Parte 4 Susto

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Como era de esperar, la noticia de que Jake me acompañaría a Juneau, logró que alcanzara un grado de felicidad supremo, al que nadie podía pasar por alto, en especial, mi querido tío Jasper.

Habían pasado tres días desde que Jacob había aceptado viajar conmigo, por lo que todo lo referente a sus asuntos de Alfa, ya estaba hablado y arreglado, entonces se encontraba capacitado para ausentarse de forma indefinida. Como Leah había abandonado la reserva, y ahora Jake partía conmigo, Seth, Embry y Quil pasarían a formar, provisoriamente, parte de la manada de Sam.

En La Push había, hasta el día de la fecha, diecisiete hombres lobo, algunos de ellos convertidos en tales desde el tiempo en el que los Vultiris vinieron a Forks, y los cuales no habían pasado los once años de edad, al momento de su transformación. Ahora, sin embargo, todos aparentaban una edad que rondaba los veintitantos años, y en especial Sam, que en realidad tenía en ese momento unos veintiocho años, parecía menor de lo que en realidad era.

La magia Queliute lograba milagros entre su gente.

Como mi novio no tenia mucha ropa, especialmente porque la mayoría se destrozaba por sus repentinas transformaciones, y por otro lado siempre estaba vestido solo con un pantalón corto, nos vimos obligados a realizar una visita a un centro comercial, para que Jake dispusiera de las suficientes prendas para nuestro viaje. Como era de esperar, no le agradó para nada nuestra excursión.

Mi prometido odiaba ir de compras.

No ayudó para nada que nos costara muchísimo encontrar ropa de su talle, ya que las que le quedaba lo suficientemente larga, era extremadamente ancha para su cuerpo esbelto y la que le iba bien en talle, resultaba demasiado corta.

Sin embargo, frente a todos estos percances, pudimos, entre los vendedores y yo, armar un vestuario de invierno lo suficientemente extenso para mi Jacob.

Volvimos a Forks con muchas bolsas encima. Más de las que él hubiera querido, claro.

Luego preparó las valijas, que quedaron apartadas hasta el día de nuestro viaje. Su ropa nueva no lo emocionó en lo más mínimo

El cumpleaños de mi madre pasó sin nada digno que contar. Como en realidad a ella no le gustaba celebrarlo y, al fin y al cabo, tampoco era un cumpleaños real, ninguno de nosotros se sintió desilusionado por no festejar con una gran fiesta el acontecimiento. Teóricamente, tendría que estar cumpliendo veintiséis años, aunque claro, estaba lejos de aparentar esa edad.

Sin embargo, la casa estuvo llena ese día. Charlie, Jacob, Seth, Sue, Sam y toda su familia, estuvieron presentes para conmemorar la fecha. Mi padre hizo una excelente comida para agasajar a nuestros invitados, quienes, desde luego, no estaban en nada sorprendidos en que los vampiros no probaran bocado. Al atardecer, los Cullen estábamos nuevamente solos.

Jacob hubiera querido quedarse, pero algo en la mirada de mi padre le aconsejó que no era propicio agitar las aguas innecesariamente, por lo que partió con todos los otros miembros de La Push.

Como siempre había sido demasiado ansiosa, no tenía mucho para hacer. Las cosas del viaje estaban listas hace semanas, y como ahora tenía un departamento en Juneau, no era necesario que me pusiera a ver cuartos de alquiler ni algo por el estilo.

Le pregunté a mi madre, por pura curiosidad, como era el lugar que habían comprado.

– Bueno, la verdad es que no se muy bien – Había dicho – Porque en realidad ninguno de nosotros lo vio nunca. Lo compró un agente inmobiliario, conocido de tu abuelo, y él dice que es grande y bonito.

Bueno, ese era un tema solucionado.

El viaje estaba programado para una semana exacta luego del cumpleaños de mi madre. Tomaríamos un avión desde Seattle hacia el aeropuerto de Juneau. Y luego, confiando en que mi auto llegue antes que nosotros a destino, porque lo enviaríamos un día antes, manejaría el corto trayecto que separaba el aeropuerto de la ubicación de nuestra nueva morada.

Ocaso Boreal - Continuación de CrepusculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora