Los Ángeles, 7:50 am. El avión de Marie, Pauline y Fé acababa de aterrizar tras 7 horas y 40 minutos de vuelo, y eso se les notaba en la cara y sobre todo en la espalda. Estaban echas polvo: el pelo enredado, el dolor de todo el cuerpo sumado a las ojeras de no haber dormido a penas durante el viaje...
Fe: - ¡Estoy deseando llegar al piso ya! ¡Pero YA!
Pau: -Y que lo digas...Estoy molida...
Las tres amigas habían alquilado un pequeño apartamento cerca de Santa Mónica. La propietaria era una señora mayor y habían acordado con ella comprar la casa oficialmente cuando consiguieran algo más de dinero.
Llevaban siendo amigas desde la primaria y ahora, a sus (más o menos) 19 años estaban muy felices de seguir conservando esa gran amistad que, de no ser por lo diferentes que eran físicamente hablando, las hacía parecer hermanas...
Fe cumpliría los 20 años en 4 meses y medía algo más de un metro y medio. Tenía la piel oscurita a pesar de no tomar el sol casi nunca, pues aunque llevaba desde los 8 años en España, era de origen latino. Y eso se notaba.
Su pelo era prácticamente negro, al igual que sus ojos, pequeños y rasgaditos. Pestañas largas, labios cambiados carnosos y rosados, siempre cuidados perfectamente con labial.
Era algo tímida, hasta que cogía confianza... Entonces pasabáis a ser las mejores amigas del mundo.Pauline por otra parte era muy blanca, ojos marrones y verdes, pelo negro liso y hasta la cintura. No era timida como Fé, y hablaba siempre con cualquier persona de lo que fuera. No paraba de hablar nunca. Y le gustaba la fiesta. Mucho. Siempre era muy animada.
Por último estaba Marie. Ay, Marie...
Lo único que quería era vivir en Estados Unidos y dejar atrás todo lo que España suponía para ella: malestar, soledad, acoso escolar durante la secundaria, las autolesiones, el alcohol, las drogas, y sobre todo el amor. Más bien el desamor.Su último y segundo novio la había dejado depresiva, hundida y sin ganas de vivir. Llevaban unos dos años saliendo e incluso estaban pensando en irse a vivir juntos. Hasta que un día Marie fue a casa de su chico para darle una sorpresa y la que se llevó la sorpresa fue ella.
Allí estaba Marcos, con una guapa zorrita rubia cabalgándolo a toda velocidad sobre el sofá.
Aquel que siempre la había ayudado con sus problemas, aquel que le había prometido no dañarla jamás, no hacerla volver a pasar lo que había vivido con su primer novio, un engaño total durante meses y meses, aquel fue el hombre que acabó de hundirla en la más grande de las miserias.
Por eso estaba allí, en Los Ángeles. Para rehacer su vida de cero y abandonar todo aquello que la había hecho sufrir durante los últimos 6 años de su triste vida...
Físicamente hablando, la muchacha era bastante normal: 1,68 de altura, talla M de ropa, 95 C de pecho, ojos marrones, nariz pequeña... Todo normal, a excepción de su pelo. Rojo incandescente y la nuca rapada. Todo acorde a su manera de vestir, claro. Siempre ropa oscura, en lo posible negra, converse negras, camisetas de bandas de rock...
Ay, el rock... ¡Cómo la había animado siempre en los peores momentos! Apoyándola con baladas tristes cuando había que llorar y con canciones de auténtico ritmo cuando era un día de felicidad...
Así era ella. Un desastre. Una leona que siempre peleaba por salir de todo. Y ahora se había metido en una auténtica jungla...