Cabello

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Alrededor sólo se podían observar los enormes árboles que se alzaban delante, tan majestuosos que inspiraban respeto. Eran acompañados por una brisa gélida que recorría tanto su cuerpo como sus oídos emitiendo unas suave canción que lo mantenía alegre y tranquilo. El olor contemplaba esta única experiencia, mientras el anhelaba ser parte de este magnífico paraíso, sin salir nunca de el.
Con los pies descalzos y las manos frías, se podía ver la felicidad en su rostro. Con apenas diez años de edad, sus ojos  ya mostraban un aire de tristeza que no concordaban con su cálida sonrisa. Con una estatura no mayor a 1.20 metros, su gran melena castaña  caía ante sus hombros y bailaban al son de la brisa. Su piel blanca había desaparecido hace tanto tiempo, remplazada por una tez bronceada gracias a sus tantos paseos.
Sólo conocía el consuelo que recibía en medio de este, ya lo conocía como SU bosque. Ya sea corriendo al lado de su tan amada libertad, dibujando a largo rato su increíble felicidad, o simplemente siendo uno mismo con la naturaleza, podía sentir como sus penurias se alejaban y se remplazaban por un sin fin de emociones de las que nunca quisiera soltarse.
Fue así desde ese primer día. Sin proponérselo llegaron a su mente esos tristes recuerdos.  En contra del tiempo actual , ese día era caluroso, no podía soportar lo sofocado que se sentía, aún no pasaban de las 12 del medio día y el cansancio ya lo había derrumbado. Iba en los brazos de su madre, que después de un largo recorrido había decidido a no dejar que diera un paso más. En ese entonces, sólo contaba con tres años de edad por lo que sus recuerdos eran borrosos. No podía recordar donde estuvieron antes, y el porque llegaban ahí. Al estar tan cerca de ella, con los ojos cerrados, olor a su CABELLO lo reconfortaba. Su fragancia entre perfume y rosas harían de ese día, uno inolvidable.
Llegaron entonces, a una pequeña casucha que parecería se fuera a caer en cualquier instante.
Fueron tres golpes a la puerta. Sus ojos se abrieron al instante. Detrás de la puerta apareció una señora desconocía para él, que tristemente después la conocería como señorita Concepción. Era regordeta, con un largo cabello negro, agarrado con una coleta. No pasaría de los 40 años, pudiera ser linda si no llevara un conjunto tan desagradable, unos jeans combinada con una blusa amarillo canario, que sólo acentuaban más su pequeña figura de aguacate. Su  mirada que mostraba amabilidad, y con un gentil saludo los hizo pasar. Sin que pudiera darse cuenta fue arrebatado de su madre y puesto al suelo en un instante.

-¿Como se llama mi querido sobrino?- preguntó de inmediato - Se ve un poco abatido.

-Su nombre es Ricardo, y esta en ese estado por el largo camino que anduvimos, ¿Como ha estado desde nuestra última llamada? ¿Todo sigue según lo acordado? -contestó la mujer.

Para el pequeño Ricardo, aquella plática era tan aburrida, así que mejor se dedicó a observar el interior de su nuevo ambiente. Aunque la casa mostraba lo vieja que era, se sentía acogedora. Los muebles indicaban  sacrificio por parte de su  "tía" ya que eran todos desiguales. Quería seguir observando, pero la mano de su mamá se lo impedía. Una pregunta interrumpió sus pensamientos.

-¿Te gustaría conocer a mi hijo Carlos? Tiene tu misma edad y seguro se llevaran muy bien. He preparado todo para que puedan realizar las mismas actividades, y si Dios así lo quiere, empiecen la escuela juntos.

Ante el, apareció el querido Carlos, que aunque fueran de la misma de edad, era casi el doble de el. Sin embargo, no llegó siquiera a ser un saludo, ya que este no paraba de correr por toda la casa.

-Al mal tiempo darle prisa, ¿no? Es mejor ir acomodando tu habitación, a mi Carlos no le gusta compartir con quien dormir así que tengo un lugar especial para ti.

Sus ojos llenos de asombro y miedo dieron vuelta a su alrededor, buscando respuestas de su progenitora, pero no pudo ver más que su sombra y escuchar el sonido de lo a puerta tras el. Sólo en lo único en que pensó era correr tras ella, correr como nunca antes lo había hecho, pero con fuerza fue atraído ante aquella desagradable mujer. Lo agarraba fuertemente y lo que le dijo no calmó la situación.

Comunidad JDL: Relatos CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora