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Abrí los ojos, lo primero que vi fue a Luke, Calum y Ashton dándome aire con sus manos. Michael tenía un algodón con alcohol en el frotándolo en mi nariz.

Me había desmayado.

En cuanto vi a Luke me abalancé hacia el, tenía mis manos en puños dándole golpes en el estomago.

—¿Qué hiciste? ¿Porque? —deje de darle golpes y lo abrace, me puse a llorar en su hombro.

—Lo siento. —me limpie los mocos en su hombro y me separe.

—No. —lo mire e igual a los otros chicos y salí de la casa corriendo.

Corrí llorando hasta mi departamento, en cuanto llegue me encerré en mi habitación a llorar hasta que caí dormida.

————— • ————

Había pasado una semana desde la muerte de Gordon. Durante toda la semana me dedicaba a ignorar a los tres chicos especialmente a Luke.

Y en cuanto a Michael, nuestras conversaciones se hacían escasas y creo que hemos perdido la confianza que antes teníamos.

Me encontraba literalmente sola, sin nadie en mi compañía. Tal vez lo provoque pero me sentía resentida con todos.

Cuando llegue al trabajo, salude a Patricia, una señora de la tercera edad que limpiaba el area de administración y obviamente ignore la presencia de Luke que estaba en su escritorio como siempre.

Me vestí como la bella y salí sonriendo fingidamente hacia el parque temático de la bella y la bestia, donde ya se encontraba Michael moviéndose nervioso de lado a lado.

—¿Ebvie? —Me hablo rascándose la entrepierna del disfraz de la bestia.

—¿Si, Michael? —respondí mirándole donde se había rascado.

¿Qué? Es imposible no mirarlo cuando básicamente lo está apuntando.

—Mi mamá me hizo un pastel pero no lo podía comer así que te lo traje a ti, en la salida... si lo quieres, te lo puedo dar. —seguía rascándose la entrepierna. Me toque la barbilla pensando.

Era pastel, ¿cómo se puede negar?

—me parece bien, hasta en la salida.

Me aleje de él y camine hasta Animal kingdom, me encantaba esa parte de Disney World. Mientras caminaba vi a una chica rubia tratando de meter un pato a su bolsa.

Estaba patosecuestrando, oh por dios. si, esa es una palabra.

Como trabajadora responsable que soy me dirigí hacia ella.

—Disculpa. —le toque el hombro y en seguida volteo. —Usted está secuestrando un pato.

—Si te doy..—busco algo en su bolsillo— un dulce y te doy 20 dólares, ¿me dejas llevarme a este pobre pato?. —hizo un puchero.

—trato. — agarre mi dulce y mis 20 dólares de su mano. ¿Qué? Me toco el corazón. — Si quieres un nombre para llamarlo, te puedo sugerir algo. —le dije mientras sacaba el dulce de su envoltura.

—Claro, bella. —dijo distraída mientras seguía metiendo al pato en su bolsa.

—Se podría llamar Galileo o tal vez Rubén.

Disney; Michael Clifford. [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora