7/38. Una Buena Amiga

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*Nota: la joven de la imagen es algo muy parecido a lo que seria la joven AudreySvevo ,solo que con lentes  ovalados 

La charla entre Audrey y Albus Dumbledore no se prolongó mucho, Severus se mantuvo siempre al margen, esos dos parecían llevarse bien, ambos tendían a una personalidad de rasgos infantiles y eso los hacía verdaderamente compatibles, además, el profesor de Pociones tenía el extraño presentimiento de que ambos confabulaban en su contra.

Después de unos minutos en los que la Auror expresó su absoluta fascinación por Hogwarts y Albus compartió con ella un par de caramelos de limón, el director siguió su camino no sin antes lanzar una mirada pícara al profesor de Pociones quien lo miró con recelo.

-Gracias por todo –dijo Audrey sonriendo cuando por fin se hallaban frente a una chimenea con red flú, Severus se mantenía serio y cabeceó.

El mago la vio desaparecer, decidió regresar a su habitación en las mazmorras y descansar, la poción empezaba a hacer efecto y se sentía mejor, pero aun así necesitaba un buen par de horas de profundo sueño.

Caminando por lo largos pasillos de la escuela y sin prestar mucha atención a su alrededor, Severus por poco pisa a la gata huraña de Filch, la Sra. Norris, y donde estaba Norris estaba Filch.

El conserje vio al profesor de pociones y con aquella voz desgarbada le informó algo.

-El director lo quiere ver en su oficina.

El otro sujeto se limitó a observarlo ¿así que Albus iba a burlarse de él en la intimidad de su oficina?, no dijo nada pero sí desvió su camino de las mazmorras a la oficinal del director.

Tras decir la frase secreta, que ese día se le había ocurrido, muy jocosamente al director, que fuese "enfermo de gripa", Severus ingresó al cubículo.

El viejo mago revisaba unos documentos a través de sus gafas de media luna, al escuchar ingresar a su pupilo miró por encima de éstas.

-Severus –dijo sonriendo – vienes aquí antes de lo que me imaginaba, toma asiento –el profesor de Pociones no respondió nada y se sentó frente a su mentor. - ¿Así que la señorita Svevo se tuvo que retirar¿tan pronto? –dijo, Severus lo sabía, hacía allá iba todo aquello, pero decidió guardar silencio-. Un tour por Hogwarts le habría sentado bien, parece muy interesada en la escuela... –seguía hablando el hombre de cabello blanco.

-Se sentía mal, tenía que irse –contestó Severus con voz muy queda y tras pronunciar aquello se arrepintió de inmediato.

Dumbledore soltó una risotada –por supuesto, muy resfriada, como tú –dijo y al decir aquella última y simple palabra miró directamente a Severus quien volvió a guardar silencio y evitar la mirada del director, pero ¿por qué? si normalmente se le enfrentaba, pero había algo que lo incomodaba al grado de avergonzarlo. El director notó aquello así que decidió seguir hablando: -una mujer muy bella, indiscutiblemente –no dejaba de hacer evidente el hecho de que Audrey era notablemente bonita –e inteligente –dijo, si era Auror, debía ser inteligente.

-¿A qué viene todo esto? –espetó Severus finalmente.

-Oh, nada grave –dijo el viejo con total calma poniéndose de pie y caminando alrededor de su interlocutor –sólo creo que es una excelente compañía para ti, veo que ha despertado una serie de gestos en ti bastante nobles... cosa que nadie había conseguido –Severus lo miró de frente arqueando una ceja ¿qué quería decir con aquello? –Deberías conservarla como una buena amiga –concluyó su discursillo.

Severus no estaba seguro de qué responder y bajo qué premisa venía todo aquello, el viejo hablándole sobre quién y quién no podía ser su amigo. Meditó rápidamente, la chica era agradable, definitivamente, divertida, aunque posiblemente no concientemente y bella... incluso él no podía negar eso.

-¿Eso era todo? –preguntó con tono indignado, su tiempo era muy valioso como para estarlo perdiendo en conversaciones sin sentido.

-Sí –sonrió Albus –quiero asegurarme de tener a la señorita Svevo más seguido por aquí –dijo, pero insertando más significados entre líneas.

Bien, era tiempo de salir de la oficina, Severus se puso de pie y se marchó, dispuesto a, por fin, descansar.

Pero fue más difícil de lo que se imaginó, pese a lo cansado que se sentía, no podía dormir, el silencio era inquietante por primera vez y volvió a desear ruido, un poco de ruido, finalmente la noche le ganó y ya entrada la madrugada pudo dormir.

Esa tarde de viernes fue otra más en la que Audrey no acompañó a Tonks a la hora de la salida en el trabajo, que dicho sea de paso, la metamorfomaga seguía intrigada por el comportamiento de su amiga y peor aun cuando esa semana no le mencionó a Snape. Pero ya habría tiempo de cuestionar.

A Audrey solían gustarle las cosas sencillas, para ella una cena perfecta era spaghetti con refresco de lata, comida muggle; porque le recordaba a su madre. Aquel viernes fue de compras para preparar ese platillo que ella acostumbraba comer en su infancia.

La chica no era un as en la cocina, pero al menos no provocaba un incendio en el intento, utilizaba magia, por supuesto, cuando lo ameritaba, pero la mayor parte del tiempo lo hizo a la usanza muggle.

Se esmeró en aquel platillo de spaghetti, que no olía nada mal, pero al terminar, ya entrada la noche, lo colocó en un recipiente y lo metió al refrigerador sin probarlo si quiera. Después de eso, se fue directo a la cama.

Esa mañana en el trabajo, Audrey se notaba especialmente inquieta, movía el pie desesperadamente, miraba el reloj insistentemente y mordía un lápiz sin piedad.

-¿Pero qué te pasa? –Tonks se acercó a ella.

-¿Eh? –Audrey parecía no estar muy conectada con la realidad ese día –no, nada... –contestó con aprehensión.

Tonks la miró algo turbada y decidió preguntar lo que había querido preguntar desde que inició esa semana -¿Tiene algo que ver con... –hizo una pausa como si lo que a continuación venía fuera espeluznante –Snape? –concluyó.

Audrey la miró fijamente con el entrecejo ligeramente fruncido – no – fue una mentira tan obvia que no se necesitaba ser experto en Legilimancia para saberlo.

-Audrey, él... no... –la metamorfomaga trataba de decir algo que sonara amable y que no hiriera a su amiga.

-Le debo demasiado... –la otra chica se adelantó a responder –es... aunque él no esté muy de acuerdo, un amigo –respondió.

Aquella respuesta se escuchaba convincente, Tonks no dijo nada más y sólo vio salir del Ministerio a su amiga casi corriendo a la hora de la salida.

Utilizando la aparición, Audrey llegó a Hogsmeade rápidamente y se dirigió a 'Cabeza de Puerco'. Tal vez si se hubieran puesto de acuerdo no les hubiera salido tan bien, justo antes de entrar a la taberna, Audrey y Severus cruzaron sus caminos.

Bueno, al menos el mago ya no preguntaba despectivamente "¿tú?" a modo de saludo, se limitó a mirar a Audrey.

-Severus –dijo ella, qué extraño sonaba aquello, pensó el aludido, una chiquilla hablándole por su nombre como si nada – ya sé que encontrarás un pretexto o te darás media vuelta y te irás, pero preparé algo de comida... y... bueno –tartamudeó un poco –quisiera que me acompañaras en la cena.

Qué atrevimiento, pensó Severus, pero su boca dijo otra cosa: -Claro...-dijo sin expresión y un segundo después se empezó a preguntar por qué había dado esa respuesta.

La chica sonrió, esa era una gran arma que Audrey inconcientemente tenía a su favor respecto a Severus, el mago no entendía por qué esa sonrisa tan ingenua lo hacía débil en un parpadeo, más poderosa que cualquier maldición; y al asomarse esa sonrisa simplemente no pudo retractarse.

Albus Dumbledore tenía razón como siempre, esa niña, tan arrogante y altiva como el propio Severus (creía él, pues se le enfrentaba como pocos se atrevían, tal vez por desconocimiento) valía la pena conservarla cerca, era valiosa, una gran compañía, era... una buena amiga, aunque no estaba dispuesto a admitirlo.

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Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan TweedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora