Dicen que un caminante perdido en un desierto es hombre muerto. Más aún si el desolador panorama son las tierras de la "Bestia blanca" o el "Shépach"; ambos nombres son válidos para esta enorme criatura cavernaria de mente poderosa. Muchos dicen que el Desierto de Fuego es el lugar más hostil de la Divina Tierra; otros, sin embargo, opinan que dicho sitio es una dura prueba que la Madre Naturaleza pone en nuestro camino para forjarnos el alma de valor.
Los magos más viejos de Kumara, comentaron en tiempos lejanos, que en aquel peligroso sitio, criaturas amarillentas de apariencia arenosa podían camuflarse con las dunas y el entorno del lugar con tanta facilidad que, podrías tenerlos a unos pocos pasos de distancia sin siquiera notar que están allí hasta que los tienes encima.
Estas bestias humanoides, provienen de un nido oculto; un terreno oscuro, escondido bajo las eternas arenas del Desierto de Fuego, en donde el Shépach gobierna en su trono rectilíneo de lóbregas rocas, comunicando sus pensamientos sobre sus salvajes crías por medio de la telequinesis o proyectando mensajes en código, con su puntiaguda y lumínica gola ósea; la cual se erguía como una corona de su blanquecino cráneo.
Son fundamentales para la travesía: odres con agua, alimentos no perecederos, harapos con los cuales protegerte del ardor del sol, y armas filosas y también mágicas (si es que tienes la dicha de poseerlas).
No abuses de tu equipaje, lleva lo esencial, recuerda que la sobrecarga te hará lento y serás presa fácil.
Sé cauteloso, y aunque todo parezca en silencio, no hagas ruido, porque ellos están allí, esperando la oportunidad para arrastrarte al Submundo.
Así que, mí querido viajero, a menos que estés preparado para afrontar la prueba más importante de tu vida, la que te forjará el espíritu en acero (si es que logras sobrevivir), te recomiendo que si te diriges al sur, optes por un camino más seguro, deja la ruta desértica como última opción. Los areneros no conocen la piedad, ni la clemencia; odian a la humanidad tanto como a la luz del sol. Correr por calurosas y espesas arenas nunca es buena elección.
Recuerda siempre que el Desierto de Fuego ha devorado la vida de miles de guerreros y magos expertos a lo largo de todos estos siglos.
Te deseo una próspera y larga vida mi querido viajero.
Atentamente: Jarlem Fiús.
(Si quieres conocer más sobre el Desierto de Fuego y sus abominables criaturas, se recomienda leer "La caída de los Manssul".)
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Enmiendas de un Vendaval.
Short StoryComo un rostro enfurecido, envuelto entre las nubes, el viento se desprendió del cielo azotando a la fría ciudad de Nerbal... Vendaval maldito que alcanzó al exhausto mensajero, impidiéndole así la urgente entrega de toda su correspondencia. Morral...