Capítulo 12

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Entro como un rayo a mi habitación y me apresuro a cerrar la puerta con llave. Poco a poco me voy resbalando por la superficie de esta hasta quedar sentada en el suelo de madera. Nunca me había sentido así.

Me siento como si me hubiera roto por dentro.

Mi mente no puede dejar de mostrarme esa escena. Sean y Milani abrazados. Ella sonriendo en su hombro, riendo, mientras él le decía algo al oído.

Es extraño cómo funciona el mundo. Hace unos días él era un completo desconocido para mí, un simple chico más.

Sin poderlo evitar mi mente viaja una vez más al recuerdo de Sean con Milani. Sean con Milani... Tengo ganas de golpear algo.

Sin más que pensar me cambio de ropa a una más deportiva, tomo mis cosas y salgo rumbo al gimnasio. Cuando llego, camino directamente hacia el salón tres. Uno de mis favoritos. Cierro la puerta tras de mí al comprobar que no hay nadie más, dejo mis cosas a un lado y checo el reloj de la pared. Tengo algo más de media hora antes de que el entrenamiento inicie. Perfecto.

Caliento un poco antes de empezar y me coloco las vendas en las manos al igual que los guantes. Comienzo.

Uno. Dos. Tres.
Uno. Dos. Tres.

Estoy golpeando el saco de box, cada vez más fuerte hasta sacar la furia que hay dentro de mi.

Uno. Dos. Tres.
Uno. Dos. Tres.

El saco se mueve más y más hacia los lados por los impactos al golpearlo más no me detengo.

Uno. Dos. Tres.
Uno. Dos.

La puerta se abre.

Detengo el saco de box con ambas manos y volteó hacia la puerta, es Diego. Me mira como si estuviera viendo un fantasma.
-Hola- su voz es inexpresiva pero puedo notar su acento marcado en cada palabra. Es español.
-Hola- saludo de vuelta aún con mis manos sujetando el saco.
-¿Qué haces aquí?-
-¿Qué haces tú aquí?- contraataco.
-Yo siempre vengo aquí, me ayuda a calentar antes de los entrenamientos.- asiento con la cabeza y miro el piso. Me pregunto si me veré tan mal como me siento.-¿Estás bien?- Al parecer no.
-¿Tan mala cara traigo?-
-Te has visto mejor- suelta una risa nerviosa.
-Estoy bien- respondo. La verdad es que no quiero seguir pensando más en esto. -Es la primera vez que hablamos- mis palabras le provocan una sonrisa por mi brusco cambio de tema.
-Ya se- se pasa una mano por el cabello y posa otra vez sus oscuros ojos negros en mi. - Soy Diego-
-Lo sé- suelto el saco y me acerco a él. - Soy Dahlia-
-Lo sé- me responde. Hay algo en la manera que lo dice que me hace ruborizar un poco.

Comienzo a caminar muy lentamente por la habitación mirando mis pies. Esto se está poniendo algo incómodo.
-Así que... Eres de los graduados- alzo la vista y me encuentro con sus ojos.
-Sí, soy más grande que tú- sonríe.
-Mm...- <Me pregunto por cuánto...> este se ríe.
-Tengo veinte años, digo, por si te preguntabas-
-¿Lees la mente o algo así?- lo molesto.
-No- Diego se pasa una mano y sacude su cabello.- es que es muy fácil darse cuenta, eres de esas personas que expresan todo en su cara-
-Demonios, eso explica mucho- ambos nos comenzamos a reír y yo me recargo en la pared que tengo detrás.
-¿Y tú?- me dice de repente.
-¿Yo qué?-
-¿Cuántos años tienes?- se cruza de brazos y se recarga en el marco de la puerta.
-A ya...tengo diecisiete- un mechón rebelde me cae en la cara y yo lo acomodo detrás de mi oreja. -Estoy por cumplir los dieciocho en unos días-
-Perfecto- me sonríe.
Y lo recuerdo. En unos días es mi cumpleaños, he estado tan ocupada pensando en otras cosas que casi lo olvido por completo. De todos modos nunca he sido de esas personas a las que les gusta festejar en grande, soy algo más...sencilla.

Nadie dice nada por un rato pero esta vez no resulta incómodo.

Esta es la primera vez que hablo con Diego y resultó ser bastante buena onda, la verdad no me lo esperaba.

Sigilosamente volteo hacia la puerta y me encuentro con este aún plantado en el umbral, me está mirando. Casi olvido por completo que  debería estar calentando si no fuera por mí. No lo pienso más y agarro mis cosas.
-No tienes por qué irte- me dice algo apenado.
-No te preocupes- me apresuro a decir.- Ya me iba- Estoy por cruzar la puerta cuando se me ocurre una idea. Me doy la vuelta y lo miro.
-Oye... ¿Te gustaría sentarte con nosotros hoy? En el almuerzo, ¿qué dices?-  Me mira y sonríe
-Me parece genial-
-Perfecto, entonces supongo que te veré luego- y con esto salgo del lugar.

Camino hasta las gradas del gimnasio y me siento en ellas dejando mi bolsa deportiva a un lado. Estoy mucho más tranquila que cuando llegue. Cierro mis ojos y espero. No pasa mucho tiempo cuando los demás chicos comienzan a llegar.

~Los elegidos~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora