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Lunes:
—¡Amy levántate, llegarás tarde! —gritó mi hermana.
Mi puño llegará temprano a tu rostro si no dejas de gritar.
—Ah déjame dormir, Denisse —respondí arrastrando las palabras enojada, aún sin mover un músculo.
—¿Estás loca? ¡Tu clase comienza a las 8:00 am! ¡Son las 7:40 am! LEVÁNTATE —contestó vociferando gloriosamente.
—¿Oh e-en serio? —pregunté dudosa— demonios...primer día de clases y llegaré tarde —pensé.
Abrí mis ojos al instante, me levanté cual resorte y me vestí lo más rápido que pude, me monté la mochila, –que extrañamente me pareció muy ligera– salí de casa y corrí a todo lo que pude.
—Maldición, ¡no desayuné! —pensé mientras intentaba recordar el tramo que debía recorrer de mi casa a la escuela.
Para mi buena suerte, la escuela se encontraba a no más de 5 cuadras de mi –ahora– hogar. Corrí y corrí y para mi salvación, ya había llegado a la escuela. Pasé por debajo de el letrero que decía Atlanta Heroes y recuperé el aliento, con las manos en las rodillas.
Pensé que como en toda película cliché, todos me mirarían raro y empezarían a murmurar muy bajito, lo cierto es que nunca había cambiado de escuela hasta ahora, pero no pasó lo que esperaba, en realidad mi presencia fue casi fantasmal, pasé totalmente desapercibida.
Fui rápidamente a las casillas y guardé algunos libros cuando por fin pude encontrar la mía. Para entonces no había muchos estudiantes en los pasillos. Troté con cuadernos en mano hacia un profesor cercano que no paraba de mirar su teléfono.
—¿Disculpe, dónde se encuentra el salón A-09? —le pregunté a el profesor mientras miraba mi horario en una hoja de papel, que la directora me había entregado personalmente.
—Primer pasillo a la derecha —dijo en un tono monótono mirando su teléfono.
—Gracias —le dije y me encaminé al aula. Cuando la encontré simplemente me detuve frente a la puerta de vidrio traslúcido esperando a que el maestro la abriese.
Esta vez las películas habían acertado. La protagonista siempre iba por el primer pasillo a la derecha. Y sí, por si alguien se lo preguntaba, soy fan –no importa cuán asqueroso suene– de las películas que usan clichés más trabados que los chistes de rubias. No sé si es un fetiche y en realidad no me importa si lo es, pero me encanta saber qué pasará antes de que ocurra, así nunca tendré que dedicar a mi propia vida un "te lo dije", lo cual me da el privilegio de poder decirlo ante la absurda vida de las personas que viven al día, nunca sabiendo de las consecuencias de sus actos y lo que implica tomar una decisión...
De pronto la puerta se abrió.
—Señorita Allsbrook esperaba su llegada —dijo con la sonrisa más malvada que había visto jamás— ahora dígame, ¿entrará al aula, o se quedará parada frente a la puerta todo el día?
No vayas a vomitar.
—Oh, s-sí, lo siento —titubeé nerviosa ante la seguridad del profesor.
—Pase y tome asiento por favor —dijo con el semblante serio.
Me adentré al aula y miré a mi alrededor. El único asiento disponible estaba entre los que parecían ser Barbie y Ken, al fondo del aula. Me senté finalmente. El cabello de ambos era rubio y tenían unos ojos que eran más azules que el mar.