Prologo
No estoy vivo, tampoco muerto. Tan solo me deslizo a través de este laberinto infinito llamado tiempo. No tengo idea de como regresar, he intentado cada cosa que se me ha ocurrido pero no puedo escapar de esta... dimencion. Aun así, quiero que sepas que no estas solo hijo. Siempre estoy contigo aunque no logres verme. He sentido tu miedo, tu tristeza, tu ira. Se que no harás caso a esto y que para ti rendirse no es una opción pero dejame decírtelo una vez más:
" NO ME BUSQUES"
No gastes tu vida en ello.
Adiós Elliot.
El joven doblo la carta y la guardo en uno de los cajones del gabetero y lo cerro de tal forma que proboco un estruendo que se escucho por todo el departamento.
Ya han pasado quince años desde que todo esto comenzó, desde que el resplandor surco los cielos de este mundo y se impregnó en cada célula de cada ser viviente pero fue a nosotros los humanos a quienes nos forzó a una evolución como jamas se había visto antes. Los enfermos sanaron, aquellos que perdieron las esperanzas de sobrevivir a ese mal que los agobiaba fueron sorprendidos con la cura del mismo y un grupo selecto de la población se volvió inmune a cualquier tipo de virus.
En un principio la gente hablo del milagro divino. De que esto representaba que la llegada de Dios y de la paz que este nos prometió estaba cerca. Tres años después, el infierno se desató.
Algunas personas desarrollaron de la nada habilidades inexplicables. Esta nueva raza pronto provocó el caos y confusión en cada rincón del planeta. Afortunadamente no son muchos los de esta clase y al cabo de unos años los gobiernos de las naciones mas poderos lograron controlar la situación.
Fue entonces cuando los altos mandos de estos gobiernos comenzaron a reclutarlos y usarlos como defensas militares de sus propias naciones y aquellos que se resistían eran asesinados por representar una amenaza contra la misma. Fue allí cuando dio inicio la cazeria...