo he tratado de sacar el tema. ¿Cómo se termina el contrato de padrino? ¿Que pasa con los ahijados, así como así te alejas de él? ¿Nunca te has enamorado de alguno? ¿A todos los tratas como a mi?

Absorto en mis preguntas, me di cuenta muy tarde cuando Mink se estaba sentando a mi lado. Me abrazó y me besó la frente.

—¿Que tal dormiste? Estuviste toda la noche roncado y ni siquiera te moviste, así como te acosté, así te encontré en la mañana.

—Tu beso fue lo que me despertó.

Puso cara de extrañeza.

—No te he besado en éste día si no hasta ahora.

"Tal vez un sueño".

Dejamos el tema y me permitió bañarme en su regadera. También me prestó una playera ya que sus camisas y pantalones me quedaban grandes.
Desayunamos en su enorme e innecesario comedor y por el medio día, me regresó al departamento.

Toda la mañana, me platicó sobre los proyectos que nuestro CEO tenía para el grupo, equivalentes a más horas de duro ensayo. Sería pesado pero valía la pena.

De camino a casa me regresaron a la mente las preguntas que me hice una vez que vi un lado de él que no conocía. Tal vez si toco el tema me de las respuestas que me dan curiosidad sobre todo por esa llamada extraña.

Iba relajado en el asiento cuando solté la primera.

—Mink, he pensado que, ahora que estamos juntos, ¿Cómo termina la relación de inversionista-artista?

Traté de sonar lo mas indiferente que pude.

—Pues... —dijo.

Voltie a verlo y lo vi apacible manejando, su cara mostraba reflexión.

—...pues, depende la empresa, cada una hace un pacto con el inversionista donde se estipula la duración del contrato y cuáles son los beneficios que obtendrán de parte del padrino. No hay nada específico más que las reglas. ¿Por qué lo preguntas?

Me hice el desentendido.

—Curiosidad, se me ocurrió.

Quitó una mano del volante y la puso sobre mi muslo. Sentí un calor tremendo que me cubrió la cara.

Llegamos rápido y me bajé de la camioneta después de haberle dado un apasionado beso de despedida, lo vería hasta el jueves de la siguiente semana.

—Extrañare esa sonrisa —confesó —. Me estoy volviendo adicto.

Lo despedí con la mano mientras se alejaba. Tenía una boba sonrisa incluso cuando entré en el departamento.

Cerré la puerta y escuché mucho ruido en la habitación, caminé deprisa y vi como N y Ravi agarraban a Leo por ambos brazos inmovilizándolo, mientras éste pataleaba y gritaba que lo soltaran. Ken se sobaba la cara con dolor.

—¿N? —alcancé a decir y los 4 voltearon la vista hacía mi al mismo tiempo.

—Ahí estas maldito. ¡Necesito hablar contigo de cerca!

Gritó Leo antes de soltarse del agarre con el que lo tenían sujeto y abalanzarse sobre mi.

Gritó Leo antes de soltarse del agarre con el que lo tenían sujeto y abalanzarse sobre mi

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FAMA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora