Dilemas de Amor

Las cosas del corazón, como: las parejas, citas, besos, noches largas... siempre han sido difíciles. He leído muchos libros con amores imposibles, tóxicos o perfectos; pero nunca me hubiera imaginado hasta què punto se puede complicar.

Todo era tranquilo y fácil hasta que te conocí. Fue verte y me quede sin palabras. No sabía que me pasaba. Mi cuerpo no obedecía a mi cabeza y ésta estaba volando muy lejos.

Aquel día estaba de fiesta con mis amigos y tú con los tuyos. Gracias a Marcos, hablamos por primera vez. Unas palabras simpáticas por aquí y unas bromas divertidas por allí. Reí mucho y más tarde nos pusimos a bailar. Cada vez que me mirabas mis mejillas se volvían rojas y agachaba la cabeza para que no me vieras. No le di mucha importancia. Y atribuí el sonrojo a los nervios de conocer a alguien nuevo.

Después de esa maravillosa noche, el mundo seguía girando como siempre y la gente seguía con su vida diaria; excepto yo. Tenía muchas ganas de verte o hablar contigo. El problema era que no sabía cómo hacerlo, porqué en la escuela nunca habíamos tenido ningún tipo de relación y no sabía si querías que te vieran conmigo. Por esa vergüenza acabé abriéndote por Facebook. Me acuerdo de la conversación que alargamos hasta la noche donde, antes de despedirme, te pedí tu número de teléfono. A partir de ese día hablábamos día y noche por Whatsapp.

Y, finalmente, me di cuenta que estaba perdidamente enamorada de ti.

Pasó un día, dos semanas, hasta llegar al mes.Demasiado tiempo sin hablar contigo, sin contestarte los mensajes; pero no podía hacer nada. Primero tenía que solucionar el caos de mi interior. Eso no fue hasta que un pensamiento fugaz iluminó mi camino: qué tiene de malo estar enamorada de ti? Nada! Esta fue, es y será la respuesta definitiva.Aunque nunca me imaginé al lado de una persona como tú, me enamoraste. Me enamoraste con tu simpatía, diversión, picardía, terquedad, belleza e inteligencia. En pocas palabras, todo un amor.

Siempre leyendo e imaginándome como sería mi príncipe azul. Y resulta que te tenía delante, princesa mía.

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