Lluvia en la soledad

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"Cometiendo errores aprendemos, aunque a veces nos hacen cuestionar nuestra existencia."

Volví a mentir con una sonrisa, volví a traicionar con palabras a mi hermana.

Solo quería paz unos segundos, pensar en mí y aclararme. Bajo las mantas oía la lluvia chocar contra la ventana, la pequeña guarida de un ser sin escrúpulos de decir la verdad. Pero como le iba a decir a mi hermano que me iba a Japón a estudiar, que lo iba dejar encerrado con los depredadores para siempre, como iba explicarle que me sentía acorralada y que mi meta va antes que perder todo por lo que había luchado. Mis palabras él no las entendería, solo pensaba en si mismo, siempre fue así. Nunca me arme de valor para abandonarlo y dejar que hiciera su vida, pero ya habían pasado dos años y el tenia dieciocho, podía irme pero las preocupaciones según ahí y parecía que no cesaban con el tiempo. No era hora de mirar por el, si no por mi.

Era la hora de la cena, la hora en la que mencionaría mi gran viaje hacia el país del sol naciente.

-Tengo algo que comunicaros.- Ninguno hizo ademán de escucharme así que cogí el mando y apague la televisión haciendo que se voltearan y me miraran, antes de que pudieran reprocharme me alce de valor y seguí hablando.- Mañana a las tres del mediodía cogeré un avión a Japón y continuare mis estudios allí.

Todos de sorprendieron, mire a Dann que estaba perplejo ante mi noticia, luego a mi madre en sus ojos se reflejaba la negación de dejarme ir al final mi mirada se poso en mi padre el cual no mostraba ninguna expresión.

-¿Te vas? No te permito dejar esta casa así de fácil, eres mi hija y te quedaras.

Las palabras de mi madre eran frías como el invierno, pero no iban cambiar mi decisión.

-¿Por qué te vas? No quiero, quedate. Seré mejor hermano lo prometo.

-Mamá, me voy y tus ridículas palabras no can hacerme cambiar de opinión, Dann...lo siento.

-Cariño di algo, detenía!

Exclamo mi madre enfadada mirando a mi padre, entonces de dispuso hablar y cuando encontró las palabras decidió contestar.

-Creo que te ira bien, estudia mucho y no olvides escribirnos pequeña. Te extrañaremos.

Sus palabras nos sorprendieron a todos y de mis ojos descendieron lágrimas, mi padre no había estado de acuerdo en las cosas que hacia y era la primera vez en años que me daba su aprobación.

-Si papá!

Le conteste llena de entusiasmo, estaba feliz y a la vez triste. Esa noche la soledad se hizo con mi cuarto y mis lágrimas salían sin ningún descanso. Pensaba en las cosa que había vivido en esta casa, en mi pequeña ciudad de Ourense, todos los recuerdos se unieron esa noche para recordarme que nunca me olvidare de este lugar.

Alguien llamo a mi puerta y esa se abrió, el reloj marcaban las dos de la mañana. Por la puerta pude reconocer a mi padre y encendí la lamparita de noche.

-Papa...¿Que haces a estas horas despierto?

-No podía dormir y veo que tu tampoco pequeña. Te oí llorar y decidí traerte un poco de colacao caliente con nubes. ¿Te acuerdas que de pequeña te lo hacia después de que te despertabas de una pesadilla?

-Si- los dos comenzamos a reír y él me dio una taza de colacao mientras con la otra sostenía la suya, le hice un hueco en la cama y el se metió en ella, comenzamos hablar y recordar momentos de la infancia. Cuando nos dimos cuenta eran casi las seis y media de la mañana.

-Cielo, estoy orgulloso de ti, tu sueño era ir a Japón y estudiar allí y lo vas hacer, no podría estar mas feliz de mi pequeño renacuajo que de ha echo mayor, ahora deberías descansar y dormir para el viraje, te quiero.

-Yo también te quiero mucho papa.

Después de volver llorar caí en un sueño profundo.

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⏰ Última actualización: Jan 14, 2016 ⏰

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