8.-Cuestiones y proyectos.

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—estoy nervioso, Camus.

El mencionado murmuró un " yo también" mientras caminaban por un estrecho pasillo de un modesto y pequeño orfanato. Quién los guiaba, una joven mujer de cabellera rubia se volteó y les sonrió comprensiva.

—¿primera vez que van a adoptar?

—es-este sí.

— comprendo.

Siguió caminando hasta detenerse frente a una gran puerta la cual fue abierta mostrando varios niños pequeños algunos oscilaban entre los dos y seis años que jugaban alegremente.

La mujer se hizo a un lado dándoles acceso, Camus sintió algo en su corazón al ver a todos a esos niños, recordó las palabras de Dégel...

" Sí no lo hubiera hecho, estarías en un orfanato"

Sacudió la cabeza alejando aquello, la revelación fue muy abrumadora.

Oyó las risas de un pequeño que era sostenido por Milo, el nene en cuestión era de cabellos rubios y ojos azules.

Otro niño, de cabellos verdes y ojos verdes le jalaba sus pantalones, se agachó para verlo, este le señaló al infante que jugaba con Milo.

Camus se dio cuenta que ambos eran mellizos.

— ¡ Hola pequeño! ¿ Cuál es tu nombre?

— Isaac y él es mi hermano Hyoga.

—yo soy Camus y el que está jugando con tu hermano, es Milo—le sonrió amistoso.

— ¡ Hola Sr. Camus! Tengo 5 años.

Camus lo cogió, Milo al verlo sonrió de oreja a oreja si todo salía bien, en pocos meses tendrían una pequeña familia y las asperezas entre Camus y Dégel quedarían limadas.

El de ojos turquesas estaba encantado con el infante de cabellos rubios que a palabras de la trabajadora social era algo huraño con los adultos.

— es amistoso.

—usted le simpatizó, Sr. Tavalas, Hyoga no se relaciona con nadie más aparte de su mellizo Isaac.

Milo se sintió halagado.

El pequeño que sostenía Camus se zafó para ir a lado de su hermano.

—¿ podemos irnos con ellos?—preguntó Isaac emocionadísimo.

La trabajadora social sonrió enternecida, el pequeño ignoraba que era un proceso largo y tedioso, pero no le diría nada para que no se entristezca, sin embargo podía permitir que Milo y Camus lo visitaran cuando quisieran aparte que los acompañaría en el proceso de adopción.

—aún no, mi estimado.

A ambos se les aguaron sus ojitos, Camus sintió una opresión por lo que los abrazó antes de que rompieran en llanto.

—pero los vendremos a visitar cada semana.

—¿de verdad?

—no les mentimos pequeños—dijo Milo.

—yupi—dijeron emocionadísimos.

Camus y Milo decisieron quedarse un rato más para informarse sobre todo el proceso a seguir que seguramente tomarían su tiempo.

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Engaño y salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora