El Sujeto de la Botella de Agua

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Mi nombre es Carlos, y fui víctima de la violencia. Iba por una carretera secundaria hacia Ciudad Paraíso, cuando vi un sujeto haciendo autoestop. Comobien samaritano, me detuve cerca de la berma y lo dejé entrar. Era delgado,rostro aguileño, usaba una camisa blanca con rayas azules y unos jeans azulesdesgastados. En el regazo sujetaba un bolso, como protegiendo algo de sumaimportancia. Se le veía nervioso, miraba mucho hacia atrás, como perseguido porlos demonios, y traté de entablar conversación con él. Sin embargo, el sujetosolo respondía monosílabos, y parecía bastante abstraído. Nunca imaginé elsiguiente paso que realizaría a continuación, por lo que cuando empezó a hurgaren su bolso, lo último que estaba en mi cabeza era ver una pistola del 45.
-¡Deténgase!-me ordenó, sosteniendo con fuerza el arma en cuestión. La ordenque él me había impuesto costó procesarla, ya que me sentía muy nervioso, y elsujeto, al ver que no le obedecía, me tomó el cuello con su mano firme (vaya,que fuerza tiene) y empezó a forzar-Deténgase le digo.-la verdad, no sé quémierda tenía en la cabeza ese día, porque tampoco obedecí. El delincuente mesoltó el cuello, apretó la punta del revolver en mi sien-Detente, te dicen,mierda-pero tampoco hice caso. EL sujeto me empujó, el auto empezó a perder elcontrol, apretó el freno, y empezó a golpearme. El ojo derecho empezó ahinchárseme y de la nariz empezó a manar sangre. Fue cuando empecé a ver unabruma negra que se extendía por todo el universo. Pareció que pasaban mil años,y cuando desperté estaba en una zanja, a un costado de la carretera, con elauto estacionado al otro lado, con las cuatro puertas abiertas, y visiblementeintacto.
Cuando me enteré que no me había robado nada, me pregunté cuál había sido suobjetivo. Al sujeto no lo había visto en mi vida, y ni lo vería nunca más. Ycuando carabineros me preguntó si quería hacer la denuncia, les dije "estábien".
Al sujeto no lo han pillado aun. A mí, todavía no me llaman de la fiscalía, yeso que ya han pasado más de un mes. Y a pesar de estar recuperándome de mislesiones, aun me duele un poco al caminar.
Pensé, luego de este episodio, que jamás volvería a recoger alguien en lacarretera, pero lo volví a hacer. Estaba sentado en la berma, con las piernascruzadas, y levantando el dedo, sin esperanza. Lo dejé entrar. Era moreno, caraalargada, casi caballuna, pelo ondulado, y parecía tener algún tic en el ojo.
-¿Me lleva a Ciudad Paraíso?
Le dije, "sí". También llevaba un bolso. Me sentía nervioso, un tanto imbécil,y cuando empezó a abrir el bolso solo atiné a golpearlo una y otra vez, una yotra vez... una y otra vez. Frené, el sujeto cayó apoyado en la puerta delcopiloto, inconsciente y sangrando. El bolso se cayó, y dejó caer el contenido:una botella con agua.
Y llegaron los carabineros. Y me detuvieron. Y la fuerza de la ley cayó sobremí sin esperar un solo segundo. Y desde acá, de la cárcel, me pregunto si todoesto es injusto o no. Por qué la ley no actuó cuando hice mi primera denuncia,y sí lo hizo cuando golpee al individuo en cuestión. Siempre he pensado quetengo muy mala suerte, y tenía tiempo para reflexionar sobre el asunto durantemi estadía en este lugar, hediondo a orines, oscuro y húmedo. Más aun cuando,en la hora de almuerzo, en el televisor anunciaban que había ocurrido un nuevofemicidio y que el asaltante había dado a la fuga. Jamás le hice daño a nadie,jamás había estafado, jamás había hecho fraudes al fisco. Y al ver la cara delsospechoso en el televisor, me pregunté que mierda con Dios a veces: Era elsujeto de la botella de agua.


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⏰ Última actualización: Jan 17, 2016 ⏰

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