Capítulo 5.

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Sung Kyu retrocedió un paso, confuso. ¿Qué eran esas voces? Y, ¿por qué conocían su nombre? Y otra pregunta mucho más atemorizante llegó a su cabeza: ¿quién era él en realidad?

Las risas se multiplicaron y Sung Kyu escuchó el crujir de las ramas unos metros por delante de él, como si alguien las estuviese pisando al caminar... Algo o alguien se acercaba.

—Te hemos echado de menos —susurró la voz en la oscuridad y Sung Kyu tuvo un escalofrío. ¿Él conocía a... lo que fuese aquello?

—¿Quién eres? —Sung Kyu miró a su alrededor. Las ramas de los árboles habían comenzado a agitarse—. ¿Quienes son ustedes?

—Oh. ¿En serio te has olvidado de nosotros?

Las risas sonaban desquiciadas. Y Sung Kyu creyó que el mismo se volvería loco si continuaba escuchando aquello. Pero... había escuchado eso antes... ¿Sí?

No son peligrosos normalmente, pero debemos estar atentos.

Sung Kyu se dejó caer de rodillas, llevando ambas manos a su cabeza, con los ojos fuertemente cerrados. El dolor había aparecido de improviso. Un dolor profundo, porque había recordado... y porque esa voz era la suya... ¿Cómo...? ¿Cuándo...? ¿Por qué...?

Una rama crujió delante de él y Sung Kyu entreabrió los ojos. Delante de él había un par de pequeñas piernas, enfundadas en un pantalón marrón y habría jurado que sintió unos diminutos dedos en su antebrazo.

—¡Alejense de él! —gruñó la voz de Nam Woo Hyun, apareciendo de la nada y tirando del suéter de Sung Kyu para ponerlo de pie.

Kim cerró los ojos de nuevo. El dolor sin remitir y pequeñas lágrimas bajando por sus mejillas.

—Es nuestro ahora.

—Será en tus sueños, Sad —replicó el rubio y Sung Kyu sintió sus manos en torno a su cintura—. Este chico es mío.

Y echaron a andar por el bosque.

Sung Kyu era capaz aún de escuchar las risas y los gritos, pero también de sentir las dolorosas pulsaciones en su cerebro. Era como si alguien lo golpease cruelmente desde el interior cada vez que él intentaba recordar algo...

Woo Hyun no dijo nada hasta que estuvieron de regreso en el jardín de la academia. En casi total oscuridad para entonces. La hora de dormir debía haber pasado ya.

El rubio lo soltó, mirándolo fijo mientras Kim abría los ojos.

—¿Estás bien?

Sung Kyu asintió. Le dolía la cabeza, pero como siempre un buen sueño...

—Gracias a la luna.

Y sin más el joven de la cabellera dorada lo tomó entre sus brazos, atrayéndolo hacia él con fuerza. Y el corazón de Sung Kyu se disparó.

Estaban muy juntos... Y le bastó eso para escuchar los latidos del propio Nam. Estando ambos en iguales circunstancias... ¿Woo Hyun también se ponía nervioso ante su cercanía? ¿Por qué?

—¿Qué era eso? —logró balbucear Kim, intentando pasar por alto lo que ocurría entre ellos. Esa molesta sensación de familiaridad. Como si ya antes hubiese estado entre los brazos de ese chico...

Woo Hyun le soltó, soltando un quejido.

—Eso es algo que debes olvidar.

—No puedo. Había voces y risas... y ellos me conocían.

Woo Hyun permaneció callado, con la mirada baja y los puños fuertemente apretados. Parecía debatirse internamente entre hablar o no.

—¡Woo Hyun! —Sung Kyu le tomó de las muñecas—. Necesito saberlo. Me estoy volviendo loco. Sé que los conozco. Sé que he estado en ese bosque antes. Y sé... que te conozco a ti también. Así que ahora, exijo saber la verdad.

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