#3: Transcendence

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Último capítulo... y el más largo jejeje.

Capítulo 3: Trascendencia.

La mucama de mis padres, Trisha, me avisó que la cena ya estaba servida. Dejé mi libreta de dibujos en la cama, respiré profundo y bajé al comedor.

Era el momento.

Al llegar a la mesa, Trisha trajo mi comida: puré de papas con pollo y guisantes, mi favorito.

Unos minutos después, bajaron mis padres. Se sentaron y comenzaron a hablar sobre el aumento de las ganancias de la empresa, asuntos en los cuales mi hermano y yo no éramos partícipes.

—Anne, ¿Cómo te fue en la escuela? —preguntó mi madre.

—Bien — dije mientras limpiaba mi boca manchada de puré—. ¿Saben? Juilliard hará audiciones en tres días para ganar una beca completa en danza.

—Que lindo, cariño —comentó mi padre sin levantar la vista.

—Papá, ni siquiera me estás poniendo atención —dije un poco molesta—. Quiero audicionar para ellos.

Inmediatamente, ambos voltearon a verme sorprendidos, mientras que Will miraba asqueado su ensalada de brócoli.

—Claire, ya hablamos sobre esto. El baile no te llevará lejos —dijo mi padre.

—Pero no quiero seguir con la empresa, ¿por qué no lo entiendes

—El ballet no es más que una distracción. Te dije que nunca debimos inscribirla en esa academia, Tabatha —dijo molesto mirando a mi madre.

—Marcus, quizás debemos escucharla —dijo mi madre con voz dulce.

Tomé un gran respiro y hablé.

—No quiero trabajar en la empresa familiar. Sentarme detrás de un escritorio realizando cuentas y revisando gráficas no es lo que quiero hacer por el resto de mi vida. Amo la danza, papá, y no es una distracción. Es algo hermoso, algo que me hace sumamente feliz. ¿Por qué quieres quitarme esa felicidad?

—Quiero que seas feliz con algo que te asegure un buen futuro.

—¿Y de qué sirve un buen futuro si voy a vivir como una persona amargada que con suerte sabe el nombre de sus hijos y cuyo metro cuadrado está lleno únicamente de dinero? —le espeté.

Ambos estaban impactados. Nunca les había hablado así.

—Sube a tu cuarto, Anne-Claire —dijo mi padre sin mirarme a la cara.

Pedí permiso, me levanté de la mesa y me dirigí a mi habitación.

Cuando cerré la puerta, coloqué mi mano derecha en mi pecho. Hablarle de esa manera a mis padres era algo inapropiado y una gran falta de respeto a su autoridad.

Pero, por alguna razón, me causaba un extraño alivio.



Al día siguiente, no crucé ni una palabra con mis padres. Era de esperarse, jamás habíamos discutido.

El día de la audición, desperté más temprano de lo normal. Estaba muy insegura. ¿Habrán ocupado los puestos restantes?

Mientras me arreglaba, Will vino a mi cuarto con su osito de peluche en mano.

—¿Vas a audicionar, Claire? —preguntó con su tierna voz. Me agaché para quedar a su altura.

—No lo sé, pequeño. Mamá y papá están muy enojados conmigo. Además, no quedaría —le dije con una sonrisa.

Song of the Caged BirdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora