Capitulo 2

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Mis rodillas se hincan en el suelo con dureza y reprimo un gemido de dolor. Le lanzo una mirada de terror y confusión a mi hermano, pero este ni me mira. Está enfadado, puedo notarlo, su mirada descifra que está a la defensiva, y está frustrado.

El chico empieza a atar mis manos detrás de mi espalda, y forcejeo un poco, no puedo apartar la sensación de malestar y peligro de mi sistema. Una vez que abandona su tarea, me mira desde arriba y su mirada, por alguna razón, ya no es intimidante o peligrosa, me trasmite confianza. Como si quisiera decirme que nada va a pasar, sé que seguramente debo de verme ridícula, mi expresión debe decir cuán asustada me encuentro.

El chico se mueve y sale de la casa. Comparto miradas con Evan, quién está en la misma situación que yo. Lía ahora se encuentra en brazos de la chica morena que me defendió antes. Y por alguna razón, mi miedo disminuye, a pesar de que sigo sin fiarme de ellos, dado que estamos aquí en el suelo, atados y sin defensas.

El pequeño grupo empieza a murmurar entre sí, mirando en nuestra dirección de vez en cuando. De pronto, otro grupo más grande de gente entra por la puerta. En total deben de ser cerca de 15 personas.

Mi vista barre la extensión de todo ese grupo, los cuales nos miran con expectación. El hombre de hace unos minutos, recoge nuestras armas y las enfunda en su pantalón para después mirarnos repetidamente.

— Quiero saber, quienes son, de donde vienen y si hay alguien más con ustedes —dice con dureza. La seguridad de su voz me hace estremecer, y podría apostar a que es el líder del grupo.

— Os importa una mierda, podéis marcharos por donde habéis venido —mi hermano murmura, y lo miro con horror.

El hombre aprieta la mandíbula, y se acerca a mi hermano:— Aquí nosotros somos los que mandamos ahora. Y vosotros podéis ser un peligro para mí y mi gente.

Por la expresión de mi hermano, noto que esta furioso. Siempre ha tenido problemas de ira, y le cuesta un mundo controlarse. Y entonces estalla.

— ¡¿Peligrosos nosotros?! ¡Vosotros fuisteis los que llegasteis aquí, y abordasteis a mi hermana y la amenazasteis, estando sola! Vosotros sois los que nos tenéis atados y sin armas —escupe con coraje— ¡¿Y nosotros somos peligrosos?! Y una mierda —grita. Rezo a Dios que se calle, porque esto puedo acabar mal.

Un grito de horror escapa de mi boca cuando el puño de el hombre conecta con la mandíbula de mi hermano y este cae al suelo. Las lágrimas me inundan, porque quiero llegar hasta él y ayudarlo, pero los dos estamos atados, y apenas puedo acercarme.

— ¡Basta por favor! ¡Basta! —grito y noto todas las miradas centradas en nosotros. El miedo se ha ido, dando paso a la desesperación y la angustia. El chico me mira inexpresivo, y lo miro también. Y por alguna razón, mis ojos suplican ayuda, sé que el puede hacer algo, pero no va a hacerlo.

— Escucha mocoso, aquí, ahora mismo nosotros mandamos, todo lo vuestro nos pertenece, y si quisiera podría dejaros aquí, sin nada. Cierra la boca si no quieres más problemas —dice entre dientes y me sorprende la soltura con la que amenaza.

Mi hermano suelta algo entre un gruñido y un gemido, y trata de levantarse.

— Por favor... —murmuro con los ojos llenos de lágrimas. No necesitamos más problemas. La atención del hombre se posa en mí, y me escudriña con la mirada. Las palabras empiezan a salir a borbotones de mi boca, solo para excusar a mi hermano, y evitar que nos hagan algo, estoy tan nerviosa y asustada que ni siquiera controlo lo que digo:— Por favor, no hagas nada. Es muy compulsivo. No buscamos problemas, por favor. Venimos solos, somos somos él, Lía y yo. Estamos solos. Por favor...

Sobrevive [Carl Grimes]™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora