Capítulo 1: Mi primer día.

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Hola, soy Mat, mañana es mi primer día que voy a un instituto nuevo porque nos tuvimos que mudar a causas de cosas personales, bueno, en fin, mañana es mi primer día de instituto y no conozco a nadie, estoy un poco nervioso, espero que mañana no llegue tarde a las clases, porque sino me moriré de vergüenza, aparte no tengo ni idea de donde tengo que ir, solo sé que mi taquilla es la número 28, bueno, ya le preguntaré a el niño o niña de mi lado para que me diga que hay que hacer.

Hoy me he despertado y casi no me ha dado mucho tiempo de desayunar, me he puesto cuatro galletas en el bolsillo de la chaqueta y me he ido corriendo a la escuela. Al lado de mi taquilla había un niño, parecía majo, así que le he dicho que si me podia acompañar a mi clase, si sabía cual era, me ha dicho:
¿Cómo te llamas?
Le he dicho mi nombre y me ha dicho que el se llamaba Hugo y que el también era nuevo, que podriamos ser amigos, y así es, nos hemos ido por las clases a preguntar donde teníamos que ir, nos hemos divertido y reido bastante, hasta que ha llegado el director para enseñarnos el instituto. Más tarde nos llevó a nuestra clase, habian dos profes, los que serian nuestros tutores. El director nos dijo que nos sentasemos en la última fila con dos niñas que teniamos al lado, le dijimos que como se llamaban la profesora y el profesor, nos dijeron :
- El profesor se llama Luis, pero tenemos un apodo para él que es Metralleta, jajaja, porque es tartamudo.
La otra niña nos dijo:
- Y la profesora se llama Lola, pero su apodo es tiburón, porque con esa nariz... Jajaja...
Los dos profes nos dieron el orario y nos fuimos al patio.
Después del patio no hizimos gran cosa, sinceramente, nada.
Llegué a casa mi madre y mi padre estaban leyendo los dos en el salón, me comí un par de kiwis y cinco galletas con leche. Como que no tenía deberes ni nada del cole me fui a dar una vuelta por la hípica del pueblo, allí también me encontré a mi amigo Hugo, que casualidad pensamos los dos, porque los dos nos íbamos al mismo sitio. Todo el mundo estaba en sus casas menos él y yo. Era un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cruzamos solos el paso de zembra y llegamos. Nos elegimos un caballo para cada uno, porque el día siguiente iríamos a montar, a dar alguna vuelta, a hacer una excursión, los dos juntos.

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