–¿Tu no comes nunca? –Pregunto Frank un día.
Él ya no recordaba en qué momento habían tenido esa conversación, solo tenía la certeza de que había sido hace varios años.
–No. –Se limitó a responder Gerard.
El menor frunció el entrecejo tratando de recordar la última vez que lo vio ingerir algo sólido. Gerard solía mentir para no sentir culpa o para ocultar las cosas que odiaba, pero frank no fue capaz de estar seguro si ahora decía la verdad o no.
–Pero siempre estás diciéndome que lo haga, entonces ¿Por qué no comes?
–Porque está muerto. Esta feliz ahora. No quiero ingerir su felicidad.
Frank volvió a fruncir el entrecejo y mirar al frente, los puños de Gerard estaban prolijamente colocados alrededor de su plato intacto.
–¿Por qué no? –Volvió a preguntar el menor.
–No es mi felicidad, Frank. –Responde pacientemente Gerard. Él tenía un ligero aspecto demacrado como cuando la falta de sueño hace que las ojeras se acentúen y que sangre no corra como es debido en tus venas.
Había mucha calma en su rostro inexpresivo. En ese tiempo Frank comenzaba a notar lo hermoso que era en realidad Gerard. Era perfecto, a su manera.
–¿No te asusta que alguna vez intente matarte? –Murmuro Gerard cambiando radicalmente de tema y perdiendo la vista en las demás personas en el comedor de Haut de la Garenne. De vez en cuando el mayor se giraba a mirar a su confundido amigo con una ligera sonrisa de ternura.
–No. –Musito Frank con los labios entreabiertos sin dudar ni un instante.
Gerard no dijo nada más, Frank volvió a juguetear con su desayuno y una cuchara. Ambos se miraron por un instante, había algo en sus ojos más cansados que tristes que los hacia verse casi iguales a la vista de cualquier persona común. Gerard dejo la mesa antes de que alguna monja se percatara de que estaba deshaciéndose de sus insulsos alimentos.
Frank lo imito unos minutos más tarde y posteriormente lo fue a buscar en el descanso de los columpios.
–¿Debería temer? –Pregunto Frank sentándose a su lado. –Es decir, ¿Quieres matarme?
–No, definitivamente no. –Lo tranquilizo Gerard, sus piernas colgaban en el aire y tenía la mirada algo perdida.
–¿Por qué no? ¿Tú no quieres hacerme feliz?
–No es por eso, Frank.
Gerard no se molesta en explicarse. El menor suspira pateando la arena bajo sus pies.
–No creía en la felicidad de todos modos. –Dijo Frank deslizándose en el columpio.
El mayor se estiro dejando un beso en la cabeza de Frank. El menor cerró los ojos con suavidad ante el contacto sutil y casi etéreo de la boca de Gerard en su pelo.
Quizás, se parecían más de lo que creían.
**
Gerard se despierta incluso antes de que la luz del sol salga. Sus ojos están acostumbrados a la penumbra y a la rutina.
Él se levanta perezosamente, se desnuda, se arregla las ropas. Su cabello queda exactamente del mismo modo en el que ha amanecido. Baja en silencio a preparar el desayuno y a despertar a los habitantes en la mansión.
A veces se pregunta porque no han contratado a un cocinero, las mucamas no hacen más que servir y preparar la mesa, a pesar de que él nunca ha sido excelente en la cocina, los habitantes de la mansión ingieren cualquier cosa que el prepare. Como desesperados caníbales.
ESTÁS LEYENDO
Black Colors
FanfictionEn el orfanato Haut de la Garenne uno de los castigos más comunes era la oscuridad. Porque lo único tangible en la oscuridad son tus pensamientos.